sábado, 28 de noviembre de 2020

Recuerdos de educación indígena

  


El Diccionario de la lengua española interpreta la palabra “indígena” para definir a la población originaria  de un territorio cuya presencia en el lugar antecede a la de otros pobladores que llegaron después, habitualmente de Europa.  (RAE, 2001)

Sinónimos de “indígena” son las palabras: nativos, pueblos originarios o aborígenes, esta última proviene del latín ab origine, que significa "desde el comienzo" o "desde el principio", lo que no quita que un locutor de Televisión Azteca la haya utilizado para referirse a una pandilla de aficionados futboleros que causó destrozos en el estadio. Tanta es la confusión.

Indígena, pues, es aplicable a todo aquello que es relativo a una población originaria del territorio que habita, que precede al de otros pueblos o cuya presencia es lo suficientemente prolongada y estable como para tenerla por oriunda, por lo que se aplica a pueblos y etnias que preservan las culturas tradicionales o tradiciones organizativas anteriores al estado moderno, culturas que sobrevivieron la expansión planetaria de la civilización occidental. Es decir, “indígena” sirve para separar a los pueblos que no tienen ascendencia europea, que en sí mismos representan una antítesis de la cultura europea, aunque esto no necesariamente sea aplicable a toda realidad, pues existen pueblos con culturas preeuropeas a quienes no se aplica el término de indígenas, es el caso de los hindúes –paradójicamente, pues es ahí de donde nació la confusión colombina que devino concepto–, así como los chinos, japoneses, persas, árabes, judíos, egipcios y esquimales, entre otros. Aunque en esencia sean indígenas todos.

 


Donde no hay grado de confusión es en América, donde tenemos 500 años llamando indígenas a los pueblos originarios de aquí, también llamados amerindios, indios y nativos americanos y en donde nunca se nos ha ocurrido que puedan tener un nombre propio, que quizás los podríamos llamar como se llaman a sí mismos. Preferimos meterlos a un costal llamado indios 05 que, como vemos, no explica mayor cosa.

En México, la definición histórica de indio, de lo indígena, tiene su origen evidentemente en la conquista española de 1521 y el largo periodo colonial, en el que hubo múltiples y controversiales argumentos sobre lo que había que entenderse por indígena, como lo ilustra Luis Villoro en Los tres grandes momentos del indigenismo mexicano. Parte importante de esa discusión transitó el paso hacia la vida nacional que sobrevino con la Independencia de España en 1824. Dejando a un lado las opiniones de sustancia racista, que eran las de la mayoría de los criollos y muchos de los mestizos acaudalados a costillas de la explotación de pobladores indígenas, lo rescatable en el siglo XIX son las opiniones de los escritores, educadores e intelectuales liberales que buscaron con numerosos prejuicios, pero sinceramente, una salida noble a las dificultades de los grupos originarios que sobrevivieron culturalmente tras la conquista.

 


Un breve recorrido por las opiniones de los intelectuales decimonónicos mexicanos nos da una idea de los sentimientos que movían aquella preocupación. Francisco Pimentel, lingüista e historiador observó que “tan triste es su situación que solo se alegra al ver morir y llora al ver nacer” (Villoro, 1979:183). Pimentel dedicó buena parte de su obra a descubrir el declive de las civilizaciones indias, en las que observó una religión bárbara; despotismo de sus gobiernos, educación cruel, comunismo y esclavitud, culpando de su estado a la “degradación sufrida” en manos de los españoles y a la falta de una religión ilustrada, como la católica. A pesar de ello, Pimentel no tiene duda de su educabilidad, “si acaso Camper tiene razón sobre su capacidad craneana”, para lo que sugiere impulsar la inmigración, blanquear México para la salvación nacional y el olvido de sus costumbres e idiomas, puesto que los indios podrían rebelarse, por lo que se les extermina o se les transforma: “matar o morir”. (Villoro, 1979:184)

Guillermo Prieto critica su brutal explotación y su sometimiento al vicio, esta situación “frustra todas las combinaciones políticas” en el modo de ser de México. “En el fondo de ese cenagal de vicios… resplandece la idea del dominio pasado, el resentimiento de la dignidad ultrajada… el odio y la esperanza de venganza”. (Stabb, 1969)

 


El fundador del positivismo mexicano, Gabino Barreda, veía grandes esperanzas en la educación para moldear una sociedad. Pide una educación pública uniforme (1870), “borrar rápidamente toda distinción de razas y de orígenes entre los mexicanos”. La idea de Barreda fue retomada por Justo Sierra, Ignacio Ramírez, Rafael de Zayas e Ignacio Manuel Altamirano: hay que educar al indio, que Francisco G. Cosmes negaba por irrealizable, injusta e inútil. Sierra responde que el criterio de inactividad sistemática es contrario a la dignidad humana, a la verdad histórica y a la ciencia. Y cita a Comte y Littré: “una sociedad es más modificable cuanto más compleja sea”. (Stabb, 1969) De los tres, Ignacio Ramírez en 1860 tuvo la visión para pedir una educación especial, que apenas en 1982 el Estado mexicano tuvo a bien aceptar como opción viable: deben conocerse a sí mismos y tener nociones exactas de lo que los rodea –afirma Ramírez–, y su “entrenamiento vocacional” debe ser especial, pues los beneficiaría más que la enseñanza académica tradicional,  que además pugna por reconocer sus lenguas, sus formas de pensar, pues “no llegaran a una verdadera civilización sino con el idioma en que piensan y viven”. (Stabb, 1969)

Francisco Bulnes mira al indígena desde una perspectiva racista sin ambigüedades. Para Bulnes (“es un hombrecillo pendenciero, sucio y ladrón”) el indígena es patriota en su raza, pero no para la que lo ha oprimido. (Stabb, 1969) En qué medida los mexicanos independizados se parecían a los criollos que gobernaban antes. Eran ellos mismos, bastaba ver sus apellidos, opinaba el ingeniero Bulnes.

Llamado “ideólogo de la Revolución”, Andrés Molina Enríquez opinaba que el indígena a pesar de parecer inferior, su “adelantada selección” y “adaptación al medio” representa, en sentido biológico, a un grupo superior. Manuel Gamio, el padre de la antropología mexicana, desde su influyente paso por la primera Secretaría de Educación Pública, pidió no abandonarlos a su suerte; crear una política estatal para su progreso, para investigar y satisfacer sus necesidades y aspiraciones biológicas, culturales y psicológicas. Lo hizo, fundó el indigenismo mexicano, que en palabras llanas significaba acabar con las culturas indígenas, con el indio, transformarlo en mestizo. Desde un principio se le llamó asimilación. Había que mimetizar a los indígenas en los colores europeos de nuestras ciudades, volverlos civilizados. Impedir que se vieran a sí mismos, sino al nuevo ideal, que se consolida en la Revolución, del ser mexicano y de los valores nacionales representados por nuestras marcas, como el mariachi y el mole; un eslogan del lopezportillismo era: "México es uno, uno es México".

José Vasconcelos, primer secretario de la educación postrevolucionaria, pensaba que, no obstante su ignorancia y sus miserables sistemas sociales y económicos, los indios “son y pueden volverse aptos”. Recomienda con sagacidad “dejarse influir por el indígena, por su cultura y por sus artes”. Podríamos ser un poco más indígenas, razonó Mendizábal, apropiarnos de lo que nos corresponde como descendientes de ambas partes: españoles e indígenas, mestizos. Apropiarnos de su gran historia, su sensibilidad naturista, sus conocimientos agrícolas, interpreto yo, porque no puedo imaginar si le hubieran hecho caso, y hoy habláramos también náhuatl, o ñuu saavi o wawarrica.

Moisés Sáenz fue de los primeros antropólogos en experimentar sistemas para la política de asimilación indígena. Enfatizó su atraso, su aislamiento, “el ambiente pasivo” que los envuelve. Vive en “un medio de pobreza espiritual, de incapacidad económica y de aislamiento”. Su pobreza espiritual “es más bien una deficiencia de expresión que de cualidad espiritual misma”. (Sáenz, 1979: 106) Después de todo, expresó Sáenz, sus almas no están muertas; hay que despertar su deseo de aprender mediante su propia colaboración.

Alberto María Carreño, historiador y académico es un prolífico ensayista literario y revisor de textos de mística y poesía, él creía que no habrá solución a “la realidad social” mientras no se modifique de manera radical el “modo de ser de nuestros indios”. Y veía un solo camino: “total occidentalización”, pues como para otro secretario de Educación pública, Narciso Bassols, era urgente sacar de su postración y miseria intelectual a los indígenas puros. Transformarlos cultural, biológica, económica y socialmente.

Vicente Lombardo Toledano, junto a Miguel Othón de Mendizábal y Julio de la Fuente, pensaba que había dos vías para el tratamiento del indígena: obligarlo a mestizarse para incorporarlo a la economía y la cultura de la patria. Lombardo observó que nunca se pensó realmente en su beneficio, “siguieron siendo los parias de siempre… los asalariados paupérrimos; en muchos casos los esclavos”, como lo afirmó en la Conferencia de Pátzcuaro de 1940. La mestización y disolución de los indios es una falsa enseñanza del pasado. Debe haber otros métodos para colocar al indígena en un mismo plano de posibilidades que el mestizo y el blanco. Por otra parte –concluyó Lombardo–, el arte indígena ha servido para que no nos avergoncemos de ser mexicanos.

Gonzalo Aguirre Beltrán, el más influyente y moderno implantador del indigenismo en México, observó que el indio manifiesta situación de subdesarrollo, pero que en los estudios antropológicos de los pioneros mexicanos se da una “importancia exagerada” a la definición del indio y de lo indio, hasta 1949, fecha del II Congreso Interamericano de Cuzco “donde esta preocupación epistemológica alcanzó su clímax” y se abandonó “la idea de la definición personal para intentar su definición en el grupo organizado”.  La definición de “lo indio”, de “indígena” dejó de tener importancia trascendente, lo importante era el desarrollo integral del sistema que comprende indios, mestizos y ladinos. En ellos no era importante descubrir niveles de aculturación, sino los niveles de integración intercultural. El indio, pues, resumió don Gonzalo, es el sujeto de la acción indigenista.



No hay una explicación lógica que justifique el uso moderno de la palabra “indígena”, “indio”, “indito” para referirnos a los habitantes de los pueblos originarios mexicanos, persistentes sujetos de nuestro humor nacional (el chiste del indito es un género posicionado), la común invocación de lo abyecto y del atraso, la ignorancia y la suciedad, lo indígena, así como uno de los insultos más usados en nuestra amplia gama de improperios cotidianos: pinche indio.

Una penosa representación de la cerveza

El poeta ñuu–savi Kalu Tatyisavi, ganador del Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas 2012, declaró que es tiempo de redefinir conceptos como pueblos indígenas, indios y etnias, ya que estos contribuyen a continuar con el racismo, la discriminación y el olvido de la historia mesoamericana. (La Jornada de Oriente, Paula Carrizosa, 2013-02-26) ¿Será?

 

 

Bibliografía

Sáenz, Moisés, México íntegro, SepSetentas, 1979

Stabb, Martin S., América Latina en busca de una identidad. Modelos del ensayo ideológico hispanoamericano, 1890-1960. Trad. de Mario Giacchino, Caracas, Monte Ávila editores, 1969.

Villoro, Luis, Los grandes momentos del indigenismo en México. Ed. Casa Chata, núm. 9, México, 1979.


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martes, 15 de septiembre de 2020

Tráigame al niño

 


En el campo Guadalupe del municipio de Guaymas la cosecha de sandías está en su apogeo, es un día soleado y caluroso como son el promedio de los días en estas tierras del noroeste mexicano. Una sandía despanzurrada a la vera del camino  es el festín de unos niños que han comido hasta saciarse y que ahora cometen travesuras clavando palitos en la enorme fruta color  tragedia, que yace despedazada. Una vez que se quita la vista de los verdes campos de ajo o cebolla y se posa la vista en el camino o en el resto de los llanos el panorama es café tierra, amarillo desierto. Huizaches y jaras pueblan las lomas aplanadas por la erosión y el viento de la costa del Mar de Cortés. Las sombras son aquí un oasis de sobrevivencia que la gente valora con naturalidad. Es el 4 de septiembre de 2012. La profesora Carolina Zúñiga López y yo nos acomodamos en una estratégica sombra donde están los bebederos de agua del Preescolar Nueva Creación del Campo Guadalupe, municipio de Guaymas, Sonora, para que me platique su experiencia como educadora de esta asoleada lejanía. Hay personas que resuman empatía y eso es lo que se nota en la maestra Zúñiga, el cariño con el que trata a sus pequeños alumnos, parece una especie de mamá ambulante.

Hábleme de usted profesora, dígame qué hace por acá.

Soy Carolina Zúñiga López, tengo una licenciatura en educación y soy maestra y directora del preescolar. Tengo medio curso en Pronim, anteriormente había trabajando en regular, pero me interesó el programa, más que nada las condiciones en que se encuentran los niños es algo motivante. Al  principio se impacta uno, y más cuando ya estás dentro, te impactan mucho más. El ver tantas carencias de los niños, el ver cómo llegan. A mí me llamó mucho la atención, cuando recién llegué al campo agrícola, el interés que tienen los niños; a pesar de ser de muy bajos recursos, te das cuenta de su interés, de que ellos prefieren estar acá que estar en la calle, prefieren el aula. Dices tú: cómo es posible, hay ciudades y lugares donde los niños tienen mejores condiciones económicas y muchas veces no le ponen el interés que uno ve aquí. Eso es motivante para uno.

Ponerlos a la par

El reto de Pronim es  elevar el nivel educativo de los niños. Ahorita, por ejemplo, en el caso de primaria, donde los niños que están en cuarto, quinto año ni siquiera conocen las letras, no saben leer. Entonces yo me imagino que el reto es ese: elevar el nivel educativo y poner a los niños a la par del resto.

Los niños vienen de Guerrero, de Veracruz; más que nada, los que yo tengo son de Guerrero y de Veracruz, algunos tienen hasta diez años viviendo aquí, se van por temporadas a visitar a los demás familiares y regresan y siguen el ciclo que sigue. Los padres trabajan en la agricultura y recogen el chile serrano, el chiquitito, y ahorita acaban de terminar con lo de la uva y están más enfocados con el chile. Esos son los dos cultivos principales por aquí.

Me llaman mamá

Uno trabaja a lo mismo, a lo que es una escuela regular, con base en el plan de estudios 2011; se realiza la planeación, se basa en los campos formativos para clasificar las competencias que van a desarrollar los niños, básicamente en eso. Viene siendo lo mismo que en una escuela regular, pero sí, uno se da cuenta de las carencias y se adapta a ellas. Las carencias son primeramente económicas, muchas veces hasta de aseo; los papás salen, se van a las cinco, seis de la mañana; regresan, hacen algunas tareas, traen a los niños a la escuela y se vuelven a ir al mediodía. Entonces los niños pasan muy poco tiempo con los papás, uno se da cuenta que cuando llegan aquí al centro lo que necesitan es cariño, porque no lo reciben en sus casas; entonces llegan y tú les das una palabra de aliento a los niños, les dices algo, les reconoces su trabajo. Eso es motivante para ellos y te das cuenta que es la verdad, pues, a ellos les falta cariño. Es lo principal en todo niño. Me dicen mamá, o tía. Como que el cariño que les da esa persona ellos lo relacionan con uno, yo creo. Entonces sí es muy motivante ver eso, porque los niños te dan cariño y uno sabe cómo reconocerles eso.

Vivir en el campo

Soy de Pueblo Yaqui, no sé si conoce ciudad Obregón, cerca de 40, 45 minutos en camión. Salgo de ciudad Obregón, tomo el camión para Empalme –una hora cuarenta minutos– y de Empalme tomamos otro camión para acá –unos cuarenta minutos–, nos bajamos en una curva que está cerca de aquí del campo y, ya de la curva, el señor de la puerta o alguien que pase te da un “raite” y nos deja acá en el campo, si es que no alcanzamos un camión que te deja directamente aquí. Y si no, caminamos, como el día de ayer, han de ser como dos kilómetros de la curva hasta acá. Con estos calores llega uno todo bronceado.

Nosotras nos quedamos aquí. Nos venimos el lunes, como a las 4:30 de la mañana, y habitamos aquí todas la semana. El dueño del campo nos proporciona la vivienda, nos da un apoyo económico para la alimentación y eso nos favorece, porque desde que nos dicen: te vamos a mandar a aquel campo, sabemos de antemano que nos van a dar un lugar donde vivir, aparte del apoyo para alimentación. Eso no ocurre en todos los lugares.  También recibimos mucho apoyo de Dora Luz, que es la trabajadora social, y es ella quien se comunica con el patrón, nosotras no tenemos trato con él. Pero nos da la habitación grande, nos quedamos ahí cuatro maestras, en una habitación que está de aquel lado, tenemos una mesa para comer o, igual, para trabajar; tenemos una estufa, un refrigerador, una cama; lo que sí no tenemos es aire acondicionado, entonces está feo salir de los salones e irse allá porque es un horno. Lo que hacemos los días extremos es pedir la autorización para dormir en alguno de los camioncitos movibles porque tienen aire acondicionado. Tenemos colchonetas y ahí dormimos.

Conectividad no tenemos. Pero la maestra de secundaria cuenta con cinco lap. Entonces si alguna de las maestras necesitamos hacer uso de ellas nos hace firmar una carta compromiso de que vamos a hacer uso de ellas y tienen banda ancha. Entonces podemos checar correos y hacer algunas tareas.

Tráigame al niño y ya

Actualmente hay muchos apoyos, principalmente para los lugares marginados, agrícolas, te dan mucho apoyo. Está el programa de escuelas de calidad, está el programa de apoyo escolar, entonces es apoyo económico que te mandan para que hagas crecer el lugar donde te estás desempeñando, el centro, entonces esos apoyos sirven mucho porque ya no se le dice al padre: “tráigame los útiles escolares”, ni su cuaderno, ni lápiz, sino que aquí nosotros se lo vamos a proporcionar; “tráigame su niño con su acta de nacimiento” y aquí nosotros nos encargamos de todo. Muchas veces no traen acta de nacimiento, es lo que estamos viviendo ahorita. Acaba de iniciar el ciclo y hay muchos que se van de vacaciones, se llevan documentos y no los traen de regreso. Lo que se hace es una carta compromiso donde el papá se compromete a traer el acta de nacimiento antes de terminar el ciclo, por marzo, registrar al niño si no está registrado o ir por el documento al lugar donde lo haya dejado. Pero el niño no deja de estudiar, se recibe al niño.

En la ciudad, cuándo

Hay muchas satisfacciones. Primero te causa dolor el ver tantas carencias en los niños. El primer día que llegas y todavía no platicas con los niños, que ves las condiciones en que llegan, su forma de vestir –a veces no traen zapatos–, su carita toda sucia, con sus moquitos, te das cuenta y te llenas de impotencia. Los padres de familia no se hacen cargo y a la mejor no es porque no quieran, sino que las necesidades les prohíben hacerse cargo de ellos, ellos tienen que salir  trabajar, a eso vinieron. Pero te das cuenta también de que las niñas a temprana edad se encargan del hogar, tienen que hacer comida, cuidar al hermanito más chiquito, ir a lavar. Te das cuenta en los lavaderos que hay niñas muy pequeñas que se ponen a lavar la ropa de toda la familia. Dices tú: en la ciudad cuándo, ahí es más responsable el padre de familia y aquí no. Entonces a mí me da gusto el verlos, porque dices: a pesar de tantas carencias son muy unidos, aquí me doy cuenta en el preescolar que llegan las hermanitas a traerles su comida a los hermanitos chiquitos. ¿Lo hizo tu mamá? No, maestra, yo le preparé su sopita a mi hermano. O sea, se hacen cargo. A mí sí me da mucha satisfacción el ver todo eso, sí es deprimente verlos en esas condiciones, pero uno trabaja para que esas condiciones cambien y sean mejores. Por ejemplo, en el caso de los niños, ahorita tienen que venir con sus zapatitos, hay que procurar que vengan limpiecitos, peinaditos. A mí me parece muy motivante. El ver el cambio desde que el niño llega hasta que termina, sus transformaciones tanto educativas como personales.

Ya lo demás es lo de menos

Muchas veces preocupan las condiciones de trabajo, nosotras sabemos que aquí no estamos aspirando a una plaza. No sé, pero sí te motiva ver todo esto. Entonces es como: yo tengo ganas de trabajar y tengo ganas de tomar experiencia, porque más que nada es eso; voy a agarrar la experiencia y voy a ver la mera realidad, porque a la mejor en la ciudad no se vive esto. Entonces te enfrentas a esto y dices tú: ya lo demás es lo de menos. Porque aquí los contextos son muy diferentes, muchas veces los niños hablan hasta otro idioma, entonces qué hacer ahí, pues, si a la mejor nosotros no estamos capacitados para hablar otra lengua, pero cómo hacerle para que el niño te pueda entender. Entonces te enfrentas a muchas cosas y eso es lo que te da satisfacción.

Pues yo creo que lo principal es eso, o sea, las condiciones en que se encuentran los niños, el apoyo que se les tiene que brindar, tanto educativo como psicológico; muchas veces afectivo, porque también te das cuenta que existen a veces hasta abusos sexuales, en las mismas familias los niños son abusados. Y eso te causa mucho dolor, simplemente como ser humano, no tanto como un profesionista, como ser humano te das cuenta de eso y dices: cómo es posible de que llegue a ese grado este tipo de abandono.

jueves, 6 de agosto de 2020

El reto es que comprendan

La maestra Azucena Enríquez González, lleva primero,  segundo, cuarto y quinto de primaria de Lagunitas del municipio de Galeana, Chihuahua, muy cerca de la frontera de los Estados Unidos y de Sonora, el norte extremo de este estado extremo, donde se combina el paisaje caqui de la árida tierra con enormes vergeles de hortalizas y chiles de riego que se aparecen alternadamente en el paisaje. Al entrar al aula la encuentro rodeada de niños a un lado de su escritorio.

¡Son alumnos de todas las edades, maestra!

Las edades son variables, tengo niños en primero que tienen doce años, pero el niño no comprende, por  eso lo tengo en primero, aunque tenga esa edad; tengo niños de dieciséis años en cuarto, que ya comprenden, ya leen, pero empezaron igual, sin leer y sin nada; ahorita ya saben.

Atiende a uno de los niños y luego lo manda a su lugar.

Ahí batallando, pero ya les interesa  agarrar el libro y empezar a deletrear y a leer, a explicar, para mí los niños de cuarto son mis sabios aquí, porque empezaron sin nada, sin saber absolutamente nada, cero, aunque ellos tengan dieciséis, quince, catorce años empezaron de cero y, pues, yo me siento muy bien con ellos, porque ya saben leer, me identifican muchas cosas. Muchas cosas ¡híjola!, hasta el mínimo detalle. Hasta la limpieza se les enseña a estos niños, porque ellos llegaron descalzos, greñudos, pues vienen a trabajar; pero aquí tratamos de enseñarles la higiene, conseguimos cepillos de dientes con el Centro de Salud, que nos ha ayudado mucho, jabones, peinecitos; les damos unos quince, veinte minutos, depende del trabajo que tenemos y les damos tiempo para que se limpien sus manitas, que sepan limpiarse. Igual nos hace mucha faltan un baño, bastante; tengo señoritas, usted sabe que tienen necesidades, y muchas veces he tenido que salir yo en mi mueble, afortunadamente que puedo hacerlo ¿verdad?, y me las llevo a que se cambien porque aquí no hay donde. No es posible que lo hagan delante de los demás. De hecho, aquí atrás del salón de preescolar, ahí es donde hacen sus necesidades. Aquí enfrente de nuestro salón no se puede, van y hacen sus necesidades allá; nada higiénico de hecho, el profe no puede abrir las ventanas de aquel lado porque huele muy feo. Y pues, ni modo, qué hacemos, hemos tratado de ver por ayuda, pero pues no. Ahí sí no podemos hacer mucho. En lo que nosotros podemos, si una niña necesita ir al baño, o que está enferma, pues vamos y la llevamos, ya sea el profe o yo, dependiendo de cómo esté el trabajo, porque hay veces que él tiene menos niños, porque se fueron a una escarda lejos y le vino la mitad, por alguna razón; bueno, pues ve tú y lleva a la niña. Ahí nos acoplamos uno y otro, porque igual, de repente, él lo necesita.

Porque pongo su nombre

Aquí estamos como maestros aprendiendo de ellos también. Porque si viera tantas cosas que hemos aprendido, yo al menos, me considero que he aprendido a ser un poco más humilde. Me falta ¿eh?, me falta muchísimo. Pero me han enseñado mucho. ¡Híjola, no!, es que la diversidad que tienen ellos es espectacular, de veras: el habla, el saludar, el gusto por la mínima cosa. Yo, con mis hijas, tengo dos hijas, veo y les hago lo de sus cuadernos, que me los forras de no sé qué personaje, y ya ve que se usan tantas cosas; ellos, con un libro que les manda el gobierno, híjole, aunque no tengan ni un mono ni nada, ellos encantados: “maestra…”, agradeciéndome como si yo fue el rey de Roma. Les digo: no se los estoy regalando, es del gobierno. “Sí, maestra pero por usted”. No, bueno, es para ustedes, porque ustedes vienen y asisten, por su asistencia a ustedes les mandan sus cuadernos. Porque pongo su nombre, por eso les mandan.

Te llamas Carlos

En sí, prácticamente los seis, siete meses que están es poquito para lo que ellos necesitan, pero sí avanzan. Pues es que vienen en ceros, entonces aprenden a escribir su nombre. Ahorita, precisamente, estoy enseñándoles a llenar unos formatos y muchos no saben en dónde nacieron, no saben. La mayoría de los pequeños. Le puedo decir que a los de cuarto, que estuvieron conmigo, pues ya más o menos saben de dónde son y de dónde vinieron. Pero los demás no, de hecho, me pasan cosas chuscas. Le digo: A ver Carlos, vamos a hacer eso. No me llamo Carlos, maestra. ¿Entonces cómo te llamas? Zeferino, así me dice mi mamá. Veo su registro. No, tú te llamas Carlos. No, que no. Le hablo a la mamá y le pregunto: ¿cómo se llama tu hijo? Zeferino. No, pero si en el papel dice que se llama Carlos. No, se llama Zeferino, es que así se llamaba el papá y el abuelito del abuelito, y así sucesivamente,  pero yo no quería que le pusieran así. Bueno, pues ahí también hay que enseñarle al niño: sabes qué, no te llamas Zeferino, no le hagas caso a tu mamá; tú corrige a tú mamá y dile: mamá, me llamo Carlos. Entonces es un proceso de diario, que cuando yo lo llame Carlos él me ponga atención, porque desde recién nacido le dicen Zeferino, entonces desde ahí comienza el trabajo con estos niños.

Por qué no le llaman Zeferino, pero en los documentos se  llama Carlos, explicarle eso, profesora.

Termina una haciéndolo así, pero el chiste es que comprenda que se llama Carlos como está registrado en su acta de nacimiento, pero que le diremos Zeferino.

Todo un reto…

Un reto ¡híjola!, el reto es que el niño aprenda en todos los aspectos, no nada más en lo básico, lectura y escritura, no. Que comprenda que él va a salir afuera a leer un costal de algo y va entender qué dice aquel costal de no sé qué cosa, y lo verá en su trabajo igual al hacer una suma, una resta y una división. Y lo va a desempeñar al cien. Igual, el reto de este niño es saber de dónde viene y a dónde van, porque la mayoría de ellos llegan sin saber de ellos, como le digo, no saben ni cómo se llaman. Pero llegando a la escuela ellos sí saben a dónde van, porque ya tienen  una meta: pues yo mejor estudio y a ver qué estudio, ya sea para bombero, que es lo que te dicen muchos, o doctor; ahorita todos los de cuarto quieren ser maestros, ellos lo están viendo como una atracción. Entonces, el reto es que ellos comprendan a qué vienen y para qué, para qué vienen aquí.

A ver qué les pongo

En serio que les digo: ay, hijos de mi vida, es que les falta maestra; en serio, porque son muchos, entonces la mayoría de ellos necesita su tiempecito, que se pare la maestra ahí con él en un lado, que le digas: vas bien y así o así. Sólo alcanzo a cubrir la mitad y a la otra mitad le tengo que darle al siguiente día. Entonces, ahí es donde yo como maestra me atoro ¿cómo puedo decirlo?, porque la mitad ya avanzó y la otra mitad se me quedó atrás. Y qué hacer para que esa mitad no se me desespere mientras trabajo con la otra, no anden brincando en las bancas, no se salgan porque les encanta andar afuera pero es peligroso porque, como aquí no está cercado, pasan los muebles y demás. Entonces a ver qué les pongo en ese ratito en que unos ya avanzaron y los otros se me atrasaron, para que se entretengan. Y así me voy, siempre con la mitad atrasada.

Hay niños que por mucho que quiera uno seguir su planeación, no; o sea, es demasiado. Por eso les digo: hijos de mi vida, les falta maestra. Yo quisiera que la maestra tuviera mil manos para cuando me parara ahí en medio una mano estuviera allá y otra acá; los de cuarto ¡qué suave!, pero los de primero me tienen a perderme; pero yo no puedo darme, porque si me doy no lo explico al cien o me vuelvo loca, me impaciento y no se trata de eso. Entonces mejor, ni modo, aunque vaya poquito atrás, no le hace que  con la mitad, y la otra mitad se me atrase un día, dos días.

No es normal

A veces llegan hambreados. Me dicen: maestra, me das tiempo de ir rápido a comprar unas papitas o algo porque no alcancé a comer. Y cómo no los voy a dejar que vayan; ni modo, es tiempo que se pierde pero tengo que dejarlos, porque yo sé que acaban de llegar; hay veces que se bajan de las camionetas aquí enfrente y ahí se ponen a comer. Yo sé que llevan  lonches, sus garrafones de agua y de todo, pero no es igual, la comida es rica calientita. La mayoría llega a las cuatro y media, los más chiquitos sí me llegan a las cuatro, pero los grandes que trabajan más, les dan más carrilla o más trabajo, no sé yo, pero sí, llegan hambreados aquí. Sucios como llegan, sudorosos, pero pues ni modo. Al principio se me quedaban mucho dormidos, se arrullaban con mi voz. El primer año que empecé se quedaban como tres niños dormidos; decía: que aburrida debe ser mi clase, por qué se me quedan dormidos. Ya, los hermanitos me explicaban: es que se levantaron a las 4 de la mañana, no se preocupe, maestra. Pero yo decía: no es normal, no es normal; entonces, ya pasado el tiempo, como que el niño se fue acostumbrando a la maestra, no sé, ya después ya no se me dormían. O igual decían que estos niños ya no iban al campo, que los dejaban en la casa, conforme a las pláticas, porque aquí han venido a darles pláticas a los papás, y se les dice que tan chiquititos no los lleven a trabajar; más grandecitos sí, pero chiquitos, no. Pero bueno, le puedo decir que a la mejor la maestra trabaja más bien, le echa más ganas.

También tengo una vida

Los papás me dicen: oiga, maestra, para qué los quiere tan temprano, con dos horas que les dé, con una hora; por qué nos les da clases los sábados y los domingos. Oiga, pues yo también tengo una vida, también tengo trabajo y tengo hijas, para eso se les da en la tarde, para que logren la escuela. Ay pero sí, a los papás todavía les falta mucho para entender que sus hijos tienen que ir a la escuela, ellos dicen que primero está el trabajo. Dicen: si alcanza que vaya a estudiar, si no alcanza no.  Más bien es el niño el que ya está trabajando con el papá y la mamá; con los niños de cuarto, quinto, como ya les está sabiendo la escuela, le están agarrando juguito, entonces llegan a su casa y dicen: no, yo me tengo que apurar, voy a llevar mi lonche, voy a hacer más tortillas para que tú me dejes ir a la escuela; o sabes qué, yo ya te voy a ayudar más en el trabajo para que me dejes. La mayoría de ellos me platican que tienen que trabajar más para que los dejen venir. Sí, ellos lo negocian, pero porque les gusta ¿verdad?

Mi satisfacción

Mi satisfacción es… ¡Híjola!, que el niño llegue sin hablar español, sin leer nada, sin saber cómo se llama, ni dónde nació y que el niño salga del aula y sepa leer, sepa de dónde viene, dónde nació y cómo se llama; cuáles son sus alimentos correctos, porque también la mayoría de ellos no saben nada de eso. Hay algunos, créame, que no sabían cómo se llamaba una manzana, ¿por qué será?, porque su alimentación no está bien. Esa es mi satisfacción: que llegan sin saber nada y salgan conociendo el mundo a la mejor en libros, no le hace, pero ya ven las imágenes del mundo: ah, será esto o será lo otro.

Que sepan el sabor

Por decir, yo todavía no abarco bien el tema de la independencia, lo voy a meter apenas. El año pasado ya platiqué con algunos de ellos de la independencia, y ya muchos andan escuchando y viendo la bandera, y preguntan: maestra, qué no dijiste que era el mes de Miguel Hidalgo. Es la independencia, les digo. Algo se les quedó del año pasado. Aunque aquí es bien corridito, o sea, aquí más bien lo más importante le da uno prioridad, no puede uno estancarse así en una clase demasiado, si no, no les das nada, ahí se queda. Pero trata uno de lo más importante, poquito, así una probadita de cada fruta. No le hace que no se coman el manjar, pero que le den una probada, que sepan el sabor. No le hace que a la manzana le den una probadita, siquiera que sepan a qué sabe la manzana.

Empecé bajo un árbol

Creo que Pronim está dando muy buenos pasos, porque yo empecé dando clases abajo de un árbol, sentada en el suelo. Ni un bote. Y ahorita yo doy clases en un aula, con bancas, mi escritorio, mis pizarrones, con material de apoyo, mucho material. No creo que ahora que vamos para adelante vayamos a dar pasos para atrás. Pronto tendremos unos baños y unas cerca para que los niños puedan estar afuera, les encanta estar en esa rueda, yo nomás de verlos me mareo, pero ellos encantados. Me gusta mucho lo que estoy haciendo, de hecho trato de hacerlo hasta afuera de la escuela.



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jueves, 23 de julio de 2020

Ahora qué sigue


En la escuela Pronim de Monteverde, municipio de Janos, Chihuahua, nos recibe en su aula la profesora Liliana Arroyos Beltrán acababa de terminar la licenciatura en intervención  educativa en la UPN de Casas Grandes, dentro de la línea inclusiva, que atiende sobre todo los grupos vulnerables; lo que ella más trabaja es con niños con alguna necesidad educativa, ya sea con discapacidad o cualquier condición vulnerable. De hecho, ahorita su documento de tesis va muy relacionado con el área intercultural.


Llevo apenas un mes en Pronim, pero he aprendido mucho, porque ya tenía cuatro años que no estaba yo en la comunidad, a donde siempre han venido las personas migrantes, pero nunca había tenido tanta relación como la he tenido ahora. Creo que es una oportunidad muy buena atender a estos niños, tiene mucho que ver, nunca se les ha prestado la atención que deben de tener; en primer lugar hay mucha discriminación. Con este proyecto ellos se desenvuelven más, tienen más relación tanto entre ellos como con  las personas de la comunidad.

Yo soy de aquí, nada más que estuve cuatro años en Casas Grandes a donde me fui a estudiar. Antes yo pensaba igual que las demás personas, no les prestaba atención, no tenía relación con ellos. No los discriminaba totalmente porque, por ejemplo, mi mamá, a estas personas, que a veces eran cantadores, los asistía con comida. Y yo platicaba muy a gusto, platicaba mucho con los muchachos y sí tenía relación. Pero no tanta como la tengo ahora, que es directa. Los primeros días, les digo, cuando no traía uno en los brazos, lo traía en el cuello.

Hábleme de su metodología

Yo ahorita estoy con preescolar: primero, segundo y tercero de preescolar. Ahorita lo que estamos trabajando es sobre todo español y matemáticas, lo que serían las vocales y la numeración del uno al diez, solamente, porque sí batallan para comprender. Aunque trabajan muy bien, de todos modos sí batallan; ya ahorita hay algunos muy avanzados. Con los más chiquititos sí batalla uno más, luego que hay veces que nada más quieren andar jugando, como son muy energéticos, hay veces que no los puede uno detener en el aula.
Los más chiquitos hay veces que no comprenden, batallo mucho, pero como los más grandes sí hablan más español, ya ellos me ayudan. Pero  creo que todos hablan español.

¿Cómo juegan, profesora?

El juego lo usamos mucho, sobre todo con manualidades, pues les gusta mucho pintar, pegar y el juego en ocasiones, nada más que el juego sí lo toman más como otros aspecto, o sea, en andar jugando en los columpios, así, más físico; entonces, si yo quiero trabajar con ellos un juego que les deje algún aprendizaje no es tan fácil, en cuanto los saco afuera del aula  quieren irse más que nada a los juegos, sobre todo les llaman mucho la atención los columpios.

¿Cómo es su relación con ellos?

Son muy cariñosos, son muy apegados a uno, se apegan mucho a uno, lo que yo he aprovechado para que me trabajen poquito más. He establecido con ellos confianza, sobre todo, y trabajar con ellos de esa forma, que me tengan confianza y tratar, pues, de llevarme con ellos.  A veces algunos me dicen por mi nombre y algunos me hablan de tú, pero casi todos me dicen maestra; hay una alumna que sí me dice mucho Lily. Pero sí son muy apegados.

Preescolar fue primeramente de cuatro a ocho y ahorita se está trabajando de cuatro a siete; hay veces que se quieren ir muy temprano porque en cuanto llegan se vienen y ya traen hambre. O luego van llegando tarde, hay veces que unos ya llegan casi a la hora de salir, sobre todo los más grandes.

Ahorita los más grandes trabajan, los chicos no; antes sí se llevaban a los chiquitos, pero ya últimamente no, creo que hasta hubo un oficio donde los contratistas no podían traer niños menores de doce años. Pero todavía ve uno que andan pequeños, desde lo siete años, trabajando en el campo.

Minorías culturales

Ahorita apenas voy empezando y quiero terminar la carrera y todo, no sé qué voy a hacer en el futuro. Estoy trabajando aquí pero también me enfoco en concluir mi titulación, porque ahorita estoy en proceso de titulación y estoy trabajando mi documento de tesis, que se llama “Minorías culturales”; es una monografía, ahorita ya estamos en revisiones y debo seguirla completando, pero ya está estructurado todo. Hablo sobre todo de lo que es la minoría cultural; primeramente iba a ser un proyecto de desarrollo educativo, aquí en Monteverde, pero ya se me vino esta oportunidad y lo cambié a monografía. Los temas que trato son, principalmente, dar un concepto de lo que son las minorías culturales, realizar entrevistas sobre cómo percibían aquí en la comunidad a las personas migrantes, si se les hacía apropiado que se les diera un apoyo educativo, cómo se veía la discriminación. Entonces trato el concepto de minorías culturales, cómo es la educación, la discriminación en el sector salud y así, en general, el diferente contexto de ellos, el trabajo.

Mejores costumbres

La mayoría de los migrantes son de Guerrero, casi todos. Con ellos he tenido un gran acercamiento, pues siempre había batallado mucho para establecer una relación. Soy muy… no antisocial, pero sí soy tímida. Entonces he aprendido mucho, en primer lugar que la discriminación no tiene por qué haberla, si son personas que a veces tienen hasta mejores costumbres que las personas de la comunidad, entonces no entiendo por qué hacen eso. También, dentro de las encuestas que aplicaba yo, preguntaba si se les hacía bien que hubiera un proyecto educativo para estos niños; la gente me decía que sí, que era muy bueno, para que ellos durante su infancia aquí tuvieran una educación. Y ya cuando entro al proyecto y estamos trabajando hay una serie de problemas con la gente de la comunidad, donde no acepta que esté trabajando aquí en la primaria, y quejas de las madres de familia y así. Entonces yo no entiendo por qué tiene que ser uno con esa mentalidad, si son unas personas igual, no entiendo por qué hay esa discriminación. Entonces, pues, yo he aprendido mucho a convivir con ellos, he aprendido a ver de diferente manera el concepto que tal vez antes tenía de ellos, sobre todo por la experiencia de estar aquí. Yo ya había trabajado con  niños más grandes, pero ahora que me tocó preescolar dije: ah, caray, ahora qué, ahora qué sigue; pero ya, poco a poco ya. Estoy contenta.

jueves, 11 de junio de 2020

Tlacoachistlahuaca y la cultura


El funcionario del ayuntamiento de Tlacoachistlahuaca resultó ser una persona muy enterada de los sucesos y de la historia de este pueblo colonial de la Montaña de Guerrero. Es abril de 2002. Llegamos aquí contratados por el gobierno para realizar un estudio multidisciplinario para estudiar los cien municipios con más alta marginación de México, en una peregrina iniciativa calderonista llamada 100 X 100, polifónico nombre que no consideraba a los 350 municipios adicionales que ostentaban el carácter de “alta marginalidad”. Tlacuachis era el primero. Y sería el único. A mí me tocaba investigar el panorama cultural e histórico que después pondríamos en una página de internet,  propuesta de Sergio Mastretta con la participación de arquitecto Carlos Montero y su asistente Yasmín; periodistas y antropólogos como Miguel Ángel Domínguez y yo, y otros jóvenes agrónomos que completábamos el equipo.

Así que esa mañana nos separamos, y yo me quedé con Heriberto López Montellano, funcionario de aquel cabildo, con la mirada perdida sobre el horizonte del florido zócalo habitado de árboles ficus de figuras ornamentales que era la obra de un jardinero con iniciativa y tiempo, pues eran un montón.
La plaza de Tlacoachis
Me puse junto a su lado mirando en la misma dirección, con la misma atención; giré mi cabeza hacia la izquierda a donde estaba la iglesia, y sin ninguna presentación le puse el micrófono de mi grabadora alcance de su voz. Tuve buen ojo porque Heriberto resultó ser una autoridad de la cultura y la idiosincrasia de Tlacoachistlahuaca.

¿En qué creen aquí, Heriberto, cuáles son sus creencias? – le pregunté–.

Los amuzgos aún practican ritos de origen prehispánico, dedicados a la agricultura o a los dueños del monte, barrancas, ríos, arroyos, cuevas, etcétera, para recibir protección y cosechas abundantes de los seres sobrenaturales. Estos ritos y ceremonias son realizados por especialistas que, además de curar, fungen de sacerdotes y magos.

Los mayordomos, encargados de la fiesta, sufragan los gastos de la comida a la que se invita a todos los asistentes. Esto otorga prestigio y la posibilidad de ocupar en el futuro algún cargo mayor, de los muchos que hay.

Las principales fiestas se organizan en torno a los santos católicos. En San Pedro Amuzgos la fiesta patronal es el 29 de junio; en Xochistlahuaca se festeja a san Miguel el 29 de septiembre, a santa Ana, a la virgen del Rosario, a las Ánimas, a san José, a la virgen de Dolores, a la santa Cruz, al Divino Rostro. Y a la Preciosa Sangre; a santa María en Ipalapa y a san Sebastián en Cozoyapan. Además, en estas comunidades celebran el Carnaval, Semana Santa, Todos los Santos y Navidad.

Leí que en Tlacoachis predomina la religión católica, en los últimos años ha crecido la influencia de grupos protestantes como los Testigos de Jehová, Pentecosteses y la Luz del Mundo, que predican entre la población indígena principalmente. ¿Cuál es el compromiso de la gente, Heriberto?


Esta feria que le platico es de hecho la gente que acude es por alguna promesa, alguna intención para acercarse a la religión. Vienen a pagar una manda. Se paga a base de aportaciones económicas entre todos. Algunas personas ven la necesidad de la iglesia y dependiendo de eso van cooperando con la iglesia, no hay una costumbre fija de entregar una cabeza de ganado, sino dependiendo de lo que se necesita se hace la aportación.

Me dejó impresionado la precisión de sus explicaciones, fechas, nombres, como si lo leyera en un manual turístico. La primera respuesta me dejó satisfecho, así que hurgué en las regiones profundas, para después ir saliendo a la superficie, hasta llegar a la cultura de banqueta, que es el pueblo mismo. Hábleme de la cosmogonía y la religión amuzga y mixteca, Heriberto. Los dos pueblos originarios comparten la superficie del municipio. Aunque el sur, donde está la cabecera, todos son hablantes del amuzgo, Sheí Chué, su nombre propio. 

La obra de fray Gregorio García –leí en la página de CDI que existía entonces–, Origen de las Indias del Nuevo Mundo, refiere el tiempo en que aparecieron los primeros dioses mixtecos: un Ciervo, dios conocido como Culebra de León y la diosa un Ciervo, conocida como Culebra de Tigre. Der acuerdo con información del gobierno, de la desaparecida DSI, estas deidades fueron el principio de todas las deidades de los "indios" y fundaron su casa sobre una peña, junto al pueblo de Apoala, en La Mixteca Alta, mencionada como "lugar donde estaba el Cielo". Esta versión parece basarse en el Códice Apoala o Vindobonensis, que da cuenta del origen del hombre en la región Mixteca. En diversos códices se confirma el origen de los dioses junto con su héroe cultural más importante: Quetzalcóatl, fundador de todas las dinastías mesoamericanas. Su nombre calendárico es 9 Viento y preside el nacimiento de 53 personajes. El Códice Nutall refiere el casamiento de 5 Viento con 9 Lagarto, quienes fundan la dinastía de Apoala. Tanto en los códices como en la tradición oral se relata la fundación de poblados y el establecimiento de las dinastías a partir de dos elementos principales: los pueblos autóctonos mixtecos y la nobleza surgida de los árboles sagrados de Apoala. No obstante, la gente común del pueblo desconoce los relatos que quedaron en la memoria de los ancianos, depositarios de la sabiduría, y de algunos jóvenes estudiosos de los códices. (cdi.gob.mx)

Pensé que el patrón era Santiago Apóstol –lo interrumpí– ¿no es así?

El 25 de julio festejamos a Santiago Apóstol, casi como un segundo patrón. Se festeja más o menos en grande, se hacen tamales, buscan un comité que se integra de unas diez personas, quienes tienen el compromiso y la obligación de dar tamales y arroz con leche a toda la población. No le llaman mayordomía, le llaman capitanes a quienes se encargan de eso. Ellos entregan un tambo de tamales y otro de arroz con leche para todo el pueblo que acuda aquí, enfrente de la presidencia, pero todo es gratis. Se cierra con baile popular. Ellos tienen que aportar, junto al ayuntamiento, los tamales de carne con chile. La carne puede ser de pollo, puerco o res. La hoja es de plátano.


¿Pero es una feria también, como la de San Antonio?

La fiesta de Santiago Apóstol es en un solo día. Desde temprano inicia hasta en la noche, todo el día. Así como en la representación de Santiago Apóstol, todos los señores salen a caballo, todos los que quieran. Se visten con lo que puedan, no hay vestimenta obligatoria, pero salen a caballo y hacen un recorrido con el santo por las calles, y terminando el recorrido viene la fiesta. La propia gente encargada de organizar la fiesta, los capitanes, van cargando el santo. Ellos hacen promesas, además de otras cosas, lo importante es la promesa al santo.

El 25 de julio sí hemos tenido problemas, porque hay algunos que salen con sus armas, pues es la tradición del santo, y en esos días ha habido ocasiones en que resulta gente herida de bala y hasta muertos.

Bueno, pensé, dejaría de ser la Montaña de Guerrero. Heriberto puso cara de circunstancia cuando aludió a la violencia endémica de esta región del Pacífico mexicano. Pensé que podríamos comenzar a introducirnos a panoramas escabrosos. ¿Qué es El Machomula?, le pregunté.

La fiesta del Machomula que es como el Carnaval de febrero. Aquí hacemos una representación de lo que es Machomula con una piel de venado, que se teje, se hace al estilo como si fuera un burrito, pero la idea original es Machomula, y la costumbres de esos días es mojar a la gente con agua perfumada, aunque nunca falta alguien que avienta huevos o agua simple. Pero la gente mayor festeja tirándose agua con perfume a sus conocidos. Dura tres días, inicia el domingo previo al miércoles de ceniza, cuando comienza la parte religiosa, pues supuestamente esta fiesta representa para nosotros la diversión mundana, de algún modo representa el mal, y para el miércoles de ceniza todo mundo que festejó se purifica, acude a la iglesia a purificarse.

Pensé que sería una fiesta con animales, Heriberto, pero es con perfumes.

La fiesta animal que tenemos es el día 7 de diciembre, que es la fiesta en honor a la virgen de la Inmaculada Concepción.

Vista de Tlacoachis

De las fiestas civiles, como la del 16 de Septiembre, ¿cuáles son las que se festejan aquí, Heriberto?

Además del 20 de noviembre, que festejamos la Revolución Mexicana, también festejamos el 16 de septiembre, solo que aquí hay algo especial, pues no todos los pueblos tienen esa costumbre.

Bueno, pues son días de balazos –bromeé–.

Tal vez suene algo exagerado, pero el 15, cuando se da el grito por parte del presidente, todo mundo empieza a tirar al cielo con sus armas. Parece que es la guerra, parece la revolución y hay personas que vienen de fuera que se asustan a ver tanta gente armada y tantos balazos, creyendo que algo grave está pasando, pero simplemente es la costumbre nuestra de festejar de esa forma. Afortunadamente nunca ha pasado nada, ningún accidente con las armas de fuego.

Los dos tocamos la gruesa rama de un árbol al que nos habíamos acercado, tal vez tocando madera para desahogar la buena vibra de la paz. Hábleme del baile en las ceremonias, Heriberto, ¿cuáles son las costumbres?

Cada año se hace, de acuerdo con nuestras costumbres, una danza de la conquista, como le llamamos, que representa la conquista de México, con los españoles y los aztecas como protagonistas. Dura aproximadamente unas 16 horas su escenificación, se inicia como a las 9 o 10 de la noche y se termina más o menos a la misma hora de la mañana; a veces se prolonga más, dependiendo de la rapidez en cómo se hacen otras actividades. La bailan la gente del pueblo, jóvenes y adultos quienes gustan participar. Son aproximadamente unas 25 personas las que danzan. Para aguantar, igual que en otras partes, se toma aguardiente o cerveza, algunos más modernos cerveza, y participa la banda de aquí mismo, que llamamos Banda de Viento. En ocasiones ellos participan en eventos sociales, como bodas, entonces van mejor acompañados, más completos, pero en la danza no se requiere la presencia de todos, entonces van los voluntarios de la banda. Tenemos unas cinco bandas en el pueblo.

Hábleme de la fiesta animal que mencionó, Heriberto, ¿qué debemos entender por fiesta animal?

Hacemos otras fiestas como la del machomula, que es el Carnaval de febrero.

¿Pero esa la hacen con perfume, no es así?

Entre la gente común sí, los ancianos, la gente antigua, pero hacemos una representación de lo que es Machomula, es con una piel de venado y se teje, se hace al estilo como si fuera un burrito, pero la idea original es machomula, y la costumbres de esos días es mojarse la gente con agua con perfume, aunque nunca falta alguien que avienta huevos o agua simple. Pero la gente mayor festeja tirándose agua de perfume a sus conocidos. Dura tres días, inicia el domingo previo al miércoles de ceniza, comienza la parte religiosa, pues supuestamente esta fiesta representa para nosotros la diversión mundana, de algún modo representa el mal, y para el miércoles de ceniza, todo mundo que festejó se purifica, acude a la iglesia a purificarse.

Con razón lo veo tan sereno, Heriberto.

Sí, pues, ahora ando purificado, je je.

Ahora cuénteme lo de la comilona.

El 25 de julio festejamos a Santiago Apóstol, como un segundo patrón. Se festeja más o menos en grande, se hacen tamales, buscan un comité que se integra de unas diez personas, quienes tienen el compromiso y la obligación de dar tamales y arroz con leche. No le llaman mayordomía, le llaman capitanes a quienes se encargan de eso. Ellos entregan un tambo de tamales y otro de arroz con leche para todo el pueblo que acuda aquí enfrente de la presidencia, pero todo es gratis. Se cierra con baile popular. Ellos tienen que aportar junto al ayuntamiento para la realización. Los tamales son de carne con chile. La carne puede ser de pollo, puerco o res. La hoja es de plátano.
Panza llena corazón contento
La barbacoa se maneja en otras fiestas. Es para las bodas, los 15 años, fiestas familiares, que es donde más se utiliza. Antes era el mole, pero la costumbre cambió y se sustituyó por la barbacoa. Anteriormente el pueblo se dividía en dos clases, la clase amuzga y la clase mestiza, debido a la costumbre y también a la pobreza. El amuzgo comía mole en sus fiestas, mientras que el mestizo comía barbacoa, porque supuestamente era más caro, aunque no fuera así, pero era la costumbre. Luego se fue sustituyendo por el mole y algunos amuzgos decidieron hacer también barbacoa. Por eso todos comemos ahora barbacoa.

Muchas gracias, Heriberto, ha sido muy completa su información.

Ande, pues.

¿Cómo llego a la escuela primaria?

Aquí derecho, baja baja, luego sube sube y a la derecha.


Fotos del autor


viernes, 17 de abril de 2020

Soy purépecha, soy otomí y me visto así


No le caí bien desde que llegué. Mis explicaciones le parecieron largas. O quizás, simplemente, se trataba de un  hombre enojado. En febrero de 2014, huyendo de un sol inclemente, penetramos a un oscuro salón de clases en la parte norte del patio de la estación ferrocarrilera de León, Guanajuato, ahí se encuentra una escuela para niños migrantes en donde el profesor Cipriano presta sus servicios magisteriales; en la penumbra del salón de clases, ambos de pie, súbitamente comenzó a hablar.



Mi nombre es Luis Eduardo Cipriano Zamora, soy profesor de grupo multigrado y encargado de la dirección de la Escuela José Ma. Morelos y Pavón y también soy asesor de lengua y cultura indígena purépecha del estado de Michoacán, y pues aquí estamos en los patios de la Estación del FFCC sin número, Colonia La Luz, de la ciudad de León, Guanajuato, trabajando con niños indígenas migrantes de diferentes culturas provenientes de los estados de Oaxaca, Michoacán, y Querétaro. Tengo la licenciatura en educación indígena bilingüe de la UPN, plan 94, estudié en la ciudad de Zamora con los hermanos indígenas purépechas.

El reto es atender a los hermanos indígenas migrantes de todas las culturas que llegan a esta ciudad en busca de una mejor vida, pero que desgraciadamente somos rechazados, maltratados y marginados en las colonias o en las escuelas; entonces nuestro reto es atender a la niñez indígena migrante para que poco a poco vayamos mejorando nuestra calidad de vida en cuanto a la preparación y en cuanto a mayor conocimiento para poder trabajar en funciones mejor pagadas e inducirlos al camino de la preparación. Esa es nuestra meta,  trabajar con ellos en su propia lengua. Vienen de la comunidad indígena de Michoacán, de la comunidad de Tacuro; también vienen de la comunidad de Tlacayoapan, del estado de Oaxaca, son mixtecos; vienen de Veracruz, vienen niños de Loma Linda, de Atlahuilco, ellos son hablantes del náhuatl; tenemos niños de Santiago Mexquititlán, del estado de Querétaro y son hablantes de la lengua otomí.

Se quejaba usted de la tramitología, profesor.

En este trabajo, pues en sí, en cuestión a la pedagógica, en cuestión al trabajo educativo, nosotros los profesores estamos bien capacitados, vamos a los cursos generales de actualización, recibimos las nuevas formas de enseñanza; por ejemplo ahorita la 2011. En cuanto a este aspecto nosotros no vemos tanto problema. El detalle o los problemas que nosotros tenemos es, por ejemplo, el de ahorita: un maestro de grupo tiene que hacer toda la gestión, tiene que estar en supervisión, tiene que estar asistiendo a reuniones y no puede cumplir plenamente como profesor frente al grupo; en este caso yo porque soy el encargado, soy el director de la escuela, y tengo que estar saliendo y desatendiendo a mi grupo. El día de hoy se lo dejé al profesor Adán, con la finalidad de que no se pierda este día. Llegué temprano, revisamos tareas y dejé los trabajos que teníamos que hacer. Y el compañero me está apoyando, pero por lógica él no tiene el programa de esos grados, él está atendiendo a otros grados, pero son a veces las desventajas con las que nosotros nos enfrentamos. Los maestros frente a grupo multigrado, que además es multicultural, de no poder atenderlos de la mejor manera posible. Y como son pocos alumnos, entonces no nos pueden asignar más maestros o una persona para atender los trámites. Ahorita estuvimos llenando la documentación para las becas, y si no voy hoy, los niños se quedan sin becas. Entonces sí hay que priorizar esto, mejor encargarle al otro compañero que atienda el grupo y yo hago esto, es de los pocos apoyos con los que cuentan, y a veces, si no tienen estos apoyos, difícilmente el niño puede estar asistiendo a la escuela, porque le hacen falta útiles y transporte. Es muy significativo en comparación de que si no los tuviera.

Trabaja usted con un gran mosaico cultural, profesor.

Las satisfacciones son muchas, son muchísimas. La principal es la satisfacción de tener esa oportunidad de apoyar a los hermanos indígenas; indígenas de la misma cultura y hermanos indígenas de otras culturas. O sea, ver que tú eres útil y estás haciendo… no algo, sino mucho por la gente que en verdad necesita esa atención. Gente que es excluida en otras instituciones, gente que no es apoyada, porque desgraciadamente hay gente ignorante que piensa que por ser uno indígena no tiene la capacidad de poder llegar “a”, o al querernos castellanizar, entonces lo que pretendemos en la escuela es apoyarlos a que adquieran la segunda lengua, que es el español, pero sin dejar de fortalecer la primera lengua, la lengua materna.

Por ejemplo, llevar a cabo actividades culturales. Los días miércoles nosotros trabajamos todo el día lo que es la lengua indígena. Llegamos vestidos con los trajes típicos del lugar de donde procedemos, jugamos, platicamos, los otros días también se puede hablar en nuestras lenguas, pero tenemos un día especial para decir: soy purépecha, soy otomí y me visto así. Como presumirlo un poco, como dar a conocer, y que vean, pues, que eso no impide nada, no me impide de que siga uno adelante, de que avancemos y demostrar que no somos ignorantes; en cambio, los ignorantes son esas personas que están cerradas y que aun así nosotros respetamos, comprendemos que tienen otra forma de comunicarse, otra forma de organización, y así nosotros respetamos para que también se nos respete, pero a veces eso no ocurre. Desgraciadamente, por la poca preparación no les permite conocer la gran riqueza cultural y el gran mosaico cultural que existe aquí en México y piensan que únicamente es una cultura indígena más y que todos son mariachis que todos son Cortés, ya que ni siquiera tienen la capacidad de diferenciarlos: estos son rarámuri, estos son otomíes.

¿Se siente lejos del centro, de donde se toman las decisiones, profesor?

Nosotros, como escuela indígena, no estamos tan enterados de todo el proceso que está llevando a cabo el. Nos ha apoyado, pero nosotros pertenecemos a la Dirección General de Educación Indígena de la Secretaría de Educación. De una u otra manera nuestros superiores nos han explicado lo que hace el Pronim, pero a veces desgraciadamente desconocemos de dónde está llegando el apoyo, porque buscamos, buscamos y como que el mundo no alcanza a escuchar nuestras peticiones; les damos a conocer nuestros avances y como que no les interesa conocer, como que se hacen los sordos. Sí, me avisaron mis superiores de que el programa de educación para migrantes nos iba a apoyar con el aula y fue cuando nos empezamos a enterar de que estaba este proyecto o que estaba esta organización, que está trabajando en varios estados, en todo el país, y cuando se me invitó a participar en una de las reuniones del Distrito Federal, fue cuando me enteré un poco más.

Aquí tenemos, no necesariamente hijos de jornaleros migrantes, son también hijos de familias que emigraron hace tiempo y se asentaron aquí, la mayor parte en León. Regresan unas cuantas semanas a sus lugares de origen y se vuelven para acá. Y supe del Pronim porque nos llegó el apoyo, yo pienso que están trabajando muy bien para aquellas comunidades donde está únicamente trabajando el Pronim. Yo escuché cosas muy buenas, pero aquí estamos apoyando lo que es educación indígena y el Pronim es especial para migrantes, son dos programas.

Muchas gracias.

Cómo no.


La fotografía que no tiene nada que ver, del autor del blog.




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