Quinta entrega de la serie sobre educación indígena
15 de Junio de 2011
Para llegar a Fortín Alto,
donde se encuentra un albergue y un preescolar de educación bilingüe, hay que
salir de la ciudad de Oaxaca por la autopista a Puebla hasta Nochistlán, de ahí
a la ciudad de Amatlán, de donde un camino de terracería lo lleva a uno a San
Miguel Chicahua, muy cerca está la comunidad de Fortín Alto, un pueblo con
arquitectura contrastante, pues lo mismo es posible ver casas antiguas de adobe
y tejas, que modernas de enormes construcciones con diseños espectaculares,
aunque casi siempre inacabadas.
El municipio de San Miguel
Chicahua se ubica en el extremo sureste de la Región Mixteca, a una altura de 2,300 metros sobre el
nivel del mar. El territorio está poblado de ocotes y encinos, principalmente,
pero también hay abundantes palmas, espinos, guajales, tepehuajes y
pastizales. Se caracteriza por ser una
región de emigrantes y quienes permanecen en ella siembran maíz, trigo, fríjol
y garbanzo, que cosechan principalmente para su autoconsumo.
Ahí me recibieron un eficiente
profesor de preescolar Indígena y el director de un albergue indígena muy
deteriorado por la falta de mantenimiento y de atención.
Escuela
Preescolar Indígena “Miguel Alemán”, de Fortín Alto, municipio de San Miguel
Chicahua, Oaxaca
Prof.
Javier Hernández López
Mi nombre es Javier Hernández
López, estoy comisionado como director sin grupo de la Escuela Preescolar
Indígena “Miguel Alemán”, de la comunidad de El Fortín Alto que pertenece
al municipio de San Miguel Chicahua del
estado de Oaxaca.
El sistema educativo del cual
nosotros dependemos es el de educación indígena, nosotros dependemos de la
supervisión escolar con sede en San Diego Apoala, esta supervisión pertenece, a
su vez, a la jefatura de zona de Nochistlán, que depende de la Dirección de
Educación Indígena en el estado de Oaxaca y, de ahí, de la Dirección General de
Educación Indígena de la SEP.
En esta comunidad somos de la
etnia mixteca, de la región mixteca, y atendemos a los niños hoy en día con
cinco docentes, que atienden un grupo cada quien; hay dos grupos de primer año,
hay uno de segundo y dos de tercero. Debo enfatizar que aquí en esta comunidad
hay mucha migración, aquí la mayoría de los vecinos se van a los Estados
Unidos, y esto se ha reflejado un tanto en el sistema escolar, toda vez que los
niños ya no practican regularmente la lengua indígena, que es el ñuu savi,
entonces el papel de nosotros, los trabajadores del sistema educativo indígena,
es ir rescatando, reforzando y fortaleciendo la lengua indígena. Aquí, el
fundamento de nuestras actividades es el sistema bilingüe, aunque nos cuesta un
poco llevarlos de esa manera, toda vez que los niños por lo regular ya son
hablantes del español, hablan ya muy poco la lengua mixteca; sin embargo, el
esfuerzo se está haciendo y justamente en este ciclo escolar trabajamos sobre
un proyecto denominado “hongos zeta”, un proyecto didáctico y productivo. Ese
proyecto lo culminamos precisamente en el mes de marzo y nos dimos cuenta que
sí se está perdiendo la lengua mixteca, el ñuu savi. Porque los jóvenes, los
adultos que se van a los Estados Unidos traen otras costumbres, otros hábitos,
otras formas de vida, a eso se debe a que se esté perdiendo la práctica de la
lengua en la comunidad.
Cuando yo iba en la primaria,
cursando el sexto grado, se fundó un albergue escolar en mi municipio, que es
la comunidad de Santiago Apoala; se funda el albergue escolar y por medio de
las autoridades municipales se tuvo que citar a los padres de familia para que
inscribieran a sus hijos, y es así como me inscriben mis papás y es cuando
tengo mi primer acercamiento con el sistema de educación indígena.
Después de ese ciclo escolar,
como fue la primera generación ingresada de la escuela primaria -antes no
había, esta fue la primera-, vino el que era titular de esa dependencia y
prometió a los de sexto grado de esa generación algunas becas para los alumnos
más destacados, para que continuaran sus estudios a nivel secundaria. Y es así
como nos motivan a muchos de los alumnos. Entonces me tocó la suerte de ser uno
de los alumnos elegidos para este estímulo, para la beca. Es así como me voy al
distrito, porque en esa parte de la mixteca no había alguna institución en la
que pudiésemos inscribirnos, me tuve que trasladar hasta el distrito para hacer
la secundaria y gozar la beca, en ese tiempo del área indigenista, hoy CDI.
Teníamos que entregar como requisito nuestro promedio y a los muchachos que
bajaban de promedio se les quitaba la beca. En el caso mío, afortunadamente,
tuve la suerte de conservar mi promedio y tuve forma de disfrutar la beca los
tres periodos de educación secundaria.
Una vez culminada la
secundaria, me dirigí al profesor Pedro Maldonado, que era director regional en
ese entonces -hoy se llama jefatura-, en Nochistlán, y lo invité a mi
graduación. Y él me dice: “si tú tienes todavía ganas, la voluntad de seguir
estudiando, sigues”. Estaba cerca de Nochistlán, aproximadamente a unos 17 kilómetros , una
comunidad que se llama Santo Domingo, donde funcionaba el CEA, Centro de
Estudios Agropecuarios. Me dijo que me inscribiera y que me iban a asignar una
beca por parte del INI, pero estar ahí implicaba pagar todos mis gastos:
alimentación, renta, todo; entonces platiqué con mis padres y me dijeron que no
tenían la posibilidad de apoyarme, ya que la beca por sí sola no era
suficiente.
Entonces fui y le dije eso al profesor Pedro, que no teníamos
posibilidades y que si había una oportunidad de poder ingresar al sistema de educación
indígena, pues estaba en disposición de hacerlo, solo que necesitaba el apoyo
de él. Y me dice: “pues haz tu solicitud porque no solo eres tú; así como tú
quieres, hay muchísimos que también quieren”. Hice mi solicitud, nos fuimos a
Oaxaca a que nos examinaran, sobre todo en lengua mixteca y, pues, tuve la
suerte de quedar entre muchos jóvenes, no recuerdo cuántos, que no eran solo
mixtecos, eran de otras etnias, pero éramos varios, de Huajuapan, de Tlaxiaco,
de Putla de Guerrero.
Finalmente presentamos el examen y como al mes, mes y
medio, ya me comunicaron que fui uno de los elegidos para ingresar, pero para
ello tenía que ir al Curso de Capacitación, como se llamaba en ese tiempo un
curso de inducción para ingresar como educador. Entonces es cuando me voy a un
centro de integración social de San Antonio de Eloxochitlán de Flores Magón,
perteneciente a la Región de la Cañada, y ahí en ese lugar estuve durante los
meses de octubre, noviembre y diciembre, dos meses y medio; incluso ahí hubo
otro filtro, los que no respondieron quedaron fuera. Era un curso intensivo que
nos daba una embarradita y vámonos.
Regresamos y nos dieron una
constancia de conducta y de aprovechamiento. Retornamos varios, todos los
hombres que pudimos aguantar los dos meses, porque muchos se fueron antes. En
diciembre de 1979 ingreso con mi orden de comisión para ir a trabajar a una
comunidad a partir del 15 de enero de 1980; es así como entro a la educación
preescolar, dentro de un sistema de castellanización, como se llamaba entonces.
Hace 31 años. Por contrato, no por plaza, y es hasta marzo de 1981, cuando me
dan una clave, a partir de entonces cuentan mis años de servicio, por ello
acabo de cumplir 30 años de manera oficial.
Muchos de mis compañeros se
fueron a otros niveles, se fueron a primaria en el mismo sistema, otros a
telesecundarias, y yo fui de los pocos varones de preescolar, porque
normalmente las mujeres son las que han ocupado los cargos en este nivel. La
satisfacción es que me inicié en el nivel de preescolar y me voy a retirar en
este mismo nivel.
Hongos setas
El proyecto del cultivo de
hongos setas. Al inicio del ciclo escolar la supervisión escolar nos pidió a
nosotros que pudiéramos convencer a los padres de familia para formar comités
de padres y docentes con el fin de armar un proyecto sobre el que queríamos
trabajar con el sistema bilingüe. Una vez reunida la comunidad, hubieron varias
participaciones, varias intervenciones y, finalmente, por mayoría, se decidió
por el proyecto de hongo seta. Un proyecto educativo y productivo a la vez. Un
proyecto desconocido para la mayoría, pero también por ello quisieron
involucrarse, y así es como en esa reunión se creó un taller de trabajo. Así
estuvimos trabajando con los padres de familia y alumnos aunque, ya en el proceso,
nos encontramos con necesidades que tuvimos que ir consiguiendo, así como
algunos procedimientos con cierto riesgo para los alumnos, por lo que tuvimos
que tomar medidas. Se llevó a cabo y finalmente quedaron de alguna forma
satisfechos con el resultado. Iniciamos en el mes de octubre y lo culminamos en
el mes de marzo. Fue un tanto tardado, ya que primeramente tuvimos que hacer
acopio de los materiales, hicimos un calendario. La participación de los niños
fue fundamental, tuvieron que traer paja, totomoxtle, algunos utensilios
necesarios y los docentes también contribuimos con olotes.
En la investigación
decidimos que lo haríamos con paja, pero nos dijeron que si mezclábamos la paja
con el totomoxtle y el olote funcionaba mejor, que íbamos a obtener más
producción. Conseguimos esos materiales, un tambo grande para ponerlo al fuego
pero, ya que todo el proceso fue amplio y detallado, en algunos momentos hubo
que tener mucho cuidado porque era peligroso; tuvimos que adecuar el proceso de
acuerdo a nuestras condiciones y el nivel de desarrollo de los niños, que aquí
son pequeños. En algunas actividades solo participaron como observadores y de
esa forma no representó ningún riesgo para ellos. Todo era bastante
desconocido, nadie tenía experiencia, pero a partir de ese proyecto pudimos
aprender. En la valoración del consejo técnico consideramos que el resultado
fue bastante positivo, tanto en el ámbito educativo como en el productivo,
considero que el logro de los objetivos anduvo en un 82, 83%, lo que nos parece
bien.
Algo
que vamos a defender. El sistema bilingüe es, en mi experiencia,
creo, un tanto poquito complicado, puesto que hay que alternar la lengua madre
con una segunda lengua. Pero a la vez también es motivante, porque eso nos
conduce a que también nosotros como trabajadores hagamos conciencia de que
nuestra cultura tiene un valor incalculable y está viva, la estamos nosotros
conservando y nadie nos la puede quitar, es algo muy nuestro. Yo soy de una
comunidad vecina, estamos cerca de la gente, somos mixtecos todos, hay una mínima
diferencia, una variante, pero nos entendemos perfectamente y estamos, quiero
pensar, estamos trabajando para mantener y fortalecer nuestra cultura, recrear
nuestra lengua indígena que es el mixteco.
El principal obstáculo pienso
que es la pobreza, ya que aquí mis paisanos emigran, y siento que ese es el
obstáculo. Incluso muchos padres de familia ya vienen con otra ideología, ya no
quieren que sus hijos hablen el mixteco, porque para ellos hablar la lengua
mixteca, mantener vivas las costumbres y los valores de los pueblos, es un
sinónimo de atraso, de ignorancia, de estancamiento. Así lo ven. Tal vez por
ignorancia, por desconocimiento. Yo siento que ese es el mayor de los
obstáculos. Hemos sido testigos de que los jóvenes que están regresando traen
esa mentalidad; hoy son otros tiempos, “hoy en día hay que ver el inglés y el
español”, así lo ven ellos. Pero nos corresponde a nosotros, a los viejos en el
servicio, seguir insistiendo en que nuestra cultura, como la lengua en este
caso, debe prevalecer, desconocerla es como perder nuestra identidad.
Si mañana me voy, por decir,
la satisfacción que me queda a mí es haber contribuido con un granito de arena
para apoyar de alguna forma mi cultura, trabajar con mis paisanos, con mis
gentes los mixtecos; que en algunas ocasiones hemos podido aportar,
mínimamente, pero hemos podido aportar en favor de este subsistema de educación
indígena. En algún momento hubieron ofertas, de otro nivel, pero yo me sentí
muy satisfecho con los niños de este nivel, de cuatro y cinco años, porque es
muy noble la labor, los niños están inquietos de saber, ávidos de saber, de
conocer y de descubrir. Y cuando uno trabaja con esos niños, pues, a mi manera
de ver, es muy satisfactorio, ya que ellos no conocen lo que es el odio.
Me iré
muy satisfecho, muy contento y porque de alguna forma contribuí en esto, apoyé
a mis paisanos, a mis gentes, incluso a mis compañeros. Por el nivel ya no
tuvimos acceso a otras claves directivas, siempre con clave como docente, sin
embargo ya recorrí algunas comisiones, fui auxiliar administrativo de la zona,
fui secretario general de la delegación, ya estuve comisionado como
representante de mis compañeros en Oaxaca, ya estuve apoyando como responsable
del área, de la jefaturas; estuve un rato como responsable de la supervisión
escolar y aquí seguimos. Si al rato me dicen que me voy a trabajar en otro lado
voy y lo hago, porque ya tuve esa experiencia y volver a vivir esa experiencia
es como volver a vivir, para mí es satisfactorio.
Albergue
de Fortín Alto, municipio de San Miguel Chicahua, Oaxaca
Prof.
Saúl Cruz García
Mi nombre es Saúl Cruz García,
estamos aquí en el Albergue Escolar “Ita yuyu”, en la comunidad del Fortín Alto
Chicahua, Nochistlán, Oaxaca.
Necesidades
ingentes. Habitan el albergue, en primera, los niños que carecen de
recursos económicos en su casa; o bien, lo que son de rancherías o de parajes
distantes a una o dos horas de distancia, por lo que ellos necesitan el
servicio del albergue para poder estudiar.
Urge una remodelación de todo
el edificio, ahorita en los dormitorios la lluvia gotea demasiado, a veces
tenemos que enviar a los niños a su casa para que no se queden en las noches,
porque se mojan las camas; a veces tenemos que juntar todas las camas o los chamacos
se tienen que quedar de dos o tres en cada una porque si no se mojan con la
lluvia. El techo está muy deteriorado.
Aparte de ello, quisiéramos
que en el albergue se creara un centro de estudio, como el del proyecto de
hongos. A largo plazo, ojalá podamos tener una línea de internet para los
alumnos; en este ciclo se consiguió la computadora, se estuvo gestionando con
el ayuntamiento y los padres de familia y es como se consiguió este pequeño
equipo de cómputo, pero hace falta una línea de internet, más computadoras; la
biblioteca está en pésimas condiciones; de hecho, no está trabajando, no se ha
terminado.
De mi trabajo me gusta sobre
todo el reconocimiento de los niños y de los padres de familia, mi satisfacción
más grande es ver que ellos lo aprecian, ojalá lo sigan haciendo, sobre todo
los comités, con los que hay una buena comunicación; con las autoridades
municipales, que son unas personas que no nos han negado los apoyos que se han
pedido. Esa es mi principal satisfacción.
Lo que pediría a la mejor es
que nos visiten más, estamos muy abandonados, a veces hay trabajos que se
realizan en los albergues, en un informe sugería un estímulo para los padres de
familia, para los alumnos, para los docentes de los albergues, para que le
echen más ganas, entonces se valoriza más.
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