La supuesta militancia
comunista de Miguel Othón de Mendizábal (MOM) fue algo que se debatió
ruidosamente en los años setenta, ocupó a algunas generaciones de la Escuela Nacional
y la idea sobrevive en el criterio de muchos que supieron de él en aquellos
años; a mi juicio ha contribuido a interpretar erróneamente las escasas
lecturas de su obra, distorsionando el mensaje humanista y aun positivista del
autor, no comunista.
Mendizábal habla del
socialismo de forma desarticulada y esporádica, lo que no impide apreciar sus
puntos de vista respecto al caso mexicano, que son bastante claros. No
obstante, a propósito de una imagen largamente difundida, donde aparece el
profesor Mendizábal como militante del Partido Comunista Mexicano y activista
incansable de la revolución socialista en México, bastante discutible, ofrezco
esta opinión que, entre otras cosas, contradice esa perspectiva.
Una razón más para esta
nota aclaratoria, fue la lectura de la tesis de Dora Kanoussi, cuya principal
importancia, más que su contenido, que es pobre e indocumentado, consiste en
ser la única tesis de licenciatura dedicada a la obra de Mendizábal a 42 años
de su muerte y que, por lo demás, contribuye animosamente a esa versión.
La relación que hay entre el indigenismo mexicano y el marxismo de los años sesenta y setenta es estrecha en términos antropológicos, pues ambos tratan, por diferentes medios, de rescatar al indio de la miseria, lo que resta importancia a la discusión de si Mendizábal era o no marxista, puesto que buscaba de cualquier forma idéntico fin a la tendencia social de los sesenta-setenta.
La relación que hay entre el indigenismo mexicano y el marxismo de los años sesenta y setenta es estrecha en términos antropológicos, pues ambos tratan, por diferentes medios, de rescatar al indio de la miseria, lo que resta importancia a la discusión de si Mendizábal era o no marxista, puesto que buscaba de cualquier forma idéntico fin a la tendencia social de los sesenta-setenta.
La condición sui
generis de la antropología mexicana, frente a las corrientes extranjeras, que
busca “redimir” a los “hermanos” indígenas
de la miseria, reaparece internacionalmente, dotada de una poderosa
teoría económica, en la década de los sesenta, exactamente con idéntico fin: la
redención del indígena oprimido por la explotación, ahora imperialista. En esos
términos, la llamada antropología marxista, además de ser solo una continuación
del antiguo anhelo del indigenismo mexicano, no aporta nada nuevo a una acción
que el indigenismo moderno mexicano había desarrollado desde que el doctor
Gamio lo fundó, y aún antes, cuando los educadores positivistas y liberales coincidieron
que el indio era “educable”.
Volviendo a Mendizábal,
deseaba sobre todas las cosas que el indígena dejara de ser objeto de la más
burda explotación y saqueo amparado, más que en una corriente teórica de
matices revolucionarios, en un conocimiento profundo de la historia de México,
que respecto al indígena –lo tenía claro-, es una historia de opresión; sus
deseos de que el indígena accediera a una mejor condición social fue
interpretado por los marxistas de los años sesenta como la militancia propia
que los impulsaba en su acción.
Dora Kanoussi dice en
su tesis que “no se puede afirmar con seguridad que Mendizábal leyó a Marx”,
pero una lectura más cuidadosa de su obra le hubiera permitido ver que MOM
habla de marxismo en las páginas 381, 392, dos veces en la 394 y en la 393 cita
a Lenin, todas en el tomo IV de sus Obras Completas; pero es también
irrelevante; como se verá, es muy clara la posición de Mendizábal frente al
socialismo y la dictadura del proletariado para el caso mexicano.
Faltó meditar en esa
tesis la ideología en que se funda el partido nacido de la Revolución Mexicana ,
la de sus principales organismos y de sus líderes. Mendizábal tuvo una
educación positivista que ve en la ciencia el motor histórico del progreso,
basado en una evolución paulatina que culminaría, en palabras de Augusto Comte,
en un estado positivo del hombre, o mejor, en un socialismo positivo. Sus ideas
se mezclan con las modas, incrementándose su interés por el socialismo debido a
las grandes noticias recibidas en los años treinta sobre el “socialismo real”
implantado en Rusia. Ignorante, como todos en su momento, de los crímenes de
Stalin, pero conocedor de la historia, no tiene duda de que la violencia en que
ha sido encaminada “la evolución cultural” desde la prehistoria hasta la
implacable acción del capitalismo, solo podrá ser modificada “en el futuro, por
una organización de vida que permita realizar el progreso material, intelectual
e incluso moral, sin castas irredentas y sin clases explotadas”. (MOM II, 1947:440)
El socialismo “es la
meta –afirma-, la estación terminal a la que tendrán que arribar todas las
sociedades de estructura capitalista, impulsadas por el motor universal del
desarrollo dialéctico de la historia: la lucha de clases”. No tiene dudas que
todos recorren la inevitable ruta.
A diferencia de lo que
afirma Kanoussi, sobre que Mendizábal era un estalinista admirador de Rusia
“por razones de obediencias revolucionaria y no por razones emotivas” (Kanoussi,
1972: 67), Mendizábal, al hablar de dos clases de socialismo: el científico y
el de la tercera Internacional, vislumbra genialmente un futuro aún desconocido
pero previsible de ese “socialismo real”, como ya le llama, puesto que si
ejerce una explotación de la fuerza de trabajo del tipo de las clases burguesas
capitalistas, “constituirá una economía fascista o hitlerista que, a la postre,
es más desfavorable para el proletariado que el libre juego de la lucha de
clases dentro de un régimen liberal del más poderoso e implacable capitalismo”.
(MOM IV, 1947: 381-382)
Sobre si la lucha de
Mendizábal estaba encaminada a la creación de un socialismo soviético para los
mexicanos, como sugiere Kanoussi al incluirlo entre los militantes del Partido
Comunista, éste tuvo mucha claridad y cuidado al referirse a ello: país
semicolonial, basado en una agriculturas raquítica, insuficiente siquiera para
sus necesidades internas; con una industria incipiente, mal equipada, a la
merced de la protección arancelaria y a los bajos jornales; país de economía
centrífuga, minero y productor de materias primas, además de una deficiente
organización proletaria, “no está en condiciones de lanzarse, hoy por hoy, a la
revolución social”. (MOM IV: 382) El proletariado tendrá que conformarse, afirma,
con seguir luchando “por reivindicaciones inmediatas, por el mejoramiento de la
legislación del trabajo, por la imposición de sus contratos colectivos, la
implantación de un seguro social efectivo y suficiente y, en particular, por la
elevación sistemática del estándar de vida del proletariado de la ciudad y de
los campos”. (MOM IV: 383)
Entusiasmado por las
pláticas de su amigo Vicente Lombardo Toledano, quien viajó por esos años a la
naciente URSS, Mendizábal se dejó seducir por el sueño socialista brillantemente expuesto por Lombardo, razón por la
que expresó la infortunada frase que aparece en su tomo IV: hablando de los intelectuales
privilegiados por el capitalismo, afirma que “podrán contribuir a prolongar
unos años más –cinco, diez, tal vez veinte- la agonía del capitalismo”. (MOM IV,
1947:382)
Mi conclusión sobre la
tesis de Dora Kanouissi, y en general sobre las versiones del Mendizábal
militante comunista es que, practicando el marxismo no se practicó la historia; tal vez
una cosa explique la otra.
Bibliografía:
Kanoussi, Dora: Tesis Miguel Othón de
Mendizábal y la Revolución Mexicana de 1910, sustentada en la ENAH en 1974 y
consultada en la biblioteca central de la institución.
Mendizábal, Miguel
Othón, Obras completas, Tomo IV, edición de autor, 1947.
..
No hay comentarios:
Publicar un comentario