jueves, 2 de diciembre de 2021

Tepanecas

 


¿Qué tendríamos que saber sobre la mitad de nuestros orígenes como pobladores mestizos del centro de México? ¿Qué necesitamos saber sobre seres que probablemente resulten ser nuestros parientes? Si nos topamos con un antropólogo especializado ¿qué saber sobre los mexicanos que cruzaron sus destinos con los de los españoles que llegaron hace apenas 500 años, dando como fruto al mestizo que ahora somos.

Mi pregunta es por esa otra mitad de lo que también somos parte, históricamente. Porque a final de cuentas no somos europeos, a pesar de nuestra orientación intelectual, tan interesada en los griegos, los romanos y la filosofía de los alemanes, los habitantes de la ciudad de México somos mitad indígenas, aunque eso pueda llegar a incomodar. Es relativamente sencillo descubrir tus propias raíces tepanecas en gente tan cercana como tus abuelos, primos, parientes de la esposa; basta con mirar tus orígenes en los pueblos de la CDMX ubicados en alguna de cinco alcaldías profundamente indígenas como Xochimilco, Tlalpan, Tláhuac, Milpa Alta y Contreras. Toda una historia familiar que contar. ¿Por qué no nos interesa? ¿Por qué nunca nos ha interesado? Por ejemplo, la historia de los tepanecas, tan cercanos a la conquista, que con tanto detalle ha trabajado el historiador Enrique Florescano, tan importantes a finales de la era precortesana. Los tepanecas, no don Enrique.

Los tepanecas fueron los últimos habitantes prehispánicos que recibieron a los españoles y se mezclaron con ellos para procrear esa paradójica cultura que hoy formamos, la mexicana. Su legado nos pertenece en una mitad, tanto como la otra mitad pertenece a nuestros ancestros de quienes hoy cultivamos la lengua creativamente hasta la confusión, pues no podemos negar que sabemos el significado de chongo, cocol, comal, copal, coyote, ejote, elote, enchilada, epazote, esquite, estafiate, guaje, guajillo, guajolote, huacal, huachinango, huapango, huarache, huauzontle, huipil, hule, ixtle, jacal, jícama, jícara, jitomate, malacate, matatena, mayate, mecate, memela, metate, mezcal, mezquite, milpa, mixiote, molcajete, molote, palabras náhoas que explican una buena parte de mi vida, vocablos que aparecen en la biografía de cualquier mexicano. Objetos entremezclados con historias, como los moles de nuestras vidas, la plática familiar. Las he usado todo el tiempo, son parte de mi vida diaria. ¿Quiénes fueron esos tepanecas que hablaban náhuatl y que son los inmediatamente cercanos al momento de la conquista, que con un 50 % de probabilidades podrían ser ancestros nuestros? Es increíble que no nos interesen, al menos con el 50 % de probabilidades de nuestro interés.

Los tepanecas cohabitaron con los chichimecas. El actual territorio de esas alcaldías del sur de la Ciudad de México perteneció a la nación tepaneca, formando parte del Señorío de Coyoacán. Los tepanecas eran una de las siete tribus nahuatlacas que se establecieron en la Cuenca de México, su centro rector era Azcapotzalco y sus dominios territoriales comprendían Tenayuca, Tlalnepantla, Tacuba, Tacubaya y Coyoacán, colindando con la cordillera que corre hasta los confines de los Ñahñús, a quienes llamamos otomíes.

El primer rey tepaneca fue el príncipe Acolhuatzin, que se casó con la hija de Xólotl. Al trono le sucedió Tezozómoc, quien tuvo cinco hijos: Moquihuiztli, Ecatliztac, Cuacuacpitzáhuac, Maztlatzin y Acolhuácatl. Durante su reinado, Tezozómoc extendió el dominio tepaneca nombrando a sus hijos señores de distintos lugares. Maztlatzin reinó Coyoacán, donde se incluían los poblados. Al fallecer Tezozómoc, en el año 1426, le sucedió en el reinado Maztlatzin, enemigo acérrimo de los aztecas. Una de sus primeras acciones fue la de someterlos, matando a Chimalpopoca.

Los mexicanos, en medio de la crisis y del yugo chichimeca, eligieron a su cuarto emperador: Itzcoatl, que no tardó en exhortar a su pueblo para liberarse del yugo tepaneca, y da así principio la "Guerra de la Triple Alianza"; es decir, se unen los de Tacuba, Texcoco y México contra los Tepanecas de estos pueblos que hoy ocupan cinco delegaciones políticas.

Después de varios hechos de armas, vencieron por completo a Maztlatzin de Azcapotzalco y Coyoacán. Así es como dio principio la sujeción de los habitantes del territorio de la hoy alcaldía de La Magdalena Contreras, quienes pagaron tributo a los mexicas, hasta la llegada de los españoles.

En Milpa Alta están los pueblos de San Juan Tepenahuac, San Pedro Atocpan, San Bartolomé Xicomulco, San Antonio Tecómitl, San Pablo Oztotepec, San Salvador Cuauhtenco, San Jerónimo Miacatlán, San Agustín Ohtenco, Santa Ana Tlacotenco, San Lorenzo Tlacoyucan y San Francisco Tecoxpa, de donde puede ser alguno de tus familiares. El vocablo nahua Milpa hace referencia a una serie de tribus que poblaron el valle de México. En este idioma significa "hombre verdadero", y es el nombre con que históricamente se conoce a los pobladores de la región más rural de la actual Ciudad de México, junto con Xochimilco. La lengua náhuatl de Milpa Alta pertenece a la familia lingüística yuto-azteca, que es considerada la más extensa del país.

Los primeros habitantes de la región pertenecieron a familias cazadoras-recolectoras chichimecas que se asentaron al sur de los "lagos centrales" entre los siglos XII y XIII.

Los nahuas de esta zona fueron tributarios de los mexicas, quienes en la consolidación de su imperio los sometieron a través del señorío de Xochimilco; el tributo consistía en bienes y fuerza de trabajo. Posteriormente fueron sometidos por los españoles.

En la alcaldía de Xochimilco los pueblos de San Francisco Tlalnepantla, Santiago Tepalcatlalpan, Huichapan, San Luis Tlaxialtemalco, Santa Cecilia Tepetlapa, San Mateo Xalpa, Santa Cruz Acalpixca, Santa Cruz Xochitepec, Tepepan, San Lucas Xochimanca, San Andrés, Xochimilco, San Gregorio Atlapulco, San Lorenzo Atemoaya, Santa María Nativitas y Santiago Tulyehualco.

El lugar donde se cultivan las flores, origen del nombre de Xochimilco, es en donde se enmarca la pasarela de la flor-mujer, la feminidad-tradición, la representante de la madre tierra, la fertilidad, la diosa, rodeada de una estela de neblina-misterio, de árboles, hortalizas y animales, el símbolo de la belleza, la tierra que cuenta con la bendición de la abundancia, en una tradición que también nos pertenece en una mitad. En 919, cuando las tribus que venían de Chicomoztoc se asentaron en los verdes parajes de Xochimilco, hasta ahora se desconoce quiénes vivían antes de que llegaran estas tribus mexicas. Xochimilco contaba con una flora y una fauna de las más ricas y variadas. En las montañas existían densos bosques mixtos, con árboles de madera dura, como el encino, y blanda como el pino, y extensas poblaciones de oyamel, la conífera más típica de las montañas de la Ciudad de México.

En la alcaldía de Tláhuac los pueblos de San Andrés Mixquic, San Nicolás Tetelco, San Francisco Tlaltenco, Santiago Zapotitlán, Santa Catarina Yecahuizotl, San Juan Ixtayopan y San Pedro Tláhuac podrían ser la cuna de alguno de tus ancestros.

Los primeros pobladores de lo que hoy son esos pueblos originarios ocuparon hacia 1,500 a.C. las faldas orientales del volcán Guadalupe, dedicados a la pesca y a actividades agrícolas incipientes. La aldea lacustre mantenía relaciones con otras poblaciones ribereñas y así permanecieron por siglos. Hacia el siglo XII d. C. existe en la isla de Tláhuac un centro de población que domina a los poblados y aldeas vecinos, localizados en las orillas del lago de Chalco. Su población chichimeca es vencida por las siete tribus aztecas a mitad del siglo XV, a quienes pagaron tributo en adelante, hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI.

En Tlalpan, los montañosos Santo Tomás Ajusco, San Miguel Ajusco, Magdalena Petlacalco, San Miguel Xicalco, San Miguel Topilejo, San Pedro Mártir, San Andrés Totoltepec y Parres el Guarda, pertenecen a los asentamientos humanos más antiguos en el Valle de México, localizados en el territorio que comprende actualmente la Delegación Tlalpan. Sus centros ceremoniales estaban en Cuicuilco, Ajusco y Topilejo. El más antiguo de estos tres y el que alcanzó una mayor importancia en la región fue el de Cuicuilco.

Diversos investigadores coinciden en ubicar la población de Cuicuilco entre los años 650 a. C. y 100 a. C., aunque la mayoría supone que fue antes de mediados del milenio, pues su esplendor ha sido ubicado alrededor del año 500, antes de la era cristiana. Cuicuilco fue un pueblo que se desarrolló de manera notable gracias a que basó su economía en la agricultura, en la que utilizó técnicas para aumentar la productividad, como canales de riego, la construcción de terrazas y el báculo de punta endurecida al fuego. Su población se calcula que llegó a los 20, 000 habitantes en su época de mayor desarrollo.

Por último, de la alcaldía de Contreras, también boscosos, los pueblos de Ocotepec, Atlitic, Aculco y Totolapan. La presencia del hombre en el territorio de la hoy Delegación Magdalena Contreras se remonta al periodo que abarca del año 500 al 200 antes de nuestra era. A esta época se le conoce como Preclásico Superior, caracterizado por una sobrepoblación extendida territorialmente en el área de Contreras y Anzaldo. Los asentamientos allí localizados también dependían del Centro Ceremonial Cuicuilco, de origen tolteca. El desarrollo de esta cultura se interrumpió debido a la erupción del Xitle. Los habitantes huyeron a las partes más altas de la Sierra de las Cruces, buscando salir de la zona afectada, que se cubrió de lava hace aproximadamente 2,400 años. Aún en nuestros días siguen descubriéndose muestras de esta cultura debajo de la lava, en los pedregales del sur de la ciudad.

Un mexicano que quiera estar informado o tener cultura de su pasado es necesario saber de lenguas ¿cuántas hay? De qué se trata el asunto de los idiomas de los pueblos originarios. Haber leído a León Portilla y haberse interesado en discusiones y conferencias sobre las lenguas mexicanas de escritores como Carlos Montemayor o el escritor náhuatl Natalio Hernández, lo que dice la Conapo o el CDI.

La problemática de las lenguas hoy es mucho más compleja y exacta que cuando Miguel Othón de Mendizábal escribió sus hipótesis e ideas al respecto. De acuerdo a la UNESCO, la extinción de idiomas es dramática en el mundo: de las más de 6 mil lenguas que se hablan en el mundo en la actualidad, la mitad está en riesgo de desaparecer en el siglo XXI, a un ritmo de hasta dos por semana.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ejemplifica: aunque la muerte de idiomas es considerada de cierta forma un acontecimiento ''natural" que suele llevarse siglos enteros, el proceso ha adquirido un ritmo acelerado y dramático por la presión de las lenguas dominantes (inglés, mandarín, español o ruso), según el Atlas de las lenguas en peligro en el mundo, elaborado por el organismo internacional el año 2002.

El autor de Los pueblos indios de México, Carlos Montemayor, publicó en La Jornada del 12 de marzo de 2006, en un artículo de Ángel Vargas, la perspectiva actual de la discusión de los idiomas: los idiomas no desaparecen por razones inherentes a ellos, porque haya lenguas ''superiores o inferiores", sino por motivos políticos y económicos.

''Hacia el siglo XVI –escribe Montemayor–, se hablaban en México alrededor de 170 lenguas, a principios del siglo XX sólo 110 y en lo que va del XXI aproximadamente 62, de manera que en 500 años se han perdido más de 100 lenguas. En los próximos 20 o 40 años van a desaparecer al menos 19 y así, en poco tiempo, tendremos cuando mucho 40 lenguas".

''El inglés no es superior al zapoteco, ni el alemán al maya, ni el francés al mixteco. Esos son falsos conceptos. Los mexicanos, por ejemplo, decimos, por desinformación, que los indígenas hablan dialectos, pero todos los idiomas son sistemas complejos, culturas vivas, memorias de pueblos", concluye Montemayor. Tiene razón. (LaJornada:18.2.1985)

 


Patrimonio intangible

El doctor Miguel León-Portilla, una autoridad en idiomas indígenas de América Latina, señala en ese encuentro de marzo del 2006, reseñado para La Jornada, que las lenguas son ''atalayas distintas para ver el mundo, cauces para acercarse a la realidad. En cierta forma, la lengua condiciona la manera de pensar y, cuando una muere, parte del mundo nombrable desaparece, y eso es terrible''.

''Las lenguas son parte del patrimonio intangible, como la literatura, los recetarios de cocina, las canciones, la música –indica el autor de Los antiguos mexicanos-. Todo eso es tan valioso o más que el patrimonio tangible", sostiene este maestro emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México, para quien los pueblos indígenas dan una lección admirable de resistencia frente a la globalización cultural, entendida como homogeneización.

Hay muchas lenguas indígenas mexicanas en peligro de extinción, como las del norte de Baja California, el kiliwa, el pai-pai, el tipai, el cucapá o el seri, muchas de ellas habladas por menos de 100 individuos. En lo que respecta a otras lenguas más habladas, como el náhuatl, el zapoteco o el maya, "tampoco la situación es muy boyante, porque apenas en los últimos años empezaron a ser cultivadas y enseñadas en las escuelas", sostiene León-Portilla.

En contraposición a estas opiniones, el escritor náhuatl Natalio Hernández tiene una perspectiva optimista sobre las lenguas originarias, y aunque reconoce que éstas se vieron sometidas y atacadas durante siglos, afirma que presenciaremos su renacer. ''No estoy asustado, sino entusiasmado con el siglo XXI, porque será el de la consolidación de los idiomas indígenas y la diversidad lingüística".

Matices aparte, los tres estudiosos coinciden en que la protección del patrimonio lingüístico de México pasa en gran medida por la adopción de políticas de Estado, además de reconocer constitucionalmente la diversidad de idiomas como una riqueza.

Montemayor no duda en advertir: ''lo que los indígenas no consigan por su propia fuerza, nadie se los dará por misericordia o solidaridad". Como en un laboratorio descomunal, el territorio mexicano ofrece al turismo académico casos señalados donde los investigadores pueden ser testigos del deceso. Es el caso del aguacateco, un idioma en realidad ya extinto desde hace tiempo, pues ni la Comisión gubernamental para los pueblos indígenas lo registra entre los idiomas mexicanos. El aguacateco, de acuerdo a notas del periódico, se halla en el mayor peligro de extinción. De las 62 lenguas originarias que existen en México, 20 cuentan con menos de mil hablantes, lo que significa que en dos generaciones más podrían dejarse de utilizar y extinguirse, con lo cual los idiomas indígenas que han muerto desde la conquista de México aumentarían a unos 130 de un total de 170 que había en el siglo XVI. (La Jornada:25.6.1985)

Según información de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), recabada en 2002 como indicadores socieconómicos y basada en datos del Censo General de Población y Vivienda de 2000 del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), la lengua en mayor riesgo es el aguacateco, pues sólo cuenta con 23 hablantes. Esta es una lengua originaria de Los Altos Cuchumatanes, Guatemala, en el municipio de Aguacatán, se habla en México a causa de la migración transfronteriza. Los 23 hablantes de la lengua, que residen en su mayor parte en Baja California y Baja California Sur, pertenecen lingüísticamente a la familia maya.

No es la única lengua amenazada. El kiliwa también se encuentra en una situación alarmante, ya que en la actualidad sólo lo hablan 52 personas. El kiliwa, que desde tiempos ancestrales cohabitan en las serranías de Baja California junto con los paipai, sobre todo en la Sierra de los Tecolotes, pertenecen lingüísticamente a la familia yumana, del tronco hokano. El cochimí, en la meseta costera del norte de Baja California, lo hablan 82 hablantes, que también pertenecen a la familia yumana.

El ixil, proveniente de la región guatemalteca, actualmente lo hablan 90 personas que viven en Campeche y Quintana Roo. Ninguno de ellos considerados por la propia Comisión en su catálogo de lenguas. También peligran el kumiai, con 161; el motozintleco o mochó, con 174; el cucapá, con 178; el paipai, con 201; el cakchiquel, con 210; el quiché, con 246; el ixcateco, con 351; el ocuilteco o tlahuica, con 466; el jacalteco, con 529 y el kekchí, con 677. Ninguno en el catálogo de la comisión, pero resaltan seis que son muy conocidos y que sí están catalogados como el chocho, con sólo 992 hablantes, el pima, con 741; el lacandón, con 635; el seri, con 458; el pápago, con 141y el kikapú, con 138

La proporción de población hablante de lengua indígena respecto a la población del país se ha mantenido en los años señalados en el cuadro de población total e indígena, incluido en este apartado en un seis por ciento, en tanto que la proporción de la población indígena estimada para 1990 y 1995 por INI - CONAPO y para 2000 por CDI - PNUD se mantiene en 10 indígenas por cada cien habitantes del país. Las entidades cuya proporción de población indígena es mayor a la nacional son: Yucatán (59%), Oaxaca (48%), Quintana Roo (39%), Chiapas (28%), Campeche (27%), Hidalgo (24%), Puebla (19%), Guerrero (17%) y San Luis Potosí y Veracruz (15%). (cdi.gob.mx)

 


Los valores indígenas

Existe una leyenda inducida en los pueblos por los frailes católicos para justificar la nominación de un santo para la comunidad. En todos los casos el santo se apareció en un paraje cercano y pidió la edificación de una iglesia, que invariablemente le fue concedida en un sitio estelar de la población. Es una presencia perenne de los pueblos originales, sobre todo en el centro de México, una digna iglesita que engalana los centros históricos de comunidades muy lejanas de la geografía nacional. Los frailes se salieron con la suya, pero es ahí donde entran las relatividades, pues los pueblos adoptaron con naturalidad la religión católica y la amoldaron a sus propios festejos, que convenientemente coincidían. Daba lo mismo llamar Guadalupe a Tonzntzin para un cuicateco de Santa Cruz Zenzontepec, Oaxaca, cuando sus creencias le permiten adorar, hasta la fecha, y ofrendar a sus otras deidades como la santa Abuela, el santo padre Dios, la santa madre Tierra, la santa madre Luna, los dioses del Agua, del Viento, de la Lluvia, de la Montaña, las santas Ciénegas y la santa Lumbre o santo Fuego. Religión superior, la suya, que busca un equilibrio espiritual discreto y fervoroso, “la naturaleza y lo divino-sagrado, intrínsecamente vinculados, donde los puntos de tensión han de garantizar el mantenimiento de la armonía de su universo”.

¿Cómo no considerar por parte de los mestizos la posibilidad de reconocer su otra mitad entre los pueblos originarios? Los chatinos de Santa Cruz Zenzontepec y la gente mestiza que proviene de la región tienen mucho que aportar para el conocimiento de los mexicanos. Me gustan esos valores de su religión.

 

 

Bibliografía

www.pueblosoriginarios.df.gob.mx

http://sic.conaculta.gob.mx/


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miércoles, 10 de noviembre de 2021

Educar

 

Campo Guadalupe, Guaymas, Son./Google

Nuevamente tuve que reflexionar respecto a estas mujeres que se adentran en enormes y lejanos campos de cultivo, a veces solas, a veces acompañadas de otras maestras. En Campo Guadalupe del municipio de Guaymas, Sonora, la maestra Brenda Espinoza Ruiz asumía su compromiso en esa educación tan particular del PRONIM, que era un programa en 2012 para migrantes que viajan con toda su familia; van y vienen de otros estados acompañando a sus papás para la pizca de sandías y ajos, aquí en estos fértiles llanos de la larga costa sonorense. Como muchas de ellas, Brenda está debidamente preparada porque es licenciada en psicopedagogía y entonces este era su segundo ciclo en Pronim.

Los niños llegan en cualquier estado que se pueda uno imaginar: hogares rotos, de alta marginalidad, que sufren los embates de la miseria y se ven arrastrados de manera más regular mixtificados con violencia, drogas, abuso y hambre. Se ven precisadas a investigar sobre la vida de los niños, de sus padres y en algunas ocasiones hasta obligadas a intervenir, “adentrarnos muchas veces en la vida del alumno. Y es satisfactorio que te consideren, aparte de su maestra, su amiga, su mamá. Yo creo que esa es la satisfacción más grande: recibir el cariño, el afecto de estos niños”.

¿Qué opinas de esta educación maestra, que es necesariamente incompleta porque los niños se van?

Yo creo que el reto es educar a esos niños que vienen de diferentes culturas; vienen niños que, independientemente de que tengamos un solo grado, prácticamente nuestro grupo se convierte en multigrado, pues nos llegan muchos niños que no saben leer, escribir; tenemos niños con necesidades especiales que, sin apoyo especializado, nosotros como docentes tenemos que buscar estrategias aquí que ayuden a todo el grupo. Ese, yo creo, que es el principal reto: educar a todos estos niños y tener una buena cobertura que les brinde una buena educación.

Básicamente se trata de niños solos, a veces sin el idioma español.

Estoy con cuarto grado, ahorita no tengo ningún niño que hable alguna lengua, el ciclo pasado tuve uno que hablaba mixteco, pero hablaba muy bien el español, dominaba los dos idiomas. Ahorita tengo niños de Guerrero, Veracruz, Sinaloa y otros de aquí de Sonora. Ellos son niños que acompañan a sus padres que vienen a trabajar aquí al campo, principalmente a la pizca de lo que es chile, melón y sandía. Son niños que prácticamente pasan solos todo el día. Uno se convierte, aparte de su maestra, también se convierte en su mamá, pues estamos aquí. Tengo la oportunidad de quedarme aquí en el campo y tengo mucha cercanía con ellos, pues aparte del aula pasamos mucho tiempo con ellos también. Tienen mucha necesidad de afecto, mucho cariño, mucha atención y se acercan con nosotros, no solo buscando que les demos conocimiento, aprendizaje, sino también afecto y compañía. Hay niños que, por supuesto, como en cualquier grupo y en cualquier escuela regular, son muy inteligentes; hay otros que, independientemente de esto, tiene problemas en casa, problemas económicos, lo principal,  pero también problemas familiares, que nosotros también estamos ahí para ayudar a resolverlos.

Yo creo que el principal obstáculo son los papás; a veces confunden esto con una guardería, de mandar a los niños a que los cuiden “mientras yo voy trabajar”. Este es un obstáculo que hemos tenido, concientizar a los papás de esto: la falta de compromiso de los padres para con nosotros y para con los niños, para ver que se desarrollen bien y tengan metas, que no estén truncando su educación o que tengan una meta muy limitada, sino ampliar su conocimiento y sus metas también.

Campo Guadalupe/Google

Cómo enfrentar los problemas que traen, a veces muy difíciles

Tienen problemas que nosotros tenemos que investigar, desarrollar y también  adentrarnos muchas veces a la vida del alumno. Y es satisfactorio que te consideren, aparte de su maestra, su amiga, su mamá. Yo creo que esa es la satisfacción más grande: recibir el cariño, el afecto de estos niños.

¿Con estas herramientas, cómo haría usted para mejorar esta educación especial, maestra?

Yo creo que lo deseable es que hubiera una mayor cobertura, se está trabajando en eso pero, pues, que haya más cobertura para esos niños; que haya más atención, que tengan mayores servicios, tanto la comunidad como el área también escolar; más servicios a educación; a los maestros más preparación, yo creo que eso sería. Estamos muy contentos de estar en el programa como maestras y la comunidad también está muy contenta de que estemos aquí, que los niños estén asistiendo a clases, que tengan esa oportunidad.

Muchas gracias.

A usted.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Cazés: los domesticados

 

Cazés

Daniel Cazés alude a una de las muchas purgas que hubo en los años setenta con Echeverría, cuando se hizo una limpia feroz de comecuras vicariales que cayeron definitivamente en la extinción, anquilosados en una concepción positivista de la antropología. Daniel Cazés no deja pasar la ocasión de echarles unas pullas a unos, sobre todo a Arturo Warman, que fueron funcionarios del echeverriato y el lopezportillato.

En este proceso se logró eliminar a los maestros más tradicionalistas y reaccionarios, que representaban el mayor atraso académico; se logró también restaurar en sus puestos a varios de los “magníficos” que, fogueados en el ejercicio del poder político, han regresado completamente domesticados. (Cazes:72)

Cazes, Daniel, Cuatro décadas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, ENAH, 1982, Col. Cuicuilco.

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domingo, 24 de octubre de 2021

Mendizábal y este blog

Referente a la antropología mexicana, este blog ha buscado analizar la obra de Miguel Othón de Mendizábal (MOM) desde cuatro perspectivas en la temática indigenista: la fundación del Indigenismo; la obra indigenista de MOM, la ontología y el compromiso de revisar esa región de nuestro pasado y presente: el mexicanismo, la mexicanidad y un quinto elemento que es la información monográfica en torno a los pueblos originarios.

Busco analizar eso que terminó llamándose indigenismo, su concordancia con el nacionalismo que derivó en la epopeya mitológica de nuestra historia, más o menos basada en una secuencia de derrotas, de donde presuntamente sacamos fuerzas para fundar una nación con su idiosincrasia, una raza de bronce. Las instituciones antropológicas se encargaron de construir un muro entre el mundo originario y la creciente sociedad mestiza, europeos putativos, que fue desarrollándose con la negación de una mitad de su pasado, su parte indígena. El Indigenismo, en su historia de noventa años, antes de su autoliquidación por esclerosis institucional en el foxismo, cerró la posibilidad de conocer a los pueblos originarios. En los años setenta enfrentó una decidida pero fugaz postura crítica de los académicos llamados los Magníficos (Warman, Bonfil, et al), lo que nos deriva a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y a mi propia experiencia en el reparto de responsabilidades en los años ochenta.

Según esta perspectiva se arriba al siglo XXI con evidencias categóricas sobre el fracaso del indigenismo que no logró sus propósitos: asimilar al indígena, borrar la presencia de los idiomas, combatir la miseria y extender los servicios públicos elementales. De cualquier manera el Indigenismo hizo mucho daño. Discuto la ecuanimidad que, en torno al racismo, tuvieron los principales exponentes de ideas indigenistas, la influencia originaria en la vida real, la presencia del náhuatl en el idioma, en las costumbres, en el marco litúrgico de nuestras tradiciones familiares con sus comidas y sus moles. El elote placero. La garnacha. ¿En qué porcentaje los mexicanos del centro somos náhoas?; ¿los oaxaqueños mixtecos, zapotecos, mixes, huaves, mazatecos?, ¿los mayas?¿Quiénes son los grupos étnicos que conforman el mundo original del México actual? Si procediéramos de acuerdo a lo políticamente correcto ¿cómo deberíamos llamarles, como los bautizaron los españoles, como los bautizaron los mexicas o como actualmente los pueblos originarios se llaman a sí mismos? ¿A dónde fue a pasear una antropología incapaz siquiera de comunicar a la población los nombres de sus pueblos originarios? ¿Quién es el culpable de tanta dispersión y desapego por esa otra mitad de nuestra propia historia? 


Intento hacer de a poco una revisión puntual de la obra de Miguel Othón de Mendizábal. En algún momento publicaré fragmentos de sus artículos y conferencias, que nunca nadie ha publicado después de la única edición de sus obras completas, al año de su muerte. Su biografía y sus fines sociales y políticos, prolijamente puestos en los seis tomos de su obra. El origen de las pasiones colectivas que dedujo de sus apasionadas lecturas del pasado histórico y sus vestigios arqueológicos; su papel protagónico en el tema de las migraciones del norte al sur del continente y su hipótesis biológica del hambre de sal –prácticamente el único texto de Mendizábal incluido en la currícula de la carrera de antropología social–; estudios sobre las religiones prehispánicas, el derecho, la cultura y la educación; atisbos sobre la reforma agraria y el sistema nacional de salud, de la que fue un crítico especializado. A través de ese análisis, busco demostrar que las opiniones de Mendizábal respecto a la creación de la institución indigenista no estaban basadas en el vacío o la ocurrencia –como sí es evidente en protagonistas tan importantes como el profesor Rafael Ramírez, que encabezó la implementación del indigenismo oficial con huestes de maestros rurales–, sino tratar de traducirlos en estudios minuciosos sobre el significado real de la presencia indígena en la cultura mexicana contemporánea.

El “rescate del indio” para Mendizábal, siempre analítico y práctico, significaba distinguir los problemas fundamentales de los pueblos originarios de México: la comunicación, en primer lugar, tenían que estar comunicados y para eso había que llevar los caminos hasta las sierras; aunque impulsor de la castellanización mediante el sistema educativo propone cultivar las lenguas indígenas, la educación no tenía por qué ser una acción aplanadora, en algún momento defendió la educación primaria en sus lenguas maternas. Es cuando Mendizábal propone observar un patrimonio intangible cuya riqueza serviría para todos nuestros propósitos nacionales. Pero no hubo quién lo escuchara, pues él pronto murió y sus contemporáneos –que después crearon premios, nombres de calles y auditorios con su nombre–, se encargaron de echarle tierra a sus escritos, evitando publicarlos, ideas puntillosamente escritas de Mendizábal que, en efecto, contrastaban con las que terminaron imponiéndose en la práctica del indigenismo que, como es fácil suponer, no atañe solo a los especializados antropólogos y a los funcionarios encargados de llevarlo a cabo. Este sí es un asunto nacional.

Una tercera acechanza sobre el tema nacional incluye visiones literarias sobre nuestra necesidad actual de analizar a ese vestigio histórico que representa el elemento indígena de nuestra historia. El desperdicio de la riqueza cultural y natural, la posible presencia del barro en el arte contemporáneo de los mexicanos y un escenario de ficción sobre la autonomía de las regiones, al estilo Cataluña, con el hipotético caso de Oaxaca, buscan expresar que es en la imaginación donde los mexicanos hemos de liberarnos de tantas ataduras vicariales, que es con imaginación histórica y artística como podremos superar nuestra incapacidad para asumir la política y superar los lastres, como la corrupción y la violencia, la incapacidad social por una buena política y la violación de las leyes que nos tiene sumidos en la desgracia.


Fotos del autor, Ixtepec, Puebla

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jueves, 14 de octubre de 2021

No vengo a dibujar

 


La maestra Carolina Díaz Ortiz lleva cuatro ciclos escolares impartiendo clases para niños migrantes en el Centro de atención integral para niños migrantes del municipio de Ascensión, Chihuahua, “desde que comenzó Pronim estoy aquí”. Tiene la preparatoria terminada y un diplomado en ciencias de la educación. Es el mes de septiembre del año 2012. Le pregunto cuál es el objetivo de su labor educativa y me responde con una gran propiedad detrás de su escritorio.

Principalmente se trata de brindarles educación a estos niños que vienen desde tan lejos a trabajar y que su prioridad no es la escuela. Nosotros en Pronim buscamos que los niños tengan el interés para aprender, para que no se queden estancados en donde están todo el tiempo con sus papás, todo el día trabajando en lo que es el campo. Pronim, siempre es un segundo hogar para los niños, siento que ellos aquí encuentran muchas cosas que sus papás no les brindan, ni el mismo pueblo de donde vienen. Ellos aquí se encariñan y encuentran amor, principalmente a su estudio, protegidos por nosotros, porque se sienten muy protegidos, sienten que les damos el cariño que ellos no tienen en su misma casa. Yo le comenté una vez al profe Horacio*, a mí me sorprende mucho que las niñas me pidan todos los días un beso, al salir de clases me dicen: maestra, me puedes regalar un beso. Quizás en su casa nadie les regala un beso, por eso llegan aquí y se portan bien por la ilusión de que yo les dé un beso. A mí me sorprende mucho porque un beso a la mejor para uno no es nada, pero para ellas lo es todo. Lo aprecian demasiado. Igual la satisfacción que te digan: gracias, maestra, porque me escuchaste. Simplemente. Tuvimos un caso de una niña que era maltratada por los papás y la niña solo por ser escuchada estaba muy agradecida, por el simple hecho de escucharla: gracias, maestra. Ya no te sientes tanto como parte de su educación sino que eres como de su familia, te conviertes como en su segunda madre.

Niños independientes

Su necesidad de afecto los hace ser niños diferentes, pero yo siento que son niños más listos, porque son niños que todo el tiempo están a la defensiva, atentos a lo que pueda pasar. No son como los niños que normalmente conocemos, que dependen del papá, que dependen de la mamá, ellos son muy independientes, ellos dependen de sí mismos, y por lo mismo son muy listos, a ellos no los hacemos tontos con cualquier cosa. De hecho, les comentaba a unas maestras, si tú quieres entretener a un niño no lo vas a lograr, porque los niños son tan listos que te exigen: enséñame algo, yo vengo a la escuela a que me enseñes algo, yo no vengo a perder el tiempo, yo no quiero dibujar; así te dicen, si tienes una actividad de dibujo: no. Yo vengo a que me enseñes letras, yo no vengo a dibujar, eso lo hago en cualquier parte, en la escuela no. Tienen su personalidad muy marcada. Y unos niños que tienen una actividad que no se imagina uno. Se levantan a las tres de la mañana, se van al campo a trabajar, regresan, mal comen y se vienen a la escuela; se ríen mucho porque les digo en la noche, cuando ya vamos en el camión, que en la noche es cuando más bullicio arman los niños, llevan más pilas que nadie;  ellos tienen muchas energías, no sé a qué se deba.

Tener niños contentos

Tiene mucho que ver uno como docente, si uno hace su trabajo como debe de ser, vas a tener al niño contento y la asistencia claro que no te va a bajar; los niños van a querer ir a la escuela porque ellos sienten que la están aprovechando, ese es el principal objetivo que debes tener claro: que el niño sienta que aprovecha la escuela para que quiera seguir asistiendo, que sienta que no es inútil. Aquí vamos a convencer también al papá de que es importante la escuela y para qué es importante la escuela, para que ellos se vayan interesando y se involucren más en estas cosas.

Involucrar a los papás

Fíjese que ya no es tan difícil el trato con los papás, yo siempre que inicio un ciclo escolar no me gusta estar alejada de los papás, porque si no conozco a los papás desgraciadamente no voy a conocer a los niños nunca. Porque debemos de partir de la casa siempre, ahí empieza todo, no vamos educar a los papás, no vamos a enseñarles a ser papás, claro que no, pero sí podemos conocer las necesidades que hay en su casa y a la mejor eso es un obstáculo para que el niño aprenda. Entonces, yo sí tengo contacto con los papás, hago una reunión cada mes para que los papás vean el avance de los niños, en un principio pensé que no funcionaría, pero ahora asisten hasta 25 papás a la reunión. Y si no vienen todos, ellos empiezan a venir durante la semana: maestra, no pude venir a la reunión, pero aquí estoy, dígame de qué trató, qué es lo que vamos a hacer, si hay algo qué hacer en la escuela, pues dígame. Pero siempre es importante el interés que tú le des como docente a la escuela. Si uno dice: a mí me pagan por venir a darles clases a los niños, no me pagan por tener contacto con los papás, pues no vamos a lograr lo que queremos.

Pero el papá sí es una pieza fundamental; yo les digo a mis papás, la escuela la hacemos entre tres: en primer lugar están los alumnos, yo como docente y ustedes como papás, porque si ustedes en casa no me ayudan con el niño, de nada sirve que yo me siente con él. Y hasta ahorita me ha funcionado, ya tengo dos o tres ciclos que cito aquí a los papás y les hago ver todo eso, y hasta ahorita me ha funcionado, porque la mayoría de los niños han cumplido los objetivos que yo tengo.

Ellos necesitan leer

Yo siento el cariño de ellos. En el momento que se van, la mayoría llora porque ya no me van a ver. Niños que tuve en ciclos pasados, niños que me tocó graduar el año pasado, que ahorita se encuentran en secundaria, me los encuentro en el patio y me abrazan: te sigo queriendo mucho, maestra. Para mí todo eso es muy gratificante; para mí, no sé, como que me hace crecer y aprendo día a día con ellos, más que nada pienso que en lugar de venirles a enseñar vengo a aprender de ellos, cada día me enseñan cosas nuevas.

La mayoría de los niños son muy buenos para las sumas y las restas, pero en español no. En lectura sí andan muy, muy mal. Al principio a mí no me gustaba casi enseñar español, por lo mismo, porque era muy difícil; entonces me di cuenta que la necesidad principal de ellos no son las matemáticas, es español, es enseñarlos a leer, y todo eso me llevó buscar veredas que me condujeran al éxito en el español. Gracias a Dios las he conseguido, ya tengo tres ciclos con un método para enseñar a los niños que me funciona. Conseguí un libro que se llama El libro mágico, es para enseñarlos a leer por sílabas; se les enseñan las vocales y luego ya las consonantes y lo que es el abecedario, y luego poco a poco se les van induciendo las sílabas, las palabras y la oraciones. Yo les dicto ya oraciones pequeñas y ellos ya las pueden escribir.

Protegidos por la ley

Para mí sería mucho mejor que pudiéramos dar las clases en las mañanas, porque siento yo que los niños no deben trabajar. Que dejaran los campos primero que nada, y luego que viniera en las mañana a sus estudios. Es que las condiciones en que están los niños a mí se me hacen demasiado denigrantes; ocurren muchos accidentes, algunos que han llevado a la muerte a algunos niños; niños que se quedan dormidos y el tráiler los ha apachurrado, víboras que los han  picado, trocas donde los llevan a trabajar se han voleado y muchas personas han quedado sin vida. Ahí van incluidos muchos de nuestros niños, pues para mí son mis niños y mientras estén conmigo son míos; les digo: “ustedes son mis niños”.

Eso tendría que cambiar. La mayoría de los niños de aquí se van para Sinaloa, pero allá ya no los dejan trabajar, hasta los catorce años; en las mañanas los papás los tienen que mandar a la escuela. Eso a mí se me hace muy bien, porque los niños de seis a catorce años están protegidos por la ley, ya no tienen que entrar al campo.

 

 

* Horacio Echavarría González, el profe Horacio, Coordinador estatal en septiembre del año 2012, del programa de educación básica para niñas y niños de familias jornaleras, agrícolas migrantes del estado de Chihuahua; su visión, empuje y determinación pone en entredicho la pasividad que se observa en otras coordinaciones estatales de otros estados mexicanos.


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miércoles, 15 de septiembre de 2021

En busca del perfil

 

Estoy en la secundaria Nueva Creación del Campo Guadalupe en el municipio de Guaymas, Sonora, es 5 de septiembre de 2012,  me acompaña la maestra Ilse Aidé Magaña Castillo, ella es licenciada en educación de la Universidad Pedagógica Nacional y también tiene estudios de educación técnica, en desarrollo infantil. Es su segundo ciclo escolar completo en Pronim, este programa de la Dirección General de Educación Indígena de la SEP, donde la profesora imparte los tres grados de la secundaria, en la modalidad multigrado como un solo grado.

“El reto es que los alumnos aprendan que es importante que estén preparados –afirma la maestra–, que cuando vienen de ese viaje que ellos realizan conozcan el lugar donde van a vivir y debo enseñarles aquí mismo, que no tienen que ir a la ciudad o buscar otros recursos, sino que aquí se les están brindando sus estudios. Y ya cuando están en el aula, el reto es enseñar todo lo que requiere el perfil de egreso de secundaria.”

¿Qué es lo que traen consigo esos niños, maestra Ilse?

La mayoría de mis niños vienen de la primaria Pronim de aquí mismo, y también la mayoría de los migrantes asentados llegan con muy buenas calificaciones, llegan con una actitud que el maestro trabajó los años anteriores, lo que es un beneficio. Pero los que vienen de nuevo ingreso o que llegan ya en octubre, noviembre, sí vienen un poquito rezagados. Vienen temerosos, vienen con cierta frustración porque el clima no les favorece, son situaciones más psicológicas y emocionales que ellos traen; pero de enseñanza aprendizaje sí logran mantener este estándar, que es lo que busca un docente.

¿Todo en ellos es una desventaja o tienen algún rasgo con ventaja?

Ellos desarrollan, en base a sus experiencias, un aprendizaje. A veces en el aula, en la materia de matemáticas, logran ver un tema o alguna actividad de forma avanzada porque cuentan mucho o van al campo y hacen otras actividades cotidianas, el docente se da cuenta que ya las domina o las reconoce por lo menos sin tener una enseñanza o una clase previa, pero sí vinculan mucho sus vivencias y su aprendizaje. Yo los noto más sobresalientes en los aprendizajes, ellos traen una ventaja. Y esas situaciones sí se observan mucho en el aula, porque ellos vienen y se inscriben a principios de agosto, y a veces el padre de familia es el que no los envía con regularidad, porque tienen que cuidar a sus hermanos, porque tienen que hacer comida, sus lonches, como les llaman aquí, para irse a trabajar. Todos esos obstáculos los hace que lleguen a integrarse al aula ya un poquito motivados, buscando otras manera de aprender; preguntan o van con el campero, se involucran aunque no puedan trabajar. De mis alumnos la mayoría no trabaja. Lo que aquí se ve es que hay becas, entonces los alumnos procuran asistir a la escuela para apoyar a sus padres y desarrollar sus expectativas, ya sea en la primaria o en la secundaria.

¿Cómo se organiza lo de las madres cuidadoras?, ¿viven los niños aquí?

Ellos vienen a diario, se organizan los padres de familia junto con otras madres, que son las madres cuidadoras, dejan a los menores, sus otros hijos, con las madres cuidadoras y así mis estudiantes puedan asistir al aula diariamente.

¿Cuánto cambia la vida de esas familias al llegar aquí, maestra Ilse, llegan para estar mejor que en su lugar de origen?

Lo que yo observo desde el ciclo escolar pasado es que los alumnos ya vienen con sueños y anhelos, pero también vienen con lo contrario a eso: frustraciones; algunos vienen extrañando cosas de su hogar y tardan en adaptarse. Asisten a clases y se inscriben, se muestran muy emocionados al conocer a los demás compañeros, se tratan bien entre ellos, pero sí se nota cierta desmotivación; por ejemplo, en las navidades, cuando no están cerca de sus compañeros, de sus familiares, sobre todo los que dejan lejos, eso puede ser un obstáculo que a veces los absorbe. Por su parte, el clima en el verano sí les hace mucho, podría decirse que se quejan de que el calor es muy alto, o que “allá tenía mi propia recámara, allá tenía mi espacio, aquí no”.

Sin embargo, se ven bastante bien los muchachos de la secundaria, se ven contentos.

Ellos son familias jornaleras agrícolas que viajan a lo largo de la república para trabajar; viajan al noroeste del país para superar económicamente  sus necesidades y todo lo que conlleva a una familia tener esta habilidad emocional, también darles una mejor oportunidad a sus hijos. Luego están los alumnos, ellos son hijos de padres que trabajan por sus sueños y que luchan por tener un bienestar. Independientemente de una beca o que si el campo agrícola les ofrece un lugar o un trabajo seguro, ellos llegan para estar mejor a este estado, sabiendo que este es uno de los campos que cuenta con los tres niveles educativos y también que el campero les brinda la oportunidad a los padres que sus hijos estén en educación inicial o con las madres cuidadoras.

¿De qué tamaño es el compromiso que asumió aquí, maestra?

De hecho, desde que pedí oportunidad para entrar al programa, una oportunidad de empleo, ya más personal, al conocer el programa el Pronim y saber que me había tocado en una secundaria, fue una gran sorpresa. Yo no sabía que existía, sabía que se piloteaba, pero no sabía que estaba tan cerca de mí, a cuarenta minutos de mi casa. Me dije: pues está muy bien. Y trabajar con adolescentes que, igual que los que viven en  la ciudad, tienen dudas, temores, ilusiones, lo tomé como un gran reto venir aquí, conocer este campo, conocer a quienes trabajan en él y a estas familias que desde el primer día te brindan una sonrisa, te invitan un café, te invitan lo que tengan para conocerte; te convidan, te dan de su tiempo, están dispuestos a venir a la escuela a quitar el polvo y conocer a los chavos que siempre están a las 6:50, ya están. Si la clase es a las siete a las 6:50 ya están. Si nos tenemos que quedar: maestra, nos vamos a quedar; si hay que participar en actividades en las que no hay suficiente recurso, ellos hacen cosas con su imaginación para trabajar y para sacar adelante las actividades.

¿Quiénes son ellos, cómo los llega a conocer, maestra Ilse?

Su sensibilidad sí es un asunto muy notorio, a veces ellos se comportan de cierta manera para llamar la atención del docente o de los demás niños, en este caso porque compartimos el aula con la primaria; pero sí, yo noto eso. El ciclo escolar pasado, de hecho, convivimos muchísimo, ya para el mes de octubre yo estaba sorprendida de la empatía que teníamos, pensaba que iba a ser más difícil, pero ellos brindan todo su tiempo, su ser, su entendimiento para llevarse bien con los demás. Y buscan una amistad, buscan un respaldo, están solos hasta las cuatro, cinco de la tarde –ellos salen a la una–, y ahí están completamente solos con sus hermanos, entonces en lugar de irse a sus galeras, regresan a la escuela, platican con la maestra de primaria, de preescolar, de secundaria; si hay algo que hacer lo hacemos, nos quedamos platicando, vienen y me enseñan algo que compraron  el fin de semana, traemos un balón de futbol y nos ponemos a jugar un ratito bajo la sombra, o simplemente compartimos un jugo, unas papitas, por el mero gusto de compartir. Y ya en la tarde, cuando hay reunión de padres de familia, pues los padres son los que expresan gratitud y agradecimiento porque pasamos tiempo con sus hijos y platicamos con ellos, y somos sus amigos y estamos al pendiente. No les criticamos, estamos para apoyarlos, tratamos temas a veces que con sus papás no se atreven, situaciones que ellos se enfrentan en estas horas que están solos. Los alumnos se apegan también a los deportes, así que mi tarea es ver los deportes porque es el tema que ellos quieren platicar y conocer, sus equipos de futbol favoritos, para tener acercamiento, no solo en el aula y con los aprendizajes y la enseñanza que se tiene que dar, sino con todos esos aspectos emocionales que ellos cargan.

¿Siempre es así de tranquilo el ambiente, no tienen muchos conflictos entre ellos?

No existen casos de bullying, al menos en la secundaria; lo hemos platicado con los alumnos iniciando el ciclo escolar, ellos lo ven más allá, en primaria, con sus compañeritos de primaria. “No maestra, nosotros no nos llevamos de esa manera, observe a los niños de la maestra de cuarto, de tercero, mire, en el receso no comparten, pelean”. Ellos como que controlan más las situaciones, porque ellos como adolescentes toman el papel de padres de familia durante la tarde, hasta que llegan sus papás, entonces se procura estar platicando con ellos, que den el ejemplo, que se comporten de una manera aceptable para que no queden mal con sus papás a la hora que llegan.

Muchas gracias, maestra.



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domingo, 5 de septiembre de 2021

Mendizábal, la vida misma

 

Miguel Othón de Mendizábal en su despacho

A través de una visión integral del mundo indígena, Mendizábal tiene la virtud de ser realista. Basado en sus estudios de la historia y la antropología, que incluía análisis de producción agrícola, medicina natural, religiones y mitos; derecho, educación y lenguas, MOM se atreve a hacer una sugerencia original, que hasta hoy nos parecería moderna, sobre observar más detenidamente las características de los pueblos originarios. Comprenderlos. Dejar actuar a “la vida misma”. Él quiso hacer una síntesis que convenciera a los mestizos que las culturas autóctonas eran más interesantes de lo que parecían, y que al conocerlas eran muchos los beneficios para el mestizo, pues podría fortalecer su sentido de pertenencia, servirse de ellas, apropiárselas incluso. El mundo originario podría tener otro papel en la conciencia colectiva de los mexicanos, podría ayudar a resolver el abstruso asunto de la identidad, observado desde entonces a través de laberintos, jaulas melancólicas e inconfesables complejos que cargamos, como una enorme cruz, bajo el deslumbrante sol de la mexicanidad.

Se trata de imaginar lo que hubiera sido de México con un indigenismo más co-activo, en términos antropológicos, y que en lugar de occidentalizar a los indígenas y al resto de los mexicanos, nuestro país se mexicanizara más, como proponía Mendizábal. Y algo se sembró de esa semilla porque casi cien años después la presencia indígena en la vida de los mexicanos es evidente y ostensible. Una cantidad de características locales, de costumbres, modos, alimentos, medicinas se yergue hacia una identidad que por razones biológicas se pueden los mexicanos apropiar. Y eso es lo que está ocurriendo.

En los albores del siglo XXI esta parece ser la tendencia en el comportamiento de los mexicanos, México tiende a indianizarse porque es históricamente necesario que busquemos en esa herencia respuestas a preguntas reiteradas sobre nuestra capacidad social para organizarnos y tomar decisiones colectivas, los límites de nuestra cultura mestiza mexicana; el mexicano del mañana estará más completo al haber aceptado su implicación en esa genética nacional y, bajo ninguna circunstancia, puede disociarse de sus raíces originarias. Todos tenemos un bisabuelo.

La pobre contribución indigenista alineada a la visión de tata Cárdenas, miró más bien al lado contrario: no había nada qué conocerles, debían asimilarse, hablar español y formar parte del campesinado mexicano. Ignorar todo sobre ellos. Debían desaparecer como indígenas, convertirse en obreros de las ciudades, ser domesticados como las clases populares multiétnicas Norteamérica lo fueron con la ilusión de “América”; las naciones aplanadas de Europa. Y eso, como podemos ver, aquí no ocurrió. Los pueblos originarios sobreviven. 

Miguel Othón de Mendizábal

Este blog demuestra que Mendizábal acertó al sostener una visión más moderna y sumamente práctica sobre el tema indígena, que aún hoy podría prosperar. No desunir las partes, explicaba.

Mendizábal pretendió demostrar lo contrario sobre el indígena: que sí había mucho qué conocerles; había que preservar y cultivar sus culturas a través de sus lenguas; había que aprovechar su experiencia en la herbolaria y el medio ambiente. Y especulo con las razones que lo sabotearon, que lo borraron del mapa de la antropología mexicana, que lo hicieron un gran desconocido, a pesar de los premios, calles y auditorios que llevaban su nombre.

Mendizábal lo dijo, lo escribió, lo dictó en conferencias, alertó del riesgo uniformador de la asimilación. Inevitablemente, al hacer esta observación, es preciso detenerse a ver a los Magníficos, en los años setenta que, con más visión, modernizaron aquella súplica y condenaron también la práctica de ese mecanismo para manipular indígenas, llamado indigenismo, tronco de nuestra antropología. También fueron acallados. Y sus reflexiones no fueron presentadas en la academia de la Escuela Nacional, donde los estudiantes carecimos de esa revisión, básica para cualquier discusión de antropología mexicana, no por error,

pero la situación de los indígenas mexicanos no cambió nunca y, en la mayoría de los casos, empeoró. El indigenismo era inmoral de origen, Mendizábal lo advirtió, los Magníficos lo confirmaron, pero nadie hizo nada por impedirlo. El INI terminó hecho pedazos, Arturo Warman se dio el gusto, en venganza postrera, de liquidarlo a finales de siglo. Después, el Estado panista permanece en la indefinición, en la ausencia, aplicando recursos con visión tecnócrata y directrices internacionales; sin planes culturales, ni indígenas ni mestizos, sin un destino cierto, aunque al final esta actitud fue preferible a la “acción emancipadora” del PRI. Mejor sueltos que amarrados.

La hipótesis general de esta discusión es probar que MOM propuso, en un momento clave de su discusión, un indigenismo distinto a la que se constituyó en el INI. La marginación a la que este importante antropólogo fue sometido muestra el tamaño del miedo en el sector oficial; al prolongarse por décadas el boicot a sus numerosos escritos, publicados por amigos de la viuda solo en 1947, a dos años de su muerte. Fue la única edición de sus obras completas, en tanto que la academia únicamente incluyó su breve trabajo sobre la influencia de la sal en el poblamiento de América, texto interesante, pero relacionado únicamente con  nuestra historia más antigua. La opinión de Mendizábal sobre los problemas fundamentales del indígena y sus propuestas para solucionarlos, fue sacada de la mesa de discusión lo mismo en los institutos que en la academia. ¿Vale la pena ser leído, discutido, repensado?, esa es la pregunta clave en este blog. ¿Cómo tocar el tema indígena, cómo hacerlo visible para conversarlo, para convencernos de que es un tema ineludible para casi todos los mexicanos.

La discusión indigenista vive momentos de definición, los mexicanos optaremos pronto por una personalidad alterna a la que se nos ofrece con la globalización, con toda su cohetería y comunicabilidad. Observo que México vive un proceso de indianización a todas vistas, nuestro “castellano” está profundamente nahuatlizado, nuestras raíces indígenas a final de cuentas no son tan lejanas, pero es una pena que hayamos perdido tanto tiempo. La invención del Indigenismo mexicano retrasó este proceso cien años, noventa para ser precisos. La antropología mexicana da a luz una institución que en nada difiere de la práctica española de la colonia. La diferencia es que ahora los llama hermanos, pero culturalmente sobrevive la práctica de intentar borrar esas arraigadas identidades, ya no para imponer una moral cristiana, ahora es a favor de una presunta cohesión nacional, el famoso mestizo que, negando sus orígenes mexicanos, prohijó la práctica de una política social mantenida en el racismo.

No había nada qué conocerles, ellos tendrían que hacerse mexicanos.

Mi aportación se reduce a un recuento de las ideas originales de los antropólogos mexicanos y, en especial, las desconocidas obras de Mendizábal sobre el problema Indígena, basándome en sus libros o tomándolos de antologías o referencias de lecturas afines, para conocer los antecedentes del indigenismo del siglo XIX, cuando pensadores como Guillermo Prieto, Francisco Zayas, Ignacio Ramírez, Gabino Barreda, Francisco Bulnes y Justo Sierra, entre otros, definen la educación pública de México, sus reflexiones sobre el indígena concluyeron en la práctica indigenista que los “científicos” implementaron décadas después: Manuel Gamio y Miguel Othón de Mendizábal, las visiones más inteligentes en el origen del indigenismo institucional y sus contemporáneos Rafael Ramírez, Moisés Sáenz y otros que lo llevaron a la práctica, aderezados con voces críticas como las de Vicente Lombardo Toledano y Julio de la Fuente. Posteriormente, en los años setenta, las observaciones aún más críticas de Guillermo Bonfil Batalla, Arturo Warman y Margarita Nolasco, que desataron la emisión de otras voces importantes como Luis Villoro, Roger Bartra, Daniel Casez, Francisco Javier Guerrero, Héctor Díaz Polanco o Gonzalo Aguirre Beltrán, entre muchos otros, así como de otras lecturas importantes y posturas críticas como las de Daniel Cosío Villegas, Octavio Paz, José Fuentes Mares, Miguel León Portilla, Enrique Florescano, Rolando Cordera, Carlos Monsiváis –comn quien tomé dos semestres de Cuestión nacional–; Héctor Aguilar Camín, Herman Bellinhausen, Enrique Krauze y Carlos Puig, entre otros, en revistas y diarios como Nexos, Procesos, Letras Libres, Jornadas, Ojarascas, El Universal, Milenio, El País. Los pueblos, los mercados, los peones, la estudiante; otras experiencias derivadas de mi trabajo en las comunidades de la sierra norte de Puebla, la región totonaca de Veracruz, los amuzgos de Guerrero y los mixtecos y tacuates de Oaxaca; donde conocí a don Juan, don Jacinto, don Filiberto, doña Judith, personas que también merecen mención en la reflexión de este blog.  Los papás de mi compadre, totonacas de Ixtepec, Puebla. Mi tío Jesús de Zacatecas, hermano de mi papá, huichol por su cuenta. A todos los que uno tiene que dar crédito en el tema de los pueblos y las lenguas de las culturas originarias. Mención especial a Fernando Benítez con su fría y descarnada visión del mundo originario, como catalizador del indigenismo desde su visión periodística y profundamente criolla, contemporáneo de la acción estelar del instituto indigenista, que no es la visión del antropólogo comprometido con una acción oficial o una disciplina científica, sino la de un mexicano común, bien intencionado, inteligente, profundamente urbano que expresa lo que vio y lo presenta en Los indios de México.

Lecturas de lecturas que yo he puesto aquí como evidencia de un fracaso anunciado por mi autor, Miguel Othón de Mendizábal, una lectura que busca rescatarlo de la completa indiferencia que mereció su obra y, a la vez, polemizar sobre el sentido del ser del mexicano, que aún hoy busca la cuadratura en el triángulo de su genealogía. Y sí, volver a mirar a esos habitantes mexicanos, aún llamados indios, que cada vez adquieren mayor personalidad en el imaginario colectivo de los mestizos, pues a querer o no, representan parte de su propio pasado. La mitad, ni más ni menos, si lo midiéramos como abarroteros.

He buscado examinar al nacionalismo, el patriotismo mexicano y la gran deuda que la cultura actual tiene con el universo múltiple de lo originario. La creación y sustento de las instituciones, empezando por el Instituto Nacional Indigenista, el INAH y la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Se publicaron investigaciones detalladas sobre los Magníficos (Bonfil, Warman, Nolasco) con el objeto de aquilatar, a los ojos de la historia, la gran deuda que terminaron teniendo los antropólogos con su principal objeto de estudio, una espiral de contradicciones con la que los mexicanos arriban al siglo XXI, con sus mismos graves problemas de identidad, que contribuyen a agudizar asuntos perentorios como las perennes crisis económicas y políticas que tienen postrado a nuestro gran país –porque en efecto es grande–, cuando podría ser una potencia mundial en tantos aspectos.



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sábado, 28 de agosto de 2021

Les falta cariño

 

                                                        Monteverde, Mpio. de Janos, Chihuahua

Mi trabajo es estar frente al grupo, darles clases a los niños, que los niños aprendan y sobre todo superarme. Los niños vienen la mayor parte de Guerrero, son niños migrantes mixtecos de Guerrero y uno que otro de Oaxaca. Es un  reto muy distinto a la educación regular, porque vienen niños que traen diferentes costumbres, tradiciones y diferentes formas de vivir, que es diferente a lo que uno está acostumbrado a ver.

Alma Edith Terrazas Escárcega enfrenta este reto desde su bachillerato terminado, estudia una carrera de ingeniaría en sistema empresarial en el Tecnológico de Nuevo Casas Grandes, hizo un diplomado en ciencias de la educación y da clases de educación inicial en este centro de Pronim en Monteverde municipio de Janos, Chihuahua. Es septiembre de 2012.

Quieren leer y sumar

Yo doy primero y segundo de primaria y la gran dificultad es que los niños, muchos, son muy rebeldes. Eso en número uno, rebeldía; otros no hacen caso y es lo que me da más trabajo. En estos tres meses he tenido unos ciento cinco alumnos, al principio los dividí por edades, por grupos y ya, les ponía una actividad a cada uno; para poderlos tener medio quietos terminando el trabajo, los ponía a dibujar, ese método me quedó fabuloso porque se quedaban muy quietos, dibujando y coloreando. Es lo que los tuvo quietos.

Ellos no conocen ni las vocales. Pero los motiva aprender a leer; leer y sumar, es lo que los motiva: “maestra, yo vengo a que me enseñe a leer y a hacer números”. Es lo que los motiva y sobre todo que, al terminar, quieren ellos tener una carrera. Unos quieren ser doctores, otros maestros, es lo que más les llama la atención; alguno quiere ser veterinario, pero la mayoría doctores y maestros. Uno que otro dice que sí quiere ser jornalero, porque ganan dinero; para ganar dinero.

Afecto vs violencia

Le tienen mucho miedo a sus papás, porque no los obedecen y yo creo que sí los golpean, los ven con miedo y temor. Los niños, en cuanto llegan, lo que hacen es acercarse y abrazarme, se me acercan y también les doy su abrazo y se sienten bien acompañados. Y cuando yo los recogía en sus casas, les hablaba a sus papás y le decía: señora, su niño no me hace caso, la reacción de sus papás era luego luego la violencia. Y sí, iban conmigo: “maestra, lléveme a mi casa porque me da miedo que mi mamá me va a regañar”. Sí les falta cariño.

Sería todo de mi parte

Mi satisfacción es estar frente al grupo, ayudar a los niños porque de veras sí lo necesitan; lo que más necesitan es cariño. Mis planes son seguir estudiando, continuar con Pronim porque me gusta dar clases. Y referente a la escuela, tener un salón apropiado con sus muebles, su escritorio, sus mesas; o sea, un lugar estable donde estar, para que los niños ya no batallen. Eso es lo que me gustaría.

Sería todo de mi parte, pero me gusta mucho lo de la educación y me gustó el programa, porque son niños que carecen de mucho afecto y con uno se sienten apapachados.



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