miércoles, 8 de agosto de 2012

El recurso visual en la Antropología


Las mesas de disertación con videoastas de documentales y antropólogos mexicanos que he publicado en este blog muestran que la discusión sobre Antropología Visual no sólo no es ociosa sino que está encendida en el ánimo de ambas profesiones. Estas son las ideas que he podido sacar en limpio de su amable participación.

El recurso videográfico es útil para cualquier disciplina académica, sea antropológica, científica o artística. Los videoastas consideran que el video puede ser una útil herramienta de investigación en las disciplinas académicas y especialmente en la antropología.

Si bien el video no puede sustituir las libretas de campo del antropólogo, es posible pensar en una bitácora visual que complemente las observaciones que, por sus detalles o su magnitud, no sea sencillo escribir en la libreta de campo.
El video puede convertirse en un sujeto de estudio del quehacer antropológico por sí mismo.  Ayuda a difundir los problemas sociales que la antropología logra diagnosticar e incluso puede llegar a proponer soluciones.

No es posible ni deseable la teorización antropológica en soporte videográfico. La antropología es una disciplina interpretativa, implica conceptos, conocimientos previos; el video es imagen, la imagen no permite la expresión de ideas abstractas. ¿O sÍ?

Respecto a si el video configura o desfigura las investigaciones antropológicas, el resultado dependerá del rigor metodológico. Las grabaciones videográficas, aun las más discretas, alteran los acontecimientos grabados, pero no necesariamente los desfiguran. Se convierte en un lenguaje que interviene en la realidad de la que habla. El recurso puede ser utilizado también para manipular información y desinformar  a la sociedad. Es decir, sí puede desfigurar la investigación.

Sobre si el video es una acción intervencionista en las comunidades se concluye que sí es intervencionista, aunque el problema del “intervencionismo” no tenga que ver con los recursos de trabajo, sino con la actitud del visitante, dependerá de los fines de la investigación.

Sobre si el video antropológico aporta un punto de vista diferente a los documentos e investigaciones antropológicas tradicionales, se concluye que el punto de vista lo aporta el investigador; capta la variedad y riqueza de ciertas prácticas, como las fiestas y ceremonias. Su raíz está en lo narrativo y lo verosímil. En términos generales, el video enriquece a la investigación.

Sobre si el video propone preguntas antropológicas distintas a las habituales, se deduce que el video puede incorporar una dimensión artística que raras veces aparece en la antropología académica. Las imágenes tienen vida propia más allá de la propuesta narrativa del antropólogo. Seguro que sí, todo depende de la agilidad del investigador y sus intereses.

Sobre si existe una corriente o escuela mexicana de Antropología visual, se afirma que lo común es encontrar centros de producción o investigación que no van más allá de la ilustración y se quedan en la superficie de lo que esta herramienta puede proponer. Por lo tanto, no existe una escuela digna de ese nombre, se requiere continuidad, el desarrollo de un método y diversos estilos. Pero hay quien considera que sí hay una escuela mexicana de documental antropológico, el de la escuela documental que comienza en los años 60 con “Él es Dios” de Warman, Bonfil y Muñoz.

Todos los antropólogos participantes en este estudio han utilizado el video en sus investigaciones antropológicas, al menos en una ocasión.  Consideran que el registro videográfico puede ayudar a la interpretación antropológica, que es un elemento fundamental y sustantivo de la interpretación y análisis, que es una herramienta fundamental, un recurso indispensable para la investigación científica e interpretación contemporánea.
El video, como recurso de interpretación, puede ayudar si el receptor del mensaje es un antropólogo.

La Antropología Visual puede llegar a ser considerada conocimiento y no mero registro visual de campo, es decir, de acuerdo a los antropólogos entrevistados el video sí puede ser un conocimiento antropológico, siempre y cuando se sustente en una metodología clara, precisa y trasparente; su quehacer constante genera conocimiento, o bien, puede mostrar el proceso mediante el cual se genera ese conocimiento.

El recurso audiovisual amparado en estudios teóricos podría propiciar conjeturas científicas. Puede propiciar y aportar. El recurso audiovisual se suma a otro tipo de recursos, el detalle es saber utilizar cada recurso de forma pertinente. El argumento de un documental puede tener un fin científico y cumplir los objetivos del método antropológico, pero puede resultar muy aburrido, por lo que tampoco se ve la necesidad de forzar en un medio los recursos que pertenecen a otro: el texto escrito.

La razón de que el recurso videográfico no haya crecido en el ámbito mexicano de la Antropología es porque no ha habido promoción de la “antropología visual”, se ha limitado a los aspectos técnicos y no con la reflexión teórica y etnológica.

La técnica audiovisual es y será sólo una técnica cuando no se utilice más allá del apoyo intrínseco que le corresponda. Aunque ha crecido, principalmente a raíz de la masificación de las cámaras, el software de edición de video y los formatos digitales.

Tal vez no se esté teorizando con él, porque en la realidad cada vez existen más jóvenes documentalistas que salen a las calles a filmar la realidad y  hacer antropología, pero sin pretensiones académicas. Pero sí, tenemos mucho por hacer y por cuidar al utilizarlo. El registro en video es una intromisión en el lugar donde se filma, crea de inmediato una especie de ambiente artificial en el que la gente ya no actúa espontáneamente.

Sobre cuál sería la corriente más adecuada a la realidad etnológica mexicana, las respuestas son disímiles. Se dice que cualquier corriente teórica es útil para la reflexión y el análisis antropológico. O que hay que utilizar la más adecuada, la más útil. Echar en mano de los recursos teóricos necesarios para cada problema específico. Es decir, no es que deba existir un enfoque “más adecuado”  que otros; cada antropólogo busca su propio camino de expresión y el que elige es el más adecuado. Hubo quien se mostró escéptico a las corrientes o modelos en la ciencia social, pues considera que son esquemas y métodos muy rígidos.

¿Sería útil para la formación de un antropólogo recibir clases de guionismo y grabación de documentales?, las respuestas fueron afirmativas, en la ENAH por ejemplo, se imparten clases de guionismo y producción como materia optativa y es muy apreciada por los estudiantes, puesto que sin sensibilidad artística y sin el aprendizaje del lenguaje visual, los documentales resultarán muy aburridos. No obstante, hay quien preferiría clases de redacción para que se aprenda primero a escribir un texto, aunque el video deba estar ahí como opción.

El futuro que podría tener la Antropología Visual como recurso teórico en la disciplina, habida cuenta del constante avance tecnológico de la comunicación, y la ampliación de soportes y hardware es, con todo, alentador. Pero debe seguirse adaptando la antropología a los avances tecnológicos y comunicativos, ir a la par de la tecnología, implementar talleres y aprender a desarrollar páginas Web y revistas digitales, capacitar  a los alumnos en la realización de video. Un desenlace articulado con otros recursos web abriría otras posibilidades laborales.

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