Las
mesas de disertación con videoastas de documentales y antropólogos mexicanos
que he publicado en este blog muestran que la discusión sobre Antropología
Visual no sólo no es ociosa sino que está encendida en el ánimo de ambas profesiones.
Estas son las ideas que he podido sacar en limpio de su amable participación.
El
recurso videográfico es útil para cualquier disciplina académica, sea
antropológica, científica o artística. Los videoastas consideran que el video
puede ser una útil herramienta de investigación en las disciplinas académicas y
especialmente en la antropología.
Si
bien el video no puede sustituir las libretas de campo del antropólogo, es
posible pensar en una bitácora visual que complemente las observaciones que,
por sus detalles o su magnitud, no sea sencillo escribir en la libreta de
campo.
El
video puede convertirse en un sujeto de estudio del quehacer antropológico por
sí mismo. Ayuda a difundir los problemas
sociales que la antropología logra diagnosticar e incluso puede llegar a
proponer soluciones.
No
es posible ni deseable la teorización antropológica en soporte videográfico. La
antropología es una disciplina interpretativa, implica conceptos, conocimientos
previos; el video es imagen, la imagen no permite la expresión de ideas abstractas.
¿O sÍ?
Respecto
a si el video configura o desfigura las investigaciones antropológicas, el resultado dependerá del rigor
metodológico. Las grabaciones videográficas, aun las más discretas, alteran los
acontecimientos grabados, pero no necesariamente los desfiguran. Se convierte
en un lenguaje que interviene en la realidad de la que habla. El recurso puede
ser utilizado también para manipular información y desinformar a la sociedad. Es decir, sí puede desfigurar
la investigación.
Sobre
si el video es una acción intervencionista en las comunidades se concluye que
sí es intervencionista, aunque el problema del “intervencionismo” no tenga que
ver con los recursos de trabajo, sino con la actitud del visitante, dependerá
de los fines de la investigación.
Sobre
si el video antropológico aporta un punto de vista diferente a los documentos e
investigaciones antropológicas tradicionales, se concluye que el punto de vista
lo aporta el investigador; capta la variedad y riqueza de ciertas prácticas,
como las fiestas y ceremonias. Su raíz está en lo narrativo y lo verosímil. En
términos generales, el video enriquece a la investigación.
Sobre
si el video propone preguntas
antropológicas distintas a las habituales, se deduce que el video puede
incorporar una dimensión artística que raras veces aparece en la antropología
académica. Las imágenes tienen vida propia más allá de la propuesta narrativa
del antropólogo. Seguro que sí, todo depende de la agilidad del investigador y
sus intereses.
Sobre
si existe una corriente o escuela
mexicana de Antropología visual, se afirma que lo común es encontrar centros de
producción o investigación que no van más allá de la ilustración y se quedan en
la superficie de lo que esta herramienta puede proponer. Por lo tanto, no
existe una escuela digna de ese nombre, se requiere continuidad, el desarrollo
de un método y diversos estilos. Pero hay quien considera que sí hay una
escuela mexicana de documental antropológico, el de la escuela documental que
comienza en los años 60 con “Él es Dios” de Warman, Bonfil y Muñoz.
Todos
los antropólogos participantes en este estudio han utilizado el video en sus
investigaciones antropológicas, al menos en una ocasión. Consideran que el registro videográfico puede
ayudar a la interpretación antropológica, que es un elemento fundamental y sustantivo de la interpretación y
análisis, que es una herramienta fundamental, un recurso indispensable para la
investigación científica e interpretación contemporánea.
El
video, como recurso de interpretación, puede ayudar si el receptor del mensaje
es un antropólogo.
La Antropología
Visual puede llegar a ser considerada
conocimiento y no mero registro visual de campo, es decir, de acuerdo a los
antropólogos entrevistados el video sí
puede ser un conocimiento antropológico, siempre y cuando se sustente en una
metodología clara, precisa y trasparente; su quehacer constante genera
conocimiento, o bien, puede mostrar el proceso mediante el cual se genera ese
conocimiento.
El
recurso audiovisual amparado en estudios teóricos podría propiciar conjeturas
científicas. Puede propiciar y aportar. El recurso audiovisual se suma a otro
tipo de recursos, el detalle es saber utilizar cada recurso de forma
pertinente. El argumento de un documental puede tener un fin científico y
cumplir los objetivos del método antropológico, pero puede resultar muy
aburrido, por lo que tampoco se ve la necesidad de forzar en un medio los
recursos que pertenecen a otro: el texto escrito.
La
razón de que el recurso videográfico no haya crecido en el ámbito mexicano de la Antropología es
porque no ha habido promoción de la “antropología visual”, se ha limitado a los
aspectos técnicos y no con la reflexión teórica y etnológica.
La
técnica audiovisual es y será sólo una técnica cuando no se utilice más allá
del apoyo intrínseco que le corresponda. Aunque ha crecido, principalmente a
raíz de la masificación de las cámaras, el software de edición de video y los
formatos digitales.
Tal
vez no se esté teorizando con él, porque en la realidad cada vez existen más
jóvenes documentalistas que salen a las calles a filmar la realidad y hacer antropología, pero sin pretensiones
académicas. Pero sí, tenemos mucho por hacer y por cuidar al utilizarlo. El
registro en video es una intromisión en el lugar donde se filma, crea de
inmediato una especie de ambiente artificial en el que la gente ya no actúa
espontáneamente.
Sobre
cuál sería la corriente más adecuada a la realidad etnológica mexicana, las respuestas
son disímiles. Se dice que cualquier
corriente teórica es útil para la reflexión y el análisis antropológico. O que
hay que utilizar la más adecuada, la más útil. Echar en mano de los recursos
teóricos necesarios para cada problema específico. Es decir, no es que deba
existir un enfoque “más adecuado” que
otros; cada antropólogo busca su propio camino de expresión y el que elige es
el más adecuado. Hubo quien se mostró escéptico a las corrientes o modelos en
la ciencia social, pues considera que son esquemas y métodos muy rígidos.
¿Sería
útil para la formación de un antropólogo recibir clases de guionismo y
grabación de documentales?, las respuestas fueron afirmativas, en la ENAH por ejemplo, se imparten
clases de guionismo y producción como materia optativa y es muy apreciada por
los estudiantes, puesto que sin sensibilidad artística y sin el aprendizaje del
lenguaje visual, los documentales resultarán muy aburridos. No obstante, hay
quien preferiría clases de redacción para que se aprenda primero a escribir un
texto, aunque el video deba estar ahí como opción.
El
futuro que podría tener la Antropología Visual como recurso teórico en la
disciplina, habida cuenta del constante avance tecnológico de la comunicación, y
la ampliación de soportes y hardware es, con todo, alentador. Pero debe
seguirse adaptando la antropología a los avances tecnológicos y comunicativos,
ir a la par de la tecnología, implementar talleres y aprender a desarrollar
páginas Web y revistas digitales, capacitar
a los alumnos en la realización de video. Un desenlace articulado con otros
recursos web abriría otras posibilidades laborales.
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