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La naturaleza de Warman

Un poco antes de morir en 2004, Arturo Warman alcanzó a escribir el prólogo de un libro que se iba a llamar La naturaleza mexicana y que no pudo concluir. Era la visión de un hombre muy experimentado, sabio y melancólico, contrastante con aquel joven académico de 1970 que veía a la antropología como un sistema manipulador de indígenas y al antropólogo como el chofer de ese vehículo.

“La antropología integral mexicana sostuvo y sostiene que el estudio del hombre debe hacerse en varias dimensiones: una histórica, otra biológica, otra etnográfica o cultural, pero todas unificadas por un solo conjunto conceptual que es el de la antropología aplicada a las tareas de gobierno. (…) Al antropólogo mexicano, con base en conocimientos supuestamente objetivos y científicos, le correspondía adaptar las virtudes de occidente para hacer más fácil su adopción por los nativos. Sus conocimientos también le permitían combatir y aniquilar los sectores retrógrados o tradicionales de la cultura aborigen. En fin, se le concibió como un manipulador de gente y se justificó su acción por el teórico beneficio de sus propias víctimas. Si el indigenismo era el vehículo de la expansión del industrialismo, el antropólogo era su teórico chofer”. *

Su vida como “folklorista obsesionado por la recopilación de música tradicional, trabajador en las instituciones nacionales de crédito rural, antropólogo dedicado a los temas indígenas y rurales, funcionario público federal, entre otros”, le permitió un profundo conocimiento de la geografía y la sociedad mexicana a lo largo y ancho del país. “Con arrogancia me considero un buen conocedor de mi tierra”. ¿Qué encontró Warman de este periplo que duró la mitad de su vida? Él afirma que le ofreció perspectiva:

“México es un país grande y poblado: casi dos millones de kilómetros cuadrados de extensión y un poco más de cien millones de habitantes, más otros diez millones que aquí nacieron pero radican del otro lado de la frontera. Apenas catorce países del mundo son más extensos que México y sólo once tienen más habitantes. En el hemisferio occidental sólo Brasil y los Estados Unidos de Norteamérica son más grandes y están más poblados. Argentina y Canadá son más grandes pero tienen mucho menos gente. Veintiocho países del continente tienen menos población que la zona metropolitana de la ciudad de México. Los once mil kilómetros de las costas mexicanas en tres océanos, apenas superados por las del Canadá y ligeramente más largas que las chilenas, son más extensas que las de las grandes potencias marítimas. El gran tamaño de México ciertamente no sustenta mi arrogancia, más bien nutre mi preocupación.”**

* De eso que llaman antropología mexicana, 1972, Arturo Warman: Todos santos y todos difuntos, p. 29-31
** Prólogo de La naturaleza Mexicana, 2004, inédito (hasta donde sé)

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