miércoles, 6 de septiembre de 2017

Educación indígena en Tejería, Pantepec, Puebla

Cuarta entrega del trabajo de campo realizado en las sierras de Puebla, Veracruz y Oaxaca, a propósito de la educación indígena.



6 de junio de 2011

Para llegar a la Escuela Primaria de enseñanza bilingüe “Aquiles Serdán” de Tejería, en el municipio de Pantepec, Puebla, es necesario ir de Huauchinango a Xicotepec de Juárez –o Villa Juárez, como la llaman aún los mayores-, sigue uno por Villa Ávila Camacho, luego Apapantla, Agua Linda y finalmente se arriba a las inmediaciones de Pantepec. Antes de llegar a la cabecera municipal, se toma un camino de terracería, a la derecha, rumbo a Tejería.

Este municipio poblano se encuentra en el declive septentrional de la Sierra Norte de Puebla y mira hacia la llanura costera del Golfo de México, lo cruzan dos enormes complejos montañosos divididos por el río Pantepec que lleva sus abundantes aguas para depositarlas en el río Tuxpan.

El clima, el sol, la humedad de esta zona de México facilita la producción de muchos cultivos y frutos, pero destacan el maíz, el frijol, el trigo, el cacahuate y el café; se cultivan hortalizas como calabacita y chile verde, en tanto que abundan huertas de mango, piña, aguacate, plátano, lima y limón. Por eso más del 80 % de la población se dedica a la agricultura.

En la comunidad tutunakú de Tejería, de unos 500 habitantes, nos recibe el orgulloso maestro Miguel Santiago María, director de la escuela, y nos acomodamos a la sombra de un enorme árbol, rodeado por un muro de sesenta centímetros, que es el centro de reunión de los recreos, de las juntas de madres de familia e improvisado comedor comunitario. Sobre el muro, uno de los maestros explica las bondades de la limpieza y la organización comunitaria, secundado minutos después por una madre de familia que hace lo propio, con singular elocuencia, desde su perspectiva doméstica. Una vez despejada el área, en dos sillas traídas a propósito, el director Santiago María me explica los pormenores de su actividad docente y el profesor Miguel Luis Aparicio me da una brillante descripción de la enseñanza, no solo de la formalidad académica, sino de una cosmovisión largamente vilipendiada y combatida por las tendencias reaccionarias de la educación.



Profesor Miguel Santiago María, director de la Escuela “Aquiles Serdán”
Comunidad totonaca de Tejería, Municipio de Pantepec, Pue.

El nombre de la comunidad es Tejería, pertenece al municipio de Pantepec, Puebla. El nombre de la escuela es Aquiles Serdán. Mi nombres es Miguel Santiago María, estoy a cargo de la escuela, soy el director comisionado, llevo un año de dar mi servicio aquí.
En primera, pues la opción o la oportunidad, porque yo hablo la lengua indígena totonaca, y eso es lo que me facilitó para presentar examen en Huauchinango y, posteriormente, los que aprobaban tuvieron cita en la ciudad de Puebla. Yo hablo totonaca porque es la raíz de mis papás, de mi mamá, de mi familia y siempre he practicado la lengua indígena.

Soy parte de la educación  indígena, mis primeros maestros lo fueron, estudié aquí y por suerte doy mi servicio aquí también. La comunidad tiene cuarenta y dos años desde que se fundó y la escuela lleva treinta y dos años con su sistema de educación indígena, de maestros bilingües, hablantes del totonaco.

Como no hay referencias, yo les doy ideas a los niños: “si ustedes quieren ser maestros o futuros ciudadanos que tengan más espacios, deben de valorar su lengua, deben de valorar su cultura, porque el que habla dos lenguas tiene más oportunidad de participar, quizás en las empresas o en otro lado”. Aquí hubo un joven que tuvo la oportunidad de estar en Colombia, porque la comunidad pertenece a una organización que la está apoyando con el bambú. Entonces trabajaron con los jóvenes de la prepa para ponerles su conejo, su panadería y su invernadero, pero fue un fracaso porque no había experiencias. Pero dentro de esa organización, un joven de la prepa tuvo esa oportunidad de irse a Colombia, porque el joven de preparatoria, que domina una lengua indígena igual, tuvo esa opción. Entonces les hago ver a los pequeños de primaria: “vean a este muchacho, por dominar una lengua, no solo el español, tuvo esa oportunidad, digamos, de volar -porque yo nunca he tenido la oportunidad de volar ni a México, ni siquiera a Poza Rica- y se fue muy lejos”. Regresó y nos explicó y comentó de su experiencia. Eso fue a raíz de su dominio de dos lenguas. Fue a dar una conferencia sobre la importancia de la lengua indígena.

En primera, hay competencias, hay retos, hay críticas, entonces nosotros seguimos defendiendo nuestro sistema, nuestra escuela es lo mejor para nosotros. Cada quien defiende su escuela. Por ser bilingüe, los alumnos se dan cuenta a través del libro de atlas, a través del libro de geografía universal y a través de Internet, se dan cuenta que las lenguas existen, entonces hay que seguir valorando la nuestra. Claro que si nuestras mamás, nuestros abuelos, dejan de platicar a sus hijos y a sus nietos, contribuyen a que se pierda. No será ni el Estado ni nadie el que venga a acabar con nuestra cultura, los mismos papás jóvenes son quienes van a hacer que la lengua se vaya perdiendo, se vaya opacando. Deben tener mucha conciencia los papás jóvenes, porque son ellos los que nos deben de dar fuerza para que la lengua se vaya conservando, porque los abuelos se van acabando, cuando un abuelo muere se pierde una parte de la lengua de una familia. Entonces los que nos pueden respaldar son los papás jóvenes, para que pueda prevalecer nuestra cultura, nuestra lengua.

Entre los obstáculos de nuestro sistema de enseñanza, el papel más importante es el que hacen algunos de los papás jóvenes que ya casi no platican con sus hijos en la lengua materna, ese es un primer reto. A través de pláticas les decimos: “son ustedes mismos responsables que sus hijos vayan perdiendo la lengua, que se hable nomás en español.” Otro obstáculo enorme es el de la tecnología, la computadora, el Internet, la televisión, los medios, la publicidad, todo está en puro español o está en inglés. Eso es lo que nos está opacando, nos está dominando, eso es. La publicidad nos está opacando, por eso nosotros, como escuela, tratamos de hacer publicidad, digamos, local, porque no podemos meternos más allá, porque implicaría otros gastos. Y con la ayuda del Ayuntamiento, que nos va a respaldar con carteles, con lonas, con bardas, al igual que con anuncios como rutas de evacuación, de bienvenida, mensajes sociales y centros recreativos en nuestro idioma, pensamos luchar contra eso, para que la gente que venga también tenga una probada de nuestro idioma. Nuestro nombre dice “educación indígena”, “educación bilingüe” y no se ve.

Con las clases los niños responden, las actividades escolares ayudan a que la comunidad se meta en la cultura local, que es lo que ha faltado. La cultura que estamos impulsando es no quemar los plásticos, tratar de reciclar y venderlo, generar algo de monedas para necesidades de la escuela como papel, marcadores, en algo nos va a servir. Esa actividad es la que están haciendo los pequeños.

Bueno, en el caso de sexto grado, como solo somos tres maestros, en cada actividad se escoge un tema; digamos, ahorita, es sobre la basura: cómo concentrar la basura, luego se clasifica: nombres, tipos, entonces todo lo hacemos en totonaco. Hay niños que no entienden muy bien el totonaco, se le dan instrucciones. Pero sí se llega a meter el español como aclaración. También me da mucho gusto con el curso que recibimos en Puebla, el de parámetros, que lleva el maestro Miguel Luis, donde se ve que hay más futuro, hay más esperanzas con los niños de primero y segundo, porque como están empezando, a pesar de que la lengua es de aquí, para ellos es una novedad porque a la mayoría les hablan en sus casas en español. Pero la actividad en lengua indígena, para mí no es problema porque yo lo hablo y la mayoría de los niños lo hablan, pero casi no lo quieren escribir, o al revés, y eso es un problema, son las consecuencias o son los retos que tenemos que superar.

A veces vemos otra clase de problemas y les hablo a las mamás para señalarles dónde está el problema. Así, entre ambos, con la ayuda de ustedes, vamos a superar el problema, vamos a solucionarlo, porque aquí todas las mamás, todas las familias, hablan el idioma tutunakú.

Otra actividad es la elaboración de libros. A través de la organización del supervisor se distribuyeron temas, a nosotros nos tocó variedades de camotes, entonces los alumnos hicieron una investigación, sacaron variedades de camotes, se tomaron fotos, se fueron armando y ahí están los libritos de los niños que se van a quedar en la biblioteca como parte de una actividad. Como nos decía el maestro Arturo, si nosotros somos la educación indígena, debe haber sustento en la biblioteca, debe haber memoria, porque los abuelos saben mucho, pero no les preguntamos, o si les preguntamos no lo escribimos, entonces se nos está escapando la biblioteca. Algo importante, y qué bueno que a través de la visita de usted nos sentimos más estimulados, porque cuando viene gente importante, como es el caso de ustedes, o en el caso de otras visitas que tuvimos el viernes, a la gente le da gusto, qué bueno que somos tomados en cuenta, porque aparentemente dicen: “no, Tejería es un pueblo pequeño, quién lo conoce, quién lo sabe”; pero les digo, si ustedes van al Internet, buscan Tejería en Internet, le dan clic, ahí está Tejería.

El vestido tradicional se está perdiendo. Hay una sola persona, que es mi tía, es la única persona que porta tu traje típico. Ya no hay. Mi papá así era, tengo una foto, pero hoy mi tía es la única que porta su ropa indumentaria. Les digo a los niños: “vean, nosotros mismos acabamos con nuestra cultura, el mismo sistema”. Mi esposa me decía: por qué no se platica con los alumnos, con los padres de familia, que todos porten en vez de pants, que se pusieran su calzoncito tradicional de manta para hacer ejercicio. Sería mejor. Eso está pendiente, revalorar de nuevo y revivir la indumentaria, porque nos queda solamente un por ciento del total del pueblo. Nosotros hemos participado en eventos, yo tengo mi traje típico, pero… hay un pero. No lo porto porque estoy más cómodo así, nos acostumbraron desde pequeños, pantalón, zapatos. Pero nunca es tarde para empezar.

En el caso de nosotros, de los que hemos aprendido del campo, tenemos cierta relación con la naturaleza, la mayoría de los niños saben de la siembra, eso es una herencia de los abuelos, la selección de semillas, cuándo se va a limpiar el montecito para sembrar el maíz; todos esos valores de nuestros abuelos, los niños aún los tienen en el corazón, en la mente. Yo es lo que veo, porque aman a la naturaleza y conviven con los abuelitos. Por ejemplo, cuando hay un difuntito, digamos, ahí están, yo pienso que ahí es donde todavía se está demostrando ese valor cultural, porque hay otros lugares donde no, el trasporte por ejemplo, ahora los llevan en carro, pero antes no, los llevaban en el hombro. Ahora lo llevan en camioneta, como que se va perdiendo por ese lado; pero del sentir humano, del afecto, de la convivencia, pues yo veo que no se ha perdido, lo único que se ha modernizado es el transporte, es más rápido, menos peso; pero en la convivencia, yo veo que ahí no se ha perdido nada. En otro caso, vemos que las mamás van a traer sus taquitos después de la jornada que están haciendo por lo limpieza de la comunidad, y conviven, o sea “de traje”, y es bonito. Pero a veces hay otros momentos donde el niño trae el taquito pero es para él, no comparte, y eso no se inculca aquí, pues si traes cinco taquitos, debes compartir. Eso también yo siento que son valores que desde la familia se les han inculcado, porque ese afecto de familia, ese afecto de compañerismo no se debe de perder. ¿Quién nos va a valorar más que nosotros? Como vecinos, somos un pueblo pequeño y por eso es cuando se debe de estar más unido, porque todo eso perjudica otras situaciones, como la política, pero eso los niños todavía no lo ven. Los adultos quizás sí lo observan, pero ese es el detalle. Ahorita se fueron todos a limpiar al río, en grupo todavía hay solidaridad. Eso es muy importante para nosotros, de manera personal para mí, y a nombre de mis compañeros que trabajan aquí, que también dominan la lengua indígena, también aman su trabajo, porque es nuestro sustento, de él vivimos, gracias a la lengua indígena. Eso es lo que a mí me hizo incorporarme al sistema.

Nosotros tenemos el rescate de nuestra cultura como proyecto. No lo tenemos por escrito, solamente es un enunciado de rescate de nuestra cultura, lo tenemos en mente pero no lo hemos armado. Si no escribimos, puede haber muchas cosas en la comunidad, pero mientras no se escribe, no existe nada. El tiempo se va pasando, y el día de mañana a los maestros nos cambian, somos rotativos, ya estamos en otra escuela, allá el proyecto puede ser otro, entonces las cosas se pierden.

Un proyecto más grande es lo que ha faltado, pero nunca es tarde para plasmarlo y para escribirlo, porque yo creo que eso es importante y a través de ese documento, de ese escrito, si llegara a existir, gente como usted vería que ese texto viene de Tejería y se dará cuenta de que coincide con lo que dice el director, como que se asemeja, hay una congruencia con lo que dice después de una visita ocular como la que están haciendo ustedes.

Lo que estamos viendo más de cerca es la escritura, eso es permanente, se escribe, hay textos de los niños sobre su vida; lo escrito es como ver a los niños directo. Algo importante también es la etnomatemática; por ejemplo, el comercio, el rollo, digamos de cilantro; un rollo, son diez pesos. Porque no dicen “medio kilo”, aquí es por rollo, el rollo es lo de la comunidad; por ejemplo, un montón de mangos son diez pesos, ¿por qué no un kilo?, no, por montoncito, si va al mercado todo es por báscula, ahí no se regala ni un gramo, son exactos. Al contrario, ahí te roban, pero aquí todavía, para vender, es por rollos, por montoncito o por puños, así se acostumbra vender las cositas. Por ejemplo, una familia vende su pollo, ochenta pesos, y no lo pesan, porque si lo pesan entran los cuartos, medios, y ahí no se pierde nada; o sea, el comerciante que maneja números no pierde nada, y en el caso de la comunidad todavía como que le regala un poquito. Yo pienso que eso también es muy importante, los niños lo saben, pero no va escrito. Por eso, a través del impulso de la escritura, con la ayuda de papás, hacer una antología sobre el comercio y dejarla aquí en la dirección, para mí eso es importante.

En esta escuela yo convivo con mis hijos, con mis primos, con mis alumnos, y ellos son más como mi familia. Yo aquí tengo a mis hijos, a mis sobrinos, es una escuela familiar.



Prof. Miguel Luis Aparicio
Escuela “Aquiles Serdán” de Tejería, Municipio de Pantepec, Puebla.

Mi nombre es Miguel Luis Aparicio, trabajo en la zona escolar número 307 de Pantepec, con sede oficial el Pantepec, Puebla; llevo 21 años de servicio, actualmente tengo 43 años y me desempeño como asesor técnico pedagógico en esta zona.

Para que la educación sea bilingüe, en primera, tomamos en cuenta la lengua materna de los niños, en estos lugares la lengua predominante es el tutunakú, que en español le llamamos totonaco. Para abordar una educación bilingüe empezamos con su lengua materna, para que las instrucciones y toda la clase y la comunicación con los niños sea factible. Porque si nosotros llegamos hablándoles en español y ellos hablan tutunakú, la verdad no hay comunicación, cada quien habla su propio lenguaje y no hay esa comunicación que uno quisiera. Pero si nosotros llegamos al aula hablando su lengua materna la cosa cambia, de igual forma abordamos los contenidos del programa en su lengua. En el caso de un servidor, estamos trabajando en el diseño de proyectos didácticos en tutunakú; en esos proyectos didácticos el punto de partida es la lengua. Entonces iniciamos los proyectos didácticos a nivel de lengua, están hechos ya los del primer ciclo, ya están terminados, entonces esto se inicia con el nombre propio y se hacen ya cuando estamos trabajando la clase en lengua indígena. La clase es cien por ciento en tutunakú pero, para que el alumno transite de su lengua al español, el español no se deja a un lado, sino que se le enseña al alumno. Después de que tiene su clase de tutunakú pasa a su otra clase, que es la enseñanza del español como segunda lengua. En esa clase los alumnos aprenden a decir: “yo me llamo Juan, yo me llamo Pedro”. Conocen a los maestros, conocen a la escuela en español. Todo ese trabajo se da en el primer bimestre, en el segundo bimestre los alumnos empiezan a trabajar el álbum de letras para los de primer grado. Y para los de segundo trabajan el álbum personal. Y cuando ya empezamos a trabajar eso, los chicos conversan en su lengua y también van aprendiendo conceptos del español, porque hay algunos conceptos que no existen en su lengua y tienen que decirse en español, o en inglés, como es el caso del Internet. Y claro, nos regimos en una norma de escritura.

Las matemáticas. En estos últimos tiempos tenemos un buen avance en cuanto a las normas de escritura del idioma tutunakú, dónde están las reglas, cómo se debe escribir, por ejemplo, cuando estamos hablando de objetos en matemáticas. Hay clasificadores numerales en tutunakú. Cuando es español contamos: uno, dos tres, cuatro, cinco… no tenemos problemas, pero cuando estamos en la clase de tutunakú y el maestro no es hablante de la lengua tutunakú, enfrenta problemas, porque en tutunakú hay clasificadores numerales, en tutunakú no puedo decir “un árbol”,  en tutunakú digo “una planta de árbol”; o digo: una vara, o un poste, pero no lo digo igual que como lo digo en español. Cuando digo “ese es un poste”, en tutunakú, digo: “eso que vemos allá está largo y es un poste”. O sea, como que vemos todo demasiado descriptivo. Entonces, cuando contamos cosas esféricas, contamos de manera diferente, decimos: “lakatil”, o cuando contamos hojas de papel, decimos “ojtil”. En el tutunakú es muy importante que el maestro sepa y conozca los clasificadores generales porque, si no, no va a poder dar su clase de matemáticas, porque el alumno, en lugar de entenderlo de manera clara, se va a confundir. También lo aprenden en español, cuando el maestro ve que el alumno lo ha aprendido en tutunakú, entonces se cuenta todo en español, de otra manera.

Por ejemplo, en la clase de tutunakú, cuando se trata de dar órdenes, vamos a pensar que a un alumno le decimos: “ve a la dirección a  traer el reloj”, así lo decimos en español, de manera muy general, ve por el reloj, pero no le decimos en qué parte precisa está el reloj. En tutunakú le vamos a decir: “niño, ve a la dirección y me traes el reloj que está en la pared de color azul”. Entonces el niño va, ve la pared y ahí está. O le decimos que busque el martillo, le decimos: “hijo, ve por el martillo, que está debajo de la mesa en la cocina”; o sea, el tutunakú es específico, es directo.

Ahora vamos a pensar en la poesía, que en tutunakú se describe tal cual es, como que es más realista. Por ejemplo, nos vamos a una poesía antigua en español, vemos como que hay demasiada metáfora; en lengua no hay mucha metáfora, es directa. No necesita metáforas porque se va directo. Claro, hay algunas metáforas, pero aquí la luna es la luna, y el árbol, árbol; es muy descriptivo y directo.

Hay diferencias porque en cuanto, por ejemplo, a los pronombres, pueden ir juntos al sustantivo, o sea, ir como si fueran prefijos; en cambio, en español forzosamente hay que tenerlos aparte; en la lengua tutunakú se junta el pronombre personal con el sustantivo o el adjetivo, lo que le da dinámica. Hay cosas que se dicen en tutunakú que en español no es fácil explicar. Por ello es que en estos últimos tiempos le estamos apostando mucho a la alfabetización inicial en lengua tutunakú. Claro, para los hablantes en lengua tutunakú. Algunos niños llegan en tutunakú y otros llegan en español, como el 50 y 50. La edad de los padres es muy importante, con padres más jóvenes los hijos hablan español, en padres más grandes o con abuelos, los niños hablan tutunakú.

Hay un proyecto específico a nivel nacional, estamos trabajando la asignatura en lengua tutunakú; en la zona el año pasado lo trabajamos a nivel piloto, este año ya lo estamos trabajando en su etapa de generalización, pero es un primer intento, pues cuando ya se habla de generalización tenemos muchos pros y muchos contras. A veces, cuando se va a la generalización, es más difícil. Abarcar como asesor técnico, pues, dar seguimiento a una escuela y a otra, a uno le implica mucho desplazamiento. Por ejemplo, en mi caso, que estoy llevando la generalización tutunakú en mi zona, entonces igual tengo que coordinarme con la parte regional y yo soy el asesor en la parte regional y en mi zona. O sea que se me duplica el trabajo. Entonces, si aquí están trabajando el tercer proyecto, en la escuela de Ejido Cañada también deben de estar trabajando el tercer proyecto, pero a veces los tiempos, las características de los alumnos no son iguales, hay alumnos que avanzan muy rápido y hay otros que avanzan muy lento.

El obstáculo serían aquí los estilos de enseñanza de los profesores, porque ha habido de profesores a profesores, hay profesores que todavía gustan de trabajar al estilo tradicional, en lo que siempre se ha enseñado: los niños en fila, calladitos y en todo momento se la quieren pasar explicando. Entonces, pobres niños, pues están sentaditos todo el día. Y hay otros en donde ya empieza a meterse la innovación, trabajan por equipos, exponen, hacen paneles, los alumnos como que se ponen más activos. Entonces depende mucho del estilo de enseñanza de cada profesor. Otro de los obstáculos es la distribución del tiempo; a veces, cuando un maestro es tradicionalista planea, pero como que todo es expositivo, a veces se lleva mucho tiempo en estar exponiendo, se explaya, porque el conocimiento está centrado en él, él es quien posee el conocimiento y por lo tanto él debe dárselo a los chiquillos. Y cuando el conocimiento se centra en los alumnos el maestro solo coordina, tiene que coordinar actividades, está ahí apoyando. Para mí, con el trabajo que estamos haciendo con la generalización de la asignatura tutunakú, la segunda opción es más factible. De hecho, los proyectos didácticos están hechos bajo ese enfoque, donde los maestros reciben su libro para el maestro y ahí vienen descritas las actividades bien pensadas para que se trabajen de manera individual, por equipos, por exposición, pero hechos por los alumnos, en ningún momento por el maestro. El maestro solo está allí para apoyar, para guiar, para animar a los estudiantes, él se convierte en tutor del aprendizaje.

Visión del mundo. Los niños, cuando son hablantes tutunakú, traen una visión del mundo. La visión de mundo que traen desde sus casas es diferente a la de los niños que hablan español,  entonces lo que estamos haciendo aquí es que esos niños conserven su lengua, pero al mismo tiempo conserven su cultura, su forma de entender el mundo, el universo y su relación con la naturaleza, porque el niño que habla español, su forma de ver el mundo es diferente, él se va a la tecnología, los adelantos tecnológicos; el niño que habla tutunakú vive pensando en otras cosas, el niño tutunakú ve el agua y sabe que al agua hay que respetarla, las siembras, el maíz, todo merece un respeto. El niño tutunakú no es dueño de la tierra, es parte de la tierra, él pertenece a esa naturaleza; en cambio, el que es hablante en español dice: “ese terrenito que ves ahí es de mi papá y también es mío, todo lo que sale de ahí es mío, el dinero que salga de ahí es mi dinero”. En cambio, el niño tutunakú no viene pensando en dinero, está pensando en la tierra misma, en él pero como parte de ella, él cuida todo lo que hay ahí, él no lo destruye, no viene pensando en destruir. Esa es la parte fundamental que estamos trabajando, que estamos tomando en cuenta, retomar la cosmovisión de ellos para que, al mismo tiempo, cuando ya sean grandes, comparen esas cosmovisiones. No quiere decir que van a desvalorar lo que ellos tienen ni que van a rechazar todo lo que hace la gente que habla español, sino que va a ser una mejor forma de entender el mundo.


Lo que más me ha gustado. Llevo tres años en este programa; en un principio, cuando comencé, lo veía yo demasiado utópico, lo que me parecía realizable era enseñar a leer y escribir en lengua, solamente, pero ahora estoy viendo que va más allá, que después de haberle entrado a este programa estoy encontrando que los niños se valoran más. Cuando hacen su álbum personal es lo que más me ha impactado. Les digo a los niños: “regálame tu álbum”. “No, maestro, es que es mío, no se lo puedo regalar, me dio trabajo hacerlo y ahí dice muy bonito todo lo que yo he hecho desde que nací”. Y me lo dicen en tutunakú. Son los primeros esbozos de hacer un libro personal, pero ellos están entrando también a la cultura del libro. No es fácil que las culturas indígenas entren a la cultura del libro en su propia lengua. Porque el álbum que están haciendo es en su propia lengua. Y luego, claro, aquí hay algo bien importante, para que los niños lo hagan, el maestro, antes de decirles que ellos van a hacer un álbum personal, él ya debe llevar un álbum personal hecho, él debe narrar su vida para que ellos lo vean. “Esto es cuando yo era bebé…”, y así se va narrando en lengua tutunakú. Y los niños se entusiasman y se dan cuenta de quién es verdaderamente su profesor, se dan cuenta que su maestro también es alguien que salió de la comunidad, pero que ahora es profesor y es quien les da clases. Y así es como se animan a escribir. Eso es lo más agradable y grandioso que he visto. Y los padres. Hay unos padres que dicen: “profe, pero por qué apenas hasta ahora, si nosotros hubiéramos decidido hablar tutunakú de niños sería otra cosa, pero no hemos tenido ese privilegio”. Y les decimos, “nunca es tarde, señores”. Ahora, incluso, muchos de ellos están aprendiendo a escribir en su lengua porque ven que sus hijos lo están haciendo. Y están muy contentos. Ellos fueron reprimidos para que no hablaran su lengua, incluso en la actualidad hay quejas a nivel de derechos humanos, de manera oficial, hay gente que se ha quejado de esa represión y están demandando que se les enseñe en su propia lengua. Eso es bueno, porque hace diez o quince años se estaba perdiendo de manera vertiginosa, las lenguas indígenas iban en picada. Ahora, con este trabajo que estamos haciendo se empiezan a revitalizar. Una señora que trabaja en Teziutlán, que habla tutunakú al cien por ciento, me acuerdo de su nombre, se llama Elsa, es presidenta del comité de padres de familia de Zihuateutla, cuando le preguntamos qué sentía ella en el hecho de que su pueblo hubiera sido la sede para la normalización de la escritura en lengua tutunakú, ella nos decía de manera muy gestual: “me siento orgullosa, porque con esto vamos a revitalizar nuestra lengua, la vamos a elevar, la vamos a poner en un rango alto de nuevo, como estaba antes”. A la señora se le ilumina la cara y se ve contenta cuando empieza a hablar de esto. Tiene razón, tiene bastante razón.

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