Para Andrés Molina Enríquez, el tutor e iniciador de Miguel Othón de Mendizábal en las lides de la antropología, los grandes problemas nacionales estaban localizados en la propiedad, el crédito, la irrigación, la población y la inminente caída del Porfiriato. Pero no fue con él con quien lo discutió Mendizábal, sino con otros más acorde a su edad. La postrevolución puso la temática de los problemas nacionales en otros ámbitos, que tenían ya que ver con un gobierno mejor organizado y más moderno que el que le tocó vivir al maestro porfirista.
Tres importantes contemporáneos de Mendizábal discutieron los problemas fundamentales del indígena mexicano: Rafael Ramírez, Moisés Sáenz y Vicente Lombardo Toledano entre 1930 y 1940, los cuatro coincidieron en que el aspecto económico era el fundamental. Mas no el paupérrimo estado económico de los indígenas, sino la derrama económica que un Estado con fresca revolución debía derivar a los problemas del indígena que, como también pensaron todos ellos, no era privativo de los indígenas sino que era un problema nacional. No obstante, hay matices entre uno y otro. Ramírez, por ejemplo, refiere dos problemas fundamentales: el de la pobreza y el de la incultura, que podrían ser resueltos, dijo, con una “amplia y generosa legislación agraria” de corte comunista, y la intensificación de una escuela rural de modelo estadunidense. (Ramírez:141) Uno de los creadores de ésta última, en su versión mexicana, Moisés Sáenz, sin menospreciar el problema económico, hizo hincapié en la educación. Igual que Rafael Ramírez, quien en un tono más seco resaltó la ignorancia del idioma castellano, la falta de comunicaciones, el ambiente pasivo que envuelve a los indígenas y campesinos, el contenido cultural del medio social y su estado económico, son las causas de su atraso, pensaba el influyente profesor cardenista. (Sáenz:105)
Vicente Lombardo Toledano centró su atención en el problema estrictamente económico, afirmando que sin una resolución a la economía de los núcleos y poblaciones indígenas “no será posible esperar jamás que estas poblaciones puedan ser factores de importancia en la vida del país”. (Lombardo:36) Mendizábal también puso el dedo en el renglón económico, pero lo acompañó de otros dos problemas que para él tenían la misma importancia: el aislamiento de los grupos indígenas por falta de una política de comunicaciones terrestres y fluviales, y el de la salubridad, que por su desatención era una de las causas principales de la mortalidad indígena y campesina.
Junto a Gamio, observa Luis Villoro en Los grandes momentos del indigenismo en México, Mendizábal pensó que el aislamiento era “el problema central del indígena mexicano”. Éste -pensaba-, es la causa de la desvinculación económica, el distanciamiento social y el estancamiento cultural, evidente en todos los grupos indígenas del país. Y para ello sólo había una solución: “hay necesidad de vencer por medio de caminos este aislamiento”, tanto para mejorar la salubridad, como para transformar la economía y ampliar la cultura. Este aislamiento, ponderó Mendizábal, desde hace algunos años está siendo combatido por el gobierno a base de caminos, pero esa iniciativa debe ser completada por los habitantes de la comunidad, para la construcción de ramales que los una con los grandes sistemas de comunicación. (MOM IV:145)
Treinta años después, Fernando Benítez hundía su dedo en la llaga de la ineficacia de aquel indigenismo que no logró prácticamente ninguno de sus grandes propósitos, pues no tomó ninguna de las opciones que propusieron aquellos fundadores. Decía el periodista que el problema del indio no había sido fácil de resolver “porque está íntimamente relacionado al problema campesino y habría que solucionarlo conjuntamente. Los campesinos, indios o no indios, requieren luz, créditos, caminos, salubridad, pero los indios, debido a sus culturas anacrónicas, a las malas tierras y a otros factores, son los más desvalidos y los más explotados. Exigen pues un tratamiento, una justicia, una atención especiales. Nada que esté fuera de nuestros medios, que reclame sacrificios excepcionales. Una acción sostenida con firmeza permitiría descongelar fuerzas enormes y aprovechar recursos que hoy se gastan inútilmente”. (Benítez:60)
La acción sostenida nunca llegó. Los grandes problemas nacionales, a pesar de su oportuna localización, fueron atendidos a destiempo y con innumerables remiendos. La educación llega con enormes rezagos al Siglo XXI, al igual que el desmantelado agro. La Reforma Agraria y la banca rural nunca tuvieron la imaginación de crear planes duraderos y fructíferos para impulsar el espíritu agrícola en un país de larga tradición. Cuando mucho las comunicaciones han avanzado significativamente, movidas por necesidades de intereses mayores antes que las preocupaciones de equidad y justicia para los desvalidos, los apartados, los omitidos pueblos originarios.
Cien años después los grandes problemas nacionales siguen tan campantes.
Bibliografía:
Mendizábal, Miguel Othón de: Obras completas, México, 1947, seis tomos.
Sáenz, Moisés, México íntegro, SepSetentas, 1979
Ramírez, Rafael: La escuela rural mexicana, Sep/80-FCE, número 6, México, 1981.
Lombardo Toledano, Vicente: El problema del indio, SepSetentas, México, 1973
Villoro, Luis, Los grandes momentos del indigenismo en México. Ed. Casa Chata, num. 9, México, 1979.
Benítez, Fernando: Los indios de México, Tomo 1, ERA, 1990.
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