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Son explotados, a mi parecer


12 de septiembre de 2012. Llegamos a refrescarnos primero de la resequedad desértica del camino, todo el paisaje tamizado de un fino polvo del color del café moka, habitado por nopales y otras cactáceas y huizaches bañados completamente por ese mismo polvo; de pronto, un basurero que atravesamos entre la arena y el sol antes de llegar a la primaria Caimi, Centro Integral para niños migrantes, en el municipio de Ascensión, Chihuahua, la maestra María Dolores Cázares Casas me recibe muy sonriente, se ve que ella es una mujer alegre y franca.



Hábleme de su trabajo, profesora –le pido–. 

Doy tercero de primaria, estudié muchas carreras inconclusas, estuve principalmente en la Normal del Estado, estuve en la normal superior; en español, tres semestres, y actualmente estoy estudiando pedagogía en la Universidad Cultural. Además los cursos de aquí, como un diplomado.

Cuando yo me topé por primera vez con el Profe me dijo de este proyecto que está hoy, que todavía no existía. Me emocionó mucho primeramente pensar que había alguien como el profe Horacio que estaba trabajando por nuestro pueblo, que a la vez iba a generar empleo y que se preocupara por esos niños que venían aquí y que no iban a la escuela. Entonces, cada día que vengo aquí yo pienso en mis niños, incluso así los llamo: mis niños, y todas mis compañeras: sus niños. Este es un gran proyecto para nuestro pueblo, para nuestra comunidad, más que nada porque le da atención a estos niños que nosotros adoramos tanto, porque se levantan a las tres, cuatro de la mañana, se van a trabajar, comen o mal comen, más bien, y llegan, se bañan y vienen con unas energías todavía sorprendentes, porque nosotras nos levantamos a las seis, siete de la mañana y a estas horas del mediodía ya andamos cansadas. Y mírelos.

¿De dónde vienen estas familias, profesora?

Ellos vienen del sur de la república, tengo niños de Veracruz, de Chiapas, de Oaxaca, de Guerrero; vienen aquí a nuestro estado buscando trabajo; aquí hay mucho empleo en los campos agrícolas. Recogen chile, tomate, aparte de que escardan cuando están las plantas y que sale mucha yerba; los niños dicen que andan en la escarda; andamos en el trasplante, andamos en la pizca; o sea, son procesos, empiezan con los trasplantes, luego la escarda y luego ya la pizca. De chile, tomate, cebolla; las sandías, el algodón, aunque ya la mayoría de los agricultores en el algodón meten maquinaria, pero de todos modos muchos sí meten gente para la plantita, para sacarla por completo. Entonces vienen a partir del mes de mayo y en noviembre, ya que hace mucho frío aquí y que se acaba el trabajo, ellos se van a sus estados.

¿Qué tanto aprenden en estas escuelas, profesora? ¿Realmente aprenden?

Batallamos principalmente en que no saben leer y escribir. Regularmente en tercer grado lo niños ya saben leer y escribir y aquí no. Entonces sí representa un gran esfuerzo; por decir, en matemáticas algunos niños que tengo ahorita no conocen cantidades de tres o cuatro cifras, conocen los números del uno al diez, y saben sumar y restar cantidades, pero conforme a las necesidades de ellos, porque uno no los hace tontos, ellos saben que de veinte pesos, si pago quince me tienen que regresar cinco; pero ya en ecuación no saben de una cantidad grande, de millares. Hace poco muchos niños no conocían números de tres cifras. Ahora sí, la mayorías de los niños, pues tengo muy buen grupo, yo casi no batallo, aunque a algunos niños tengo que alfabetizarlos. Conocen también todas las letras, pero no formar palabras, menos leer, no saben. Entonces sí es un gran reto estar con ellos, preparar una clase, cómo explicárselas, porque hay unos niños muy listos, pero hay otros que no.

El primer año que yo estuve el Pronim tenía unos niños que no hablaban español, entonces teníamos multigrado y sí era más difícil atender a los niños. Pero había uno que nos hizo reflexionar, yo le decía: Carlitos, mira, vas a hacer esto: “sí”; vas a hacer esto otro: “sí”. Todas mis instrucciones me decía que sí. Una compañera me aconsejó: dígale algo que le tenga que decir que no. Yo le dije algo y él: “sí”. Entonces fue como nos dimos cuenta de que no me estaba entendiendo nada. Ahorita ellos ya hablan español, pero entonces sí era una dificultad hacernos entender con ellos. Nuestro problema ahora es que tenemos una asistencia muy irregular, el niño que vino el lunes ya no viene hasta el jueves, o ya no vino toda la semana. Y cuando viene: ¿por qué no has venido? Porque andamos trabajando, maestra. Asistir a la escuela es un segundo plan, no es su prioridad, ellos vienen a trabajar. Y los papás no se preocupan. Para ellos que los niños trabajen es tener un ingreso, entonces pues no, no tienen mucho entusiasmo de que estudien. Hemos tratado de motivarlos: miren sus hijos van a aprender y van a tener beca de Sedesol; ya está el comedor; no se preocupe por la comida, aquí comerá; mejor que se cambie, que se bañe y acá va a comer. Pero aun así no despertamos el interés.


¿Qué le gustaría que ocurriera aquí, profesora?

Algo que me gustaría mucho, mucho que ocurriera aquí en el pueblo es que no se empelara niños en el campo. Porque yo he oído comentarios de otros compañeros de Pronim que hay estados donde los niños no trabajan. En Jalisco dicen: yo voy al campo y el mismo agricultor me pone una bodega; no tienen una escuela como esta. Trabajan las maestras hasta en los mismos campos agrícolas. Platicaba una de ellas: yo me tengo que trasladar hasta allá, y la persona, el dueño de ahí, me tiene una bodega donde meten hasta los costales, y ahí doy las clases. Todos los niños; conforme van llegando las familias, todos se van conmigo, a la escuela y los papás a trabajar. Aquí no, a mí sí me gustaría mucho que ocurriera eso, por los muchos accidentes que tienen los niños, porque son explotados a mi parecer. Aunque a ellos les gusta ¿eh?

Lo que veo es que a todos les gusta, maestra María Dolores, yo la veo muy contenta.

A mí me encanta. Yo les digo a mis hijos,  a mis hijos verdaderos, porque a mis hijos les digo hijos, y a ellos les digo mis niños. Tengo ya una niña en prepa y le pregunto ¿hija, qué vas a estudiar? Cada vez que la veo me cambia de carrera. Le digo: no es posible hija, yo decidí en tercer año de primaria, ya sabía que quería ser maestra. Al terminar secundaria ya estaba enfilada. Todo lo que me ha pasado en mi vida se recompensa con esto. Ahorita que estoy trabajando en lo que a mí me gusta, y más que estoy estudiando, pues me encanta: Tengo un niño que todo el día sube y baja, sube y baja: siéntate, siéntate. No pelees, hazlo en el pizarrón. Y cuando nos despedimos en la noche: maestra, que pase buenas noches, que descanse. Todo lo que batallé con él, todo el día, desaparece en ese momento. Y eso es de todos los días. Y la despedida así, tal cual. 

Estoy  muy contenta con mi trabajo, me gusta y qué bueno que este centro ponga el ejemplo para otros estados, porque estamos en la mira de mucha gente.

Muchas gracias.

A usted.


Fotos:



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