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Revivir


A partir de hoy vas a encontrar las entrevistas que hice a un grupo de ancianos poblanos. Algunos nacieron fuera de Puebla, pero ahora tienen más de medio siglo entre nosotros y son poblanos. Quiero manifestar mi más grande aprecio por su participación, su elocuencia y valentía al revivir historias algo dejadas en el pasado.

No se pretende aquí exponer “vidas” en términos de biografías, sino de un atisbo arbitrario a la memoria de estos hombres y mujeres que momentáneamente accedieron a hablar de sí mismos y desenterrar historias familiares a veces ya irrecuperables.

En esta colección encontrarás una muestra muy representativa de los ancianos y ancianas poblanas, los mismos que ya no vemos fácilmente en el peligroso centro histórico, pues sólo hay semáforos para automóviles y los seres humanos han de pasar la calle como puedan. Y últimamente hasta balazos. Pero los ancianos son los olvidados de hoy, marginados de planes oficiales y particulares, ignorados por propios y extraños que atendieron mi solicitud con el escepticismo propio de los habitantes de un país que no piensa en ellos, que no los atiende, que ni siquiera los recuerda. Sin embargo verán una colección sui generis de personajes que tienen más de una razón para seguir viviendo. 

Tenemos aquí al hombre que construyó colonias desde el analfabetismo, al rey que pierde un edén falsamente heredado, al impaciente estudioso, el pulquero, la aristócrata, el alfarero; licenciados y choferes; la niña zapatista, el caballo que llora, la exiliada española decepcionada, la dama del baile y el maquinista de ferrocarril. Todos ellos viven juvenilmente a la ciudad de Puebla entre los años 1920 y 1940. Aquella ciudad tan parecida e incluso idéntica a la actual, y a la vez tan distinta. Entrevisté a un hombre que lleva 60 años atendiendo su taller eléctrico automotriz en el mismo lugar de la 7 Sur; otro que fue acarreado de aquel PRI ruizcortinista en los años cincuenta; una dama que nos habla de las monjas de principios del siglo; otra que conoció a un santo verdadero. Historias para reír y enternecerse, que servirán para fundar una preocupación de muchos y la acción de nadie.


Es propósito de este proyecto de tradición oral estimular a los jóvenes antropólogos a penetrar en la técnica de la entrevista y formalizar, entonces sí, un archivo de la memoria oral poblana que tanta falta hace. Si el INEGI en su frialdad estadística nos dice que mueren 17 ancianos en el estado cada día, esas voces, de tan apreciables irrecuperables, pueden, con un pequeño esfuerzo, ser preservadas y aprovechadas. 

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