jueves, 14 de septiembre de 2017

Educación indígena en San Miguel Chicahua, Oaxaca

Quinta entrega de la serie sobre educación indígena


15 de Junio de 2011

Para llegar a Fortín Alto, donde se encuentra un albergue y un preescolar de educación bilingüe, hay que salir de la ciudad de Oaxaca por la autopista a Puebla hasta Nochistlán, de ahí a la ciudad de Amatlán, de donde un camino de terracería lo lleva a uno a San Miguel Chicahua, muy cerca está la comunidad de Fortín Alto, un pueblo con arquitectura contrastante, pues lo mismo es posible ver casas antiguas de adobe y tejas, que modernas de enormes construcciones con diseños espectaculares, aunque casi siempre inacabadas.

El municipio de San Miguel Chicahua se ubica en el extremo sureste de la Región Mixteca, a una altura de 2,300 metros sobre el nivel del mar. El territorio está poblado de ocotes y encinos, principalmente, pero también hay abundantes palmas, espinos, guajales, tepehuajes y pastizales.  Se caracteriza por ser una región de emigrantes y quienes permanecen en ella siembran maíz, trigo, fríjol y garbanzo, que cosechan principalmente para su autoconsumo.

Ahí me recibieron un eficiente profesor de preescolar Indígena y el director de un albergue indígena muy deteriorado por la falta de mantenimiento y de atención.


Escuela Preescolar Indígena “Miguel Alemán”, de Fortín Alto, municipio de San Miguel Chicahua, Oaxaca

Prof. Javier Hernández López

Mi nombre es Javier Hernández López, estoy comisionado como director sin grupo de la Escuela Preescolar Indígena “Miguel Alemán”, de la comunidad de El Fortín Alto que pertenece al  municipio de San Miguel Chicahua del estado de Oaxaca.

El sistema educativo del cual nosotros dependemos es el de educación indígena, nosotros dependemos de la supervisión escolar con sede en San Diego Apoala, esta supervisión pertenece, a su vez, a la jefatura de zona de Nochistlán, que depende de la Dirección de Educación Indígena en el estado de Oaxaca y, de ahí, de la Dirección General de Educación Indígena de la SEP.

En esta comunidad somos de la etnia mixteca, de la región mixteca, y atendemos a los niños hoy en día con cinco docentes, que atienden un grupo cada quien; hay dos grupos de primer año, hay uno de segundo y dos de tercero. Debo enfatizar que aquí en esta comunidad hay mucha migración, aquí la mayoría de los vecinos se van a los Estados Unidos, y esto se ha reflejado un tanto en el sistema escolar, toda vez que los niños ya no practican regularmente la lengua indígena, que es el ñuu savi, entonces el papel de nosotros, los trabajadores del sistema educativo indígena, es ir rescatando, reforzando y fortaleciendo la lengua indígena. Aquí, el fundamento de nuestras actividades es el sistema bilingüe, aunque nos cuesta un poco llevarlos de esa manera, toda vez que los niños por lo regular ya son hablantes del español, hablan ya muy poco la lengua mixteca; sin embargo, el esfuerzo se está haciendo y justamente en este ciclo escolar trabajamos sobre un proyecto denominado “hongos zeta”, un proyecto didáctico y productivo. Ese proyecto lo culminamos precisamente en el mes de marzo y nos dimos cuenta que sí se está perdiendo la lengua mixteca, el ñuu savi. Porque los jóvenes, los adultos que se van a los Estados Unidos traen otras costumbres, otros hábitos, otras formas de vida, a eso se debe a que se esté perdiendo la práctica de la lengua en la comunidad.

Cuando yo iba en la primaria, cursando el sexto grado, se fundó un albergue escolar en mi municipio, que es la comunidad de Santiago Apoala; se funda el albergue escolar y por medio de las autoridades municipales se tuvo que citar a los padres de familia para que inscribieran a sus hijos, y es así como me inscriben mis papás y es cuando tengo mi primer acercamiento con el sistema de educación indígena.

Después de ese ciclo escolar, como fue la primera generación ingresada de la escuela primaria -antes no había, esta fue la primera-, vino el que era titular de esa dependencia y prometió a los de sexto grado de esa generación algunas becas para los alumnos más destacados, para que continuaran sus estudios a nivel secundaria. Y es así como nos motivan a muchos de los alumnos. Entonces me tocó la suerte de ser uno de los alumnos elegidos para este estímulo, para la beca. Es así como me voy al distrito, porque en esa parte de la mixteca no había alguna institución en la que pudiésemos inscribirnos, me tuve que trasladar hasta el distrito para hacer la secundaria y gozar la beca, en ese tiempo del área indigenista, hoy CDI. Teníamos que entregar como requisito nuestro promedio y a los muchachos que bajaban de promedio se les quitaba la beca. En el caso mío, afortunadamente, tuve la suerte de conservar mi promedio y tuve forma de disfrutar la beca los tres periodos de educación secundaria.

Una vez culminada la secundaria, me dirigí al profesor Pedro Maldonado, que era director regional en ese entonces -hoy se llama jefatura-, en Nochistlán, y lo invité a mi graduación. Y él me dice: “si tú tienes todavía ganas, la voluntad de seguir estudiando, sigues”. Estaba cerca de Nochistlán, aproximadamente a unos 17 kilómetros, una comunidad que se llama Santo Domingo, donde funcionaba el CEA, Centro de Estudios Agropecuarios. Me dijo que me inscribiera y que me iban a asignar una beca por parte del INI, pero estar ahí implicaba pagar todos mis gastos: alimentación, renta, todo; entonces platiqué con mis padres y me dijeron que no tenían la posibilidad de apoyarme, ya que la beca por sí sola no era suficiente. 

Entonces fui y le dije eso al profesor Pedro, que no teníamos posibilidades y que si había una oportunidad de poder ingresar al sistema de educación indígena, pues estaba en disposición de hacerlo, solo que necesitaba el apoyo de él. Y me dice: “pues haz tu solicitud porque no solo eres tú; así como tú quieres, hay muchísimos que también quieren”. Hice mi solicitud, nos fuimos a Oaxaca a que nos examinaran, sobre todo en lengua mixteca y, pues, tuve la suerte de quedar entre muchos jóvenes, no recuerdo cuántos, que no eran solo mixtecos, eran de otras etnias, pero éramos varios, de Huajuapan, de Tlaxiaco, de Putla de Guerrero. 

Finalmente presentamos el examen y como al mes, mes y medio, ya me comunicaron que fui uno de los elegidos para ingresar, pero para ello tenía que ir al Curso de Capacitación, como se llamaba en ese tiempo un curso de inducción para ingresar como educador. Entonces es cuando me voy a un centro de integración social de San Antonio de Eloxochitlán de Flores Magón, perteneciente a la Región de la Cañada, y ahí en ese lugar estuve durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, dos meses y medio; incluso ahí hubo otro filtro, los que no respondieron quedaron fuera. Era un curso intensivo que nos daba una embarradita y vámonos.

Regresamos y nos dieron una constancia de conducta y de aprovechamiento. Retornamos varios, todos los hombres que pudimos aguantar los dos meses, porque muchos se fueron antes. En diciembre de 1979 ingreso con mi orden de comisión para ir a trabajar a una comunidad a partir del 15 de enero de 1980; es así como entro a la educación preescolar, dentro de un sistema de castellanización, como se llamaba entonces. Hace 31 años. Por contrato, no por plaza, y es hasta marzo de 1981, cuando me dan una clave, a partir de entonces cuentan mis años de servicio, por ello acabo de cumplir 30 años de manera oficial.

Muchos de mis compañeros se fueron a otros niveles, se fueron a primaria en el mismo sistema, otros a telesecundarias, y yo fui de los pocos varones de preescolar, porque normalmente las mujeres son las que han ocupado los cargos en este nivel. La satisfacción es que me inicié en el nivel de preescolar y me voy a retirar en este mismo nivel.

Hongos setas

El proyecto del cultivo de hongos setas. Al inicio del ciclo escolar la supervisión escolar nos pidió a nosotros que pudiéramos convencer a los padres de familia para formar comités de padres y docentes con el fin de armar un proyecto sobre el que queríamos trabajar con el sistema bilingüe. Una vez reunida la comunidad, hubieron varias participaciones, varias intervenciones y, finalmente, por mayoría, se decidió por el proyecto de hongo seta. Un proyecto educativo y productivo a la vez. Un proyecto desconocido para la mayoría, pero también por ello quisieron involucrarse, y así es como en esa reunión se creó un taller de trabajo. Así estuvimos trabajando con los padres de familia y alumnos aunque, ya en el proceso, nos encontramos con necesidades que tuvimos que ir consiguiendo, así como algunos procedimientos con cierto riesgo para los alumnos, por lo que tuvimos que tomar medidas. Se llevó a cabo y finalmente quedaron de alguna forma satisfechos con el resultado. Iniciamos en el mes de octubre y lo culminamos en el mes de marzo. Fue un tanto tardado, ya que primeramente tuvimos que hacer acopio de los materiales, hicimos un calendario. La participación de los niños fue fundamental, tuvieron que traer paja, totomoxtle, algunos utensilios necesarios y los docentes también contribuimos con olotes. 

En la investigación decidimos que lo haríamos con paja, pero nos dijeron que si mezclábamos la paja con el totomoxtle y el olote funcionaba mejor, que íbamos a obtener más producción. Conseguimos esos materiales, un tambo grande para ponerlo al fuego pero, ya que todo el proceso fue amplio y detallado, en algunos momentos hubo que tener mucho cuidado porque era peligroso; tuvimos que adecuar el proceso de acuerdo a nuestras condiciones y el nivel de desarrollo de los niños, que aquí son pequeños. En algunas actividades solo participaron como observadores y de esa forma no representó ningún riesgo para ellos. Todo era bastante desconocido, nadie tenía experiencia, pero a partir de ese proyecto pudimos aprender. En la valoración del consejo técnico consideramos que el resultado fue bastante positivo, tanto en el ámbito educativo como en el productivo, considero que el logro de los objetivos anduvo en un 82, 83%, lo que nos parece bien.

Algo que vamos a defender. El sistema bilingüe es, en mi experiencia, creo, un tanto poquito complicado, puesto que hay que alternar la lengua madre con una segunda lengua. Pero a la vez también es motivante, porque eso nos conduce a que también nosotros como trabajadores hagamos conciencia de que nuestra cultura tiene un valor incalculable y está viva, la estamos nosotros conservando y nadie nos la puede quitar, es algo muy nuestro. Yo soy de una comunidad vecina, estamos cerca de la gente, somos mixtecos todos, hay una mínima diferencia, una variante, pero nos entendemos perfectamente y estamos, quiero pensar, estamos trabajando para mantener y fortalecer nuestra cultura, recrear nuestra lengua indígena que es el mixteco.

El principal obstáculo pienso que es la pobreza, ya que aquí mis paisanos emigran, y siento que ese es el obstáculo. Incluso muchos padres de familia ya vienen con otra ideología, ya no quieren que sus hijos hablen el mixteco, porque para ellos hablar la lengua mixteca, mantener vivas las costumbres y los valores de los pueblos, es un sinónimo de atraso, de ignorancia, de estancamiento. Así lo ven. Tal vez por ignorancia, por desconocimiento. Yo siento que ese es el mayor de los obstáculos. Hemos sido testigos de que los jóvenes que están regresando traen esa mentalidad; hoy son otros tiempos, “hoy en día hay que ver el inglés y el español”, así lo ven ellos. Pero nos corresponde a nosotros, a los viejos en el servicio, seguir insistiendo en que nuestra cultura, como la lengua en este caso, debe prevalecer, desconocerla es como perder nuestra identidad.

Si mañana me voy, por decir, la satisfacción que me queda a mí es haber contribuido con un granito de arena para apoyar de alguna forma mi cultura, trabajar con mis paisanos, con mis gentes los mixtecos; que en algunas ocasiones hemos podido aportar, mínimamente, pero hemos podido aportar en favor de este subsistema de educación indígena. En algún momento hubieron ofertas, de otro nivel, pero yo me sentí muy satisfecho con los niños de este nivel, de cuatro y cinco años, porque es muy noble la labor, los niños están inquietos de saber, ávidos de saber, de conocer y de descubrir. Y cuando uno trabaja con esos niños, pues, a mi manera de ver, es muy satisfactorio, ya que ellos no conocen lo que es el odio.

Me iré muy satisfecho, muy contento y porque de alguna forma contribuí en esto, apoyé a mis paisanos, a mis gentes, incluso a mis compañeros. Por el nivel ya no tuvimos acceso a otras claves directivas, siempre con clave como docente, sin embargo ya recorrí algunas comisiones, fui auxiliar administrativo de la zona, fui secretario general de la delegación, ya estuve comisionado como representante de mis compañeros en Oaxaca, ya estuve apoyando como responsable del área, de la jefaturas; estuve un rato como responsable de la supervisión escolar y aquí seguimos. Si al rato me dicen que me voy a trabajar en otro lado voy y lo hago, porque ya tuve esa experiencia y volver a vivir esa experiencia es como volver a vivir, para mí es satisfactorio.




Albergue de Fortín Alto, municipio de San Miguel Chicahua, Oaxaca

Prof. Saúl Cruz García

Mi nombre es Saúl Cruz García, estamos aquí en el Albergue Escolar “Ita yuyu”, en la comunidad del Fortín Alto Chicahua, Nochistlán, Oaxaca.

Ahorita estamos con el fortalecimiento de la lengua mixteca, en ocasiones se hacen textos literarios que son traducciones. Por lo que  yo he diagnosticado en el albergue solo un 60, 70 por ciento de los alumnos hablan el mixteco, con el resto la lengua se ha estado perdiendo su uso en las casas. Ese es uno de los propósitos del albergue, aparte de brindar alimentación y hospedaje, pues como su nombre lo dice: “albergue escolar indígena”, aquí se alberga a niños hablantes del mixteco y también aquí se les fortalece la lengua. Claro que nos queda muy poco tiempo para a hacerlo, porque van a la escuela y tienen bastantes tareas de sus maestros; sin embargo, se ha estado trabajado en lo poco que se pueda. Ahorita tenemos cuarenta becas, cuarenta alumnos. Aquí es su casa, aquí se quedan, se hospedan, solamente acuden a su casa cuando van a bañarse, porque aquí no tenemos las condiciones para que se bañen, los baños están deteriorados, están cancelados, y por ese motivo muchos de ellos se van a su casa en las tardes.

Necesidades ingentes. Habitan el albergue, en primera, los niños que carecen de recursos económicos en su casa; o bien, lo que son de rancherías o de parajes distantes a una o dos horas de distancia, por lo que ellos necesitan el servicio del albergue para poder estudiar.

Urge una remodelación de todo el edificio, ahorita en los dormitorios la lluvia gotea demasiado, a veces tenemos que enviar a los niños a su casa para que no se queden en las noches, porque se mojan las camas; a veces tenemos que juntar todas las camas o los chamacos se tienen que quedar de dos o tres en cada una porque si no se mojan con la lluvia. El techo está muy deteriorado.

Aparte de ello, quisiéramos que en el albergue se creara un centro de estudio, como el del proyecto de hongos. A largo plazo, ojalá podamos tener una línea de internet para los alumnos; en este ciclo se consiguió la computadora, se estuvo gestionando con el ayuntamiento y los padres de familia y es como se consiguió este pequeño equipo de cómputo, pero hace falta una línea de internet, más computadoras; la biblioteca está en pésimas condiciones; de hecho, no está trabajando, no se ha terminado.

De mi trabajo me gusta sobre todo el reconocimiento de los niños y de los padres de familia, mi satisfacción más grande es ver que ellos lo aprecian, ojalá lo sigan haciendo, sobre todo los comités, con los que hay una buena comunicación; con las autoridades municipales, que son unas personas que no nos han negado los apoyos que se han pedido. Esa es mi principal satisfacción.


Lo que pediría a la mejor es que nos visiten más, estamos muy abandonados, a veces hay trabajos que se realizan en los albergues, en un informe sugería un estímulo para los padres de familia, para los alumnos, para los docentes de los albergues, para que le echen más ganas, entonces se valoriza más. 

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