domingo, 10 de marzo de 2013

Mestizo




La palabra mestizo proviene del latín mixticius (mezcla o mixto), fue utilizada por los españoles en el siglo XVI para referirse a los hijos de padre español y madre indígena y no era una simple identificación, puesto que su pertenencia impedía el acceso a cierta educación, propiedades, responsabilidades civiles y prestigio social.

Después de la Independencia de España, cuando se abolieron  las "prerrogativas de sangre y nacimiento", la expresión de mestizo se mantuvo para denominar a las personas descendientes  de indígenas americanos, afroamericanos y españoles. (Margulis/Urresti, 1998) 

Mestizo también se utiliza para identificar a seres humanos que tienen antecesores pertenecientes a distintas etnias o culturas, dando origen a una nueva cultura. (REA, 2001), en tanto que  prácticamente toda la población hispanoamericana es mestiza. (Ospina, 2009)
En última instancia, afirma el escritor español José Agustín Goytisolo, “todos los seres humanos son mestizos.” (Goytisolo, 1999)

Para efectos prácticos la palabra mestizo es la principal promesa de futuro nacional en el escenario posterior a la Independencia de España. El mestizo se vislumbra en el Siglo XIX prácticamente como la única esperanza de que México pueda llegar a ser un país “civilizado” en concordancia con modelos europeos y estadounidense sobrevalorados por las capas cultas de la población, que habrían viajado a esos países. Y un solo obstáculo: el indio mexicano, cuya conversión en mestizo sería en adelante la meta principal de las políticas educativas e indigenistas: la asimilación, que no era otra cosa que volverlos mestizos, ya que volverlos blancos era imposible. Se expresaron entonces toda la gama de posibilidades para “salvar” a México de la barbarie.

El mestizaje es la unidad de costumbres y deseos, expresó Francisco Pimetel a mediados de siglo XIX. Una comunidad de sentimientos, actos e ideas que hacen una gran familia. Pimentel muestra confianza en las capacidades del mestizo: es valiente, de mirar firme y seguro; es audaz. “Son los que hicieron la Independencia –recuerda- … y los actuales salteadores”, pero sus defectos son de naturaleza distinta de los indios, pueden corregirse por medio de una saludable disciplina.

La disciplina no era otra que la educación, la adaptación, la asimilación. Francisco Bulnes afirmó que el mestizo era “susceptible de gran civilización”, aunque no estaba seguro de que eso ocurriera en los trópicos, donde “cargan con la maldición y hacen frágiles a las razas que los habitan”.

Otro que se ocupó de opinar sobre el mestizo a finales del XIX fue Andrés Molina Enríquez, para quien ”era y es de raza inferior”, pues carece de bienestar largamente sostenido. El mestizo es plebeyo, dijo el llamado ideólogo de la Revolución Mexicana, se apellida Pérez, Hernández, Flores. Es moreno –menos que el indígena- y en las costas pinto. Y aunque el pobre “es vulgar, rudo, desconfiado, inquieto e impetuoso”, también es terco, fiel, generoso y sufrido. Es fuerte y dulce. Y claramente ejerce en México un predominio sobre el europeo, en un proceso biológicamente determinado: entre más evolución más acción y entre más selección más resistencia. Y el indio-mestizo es una raza de resistencia que no podrá ser vencida. Cierto, no son hermosos, ni cultos, ni refinados; se distinguen por su “poderosa fuerza animal”, pero tienen espíritu revolucionario por su situación de clase desplazada, por lo que es preciso tenerlo como “aliado”, bajo órdenes estrictas. Es necesario que se “refunda el mestizo en toda la población” para llegar a ser verdadera población nacional. Que el mestizo mantenga el poder –concluye Molina Enríquez- es indispensable para la  creación de una nacionalidad.

La idea del mestizo como elemento nacional arriba al siglo XX más que discutida. Manuel Gamio pensó que el mestizo era el medio seguro de transformación. Entraña en sí mismo la mejoría económica y cultural de la población, por lo que el mestizaje debe fomentarse para la mejoría económica y social. Y como si se tratara de la paleta de un pintor, el padre de la antropología mexicana recomienda importar sectas religiosas y logias masónicas del Norte como factores de progreso. No eran ideas descarriadas ni peregrinas, en esos años (1924) se permite la entrada de miles de colonos menonitas en el norte de México que para decepción de los mestizadores rehuyeron al mestizaje con los mexicanos hasta el día de hoy.
José Vasconcelos soñó con una idílica raza de bronce que reuniera a los hombres en un crisol humano superior. Para México recomendó continuar “la tradición mexicana del mestizaje iniciada siglos atrás”, consolidar una burguesía nacional que vigorice una nacionalidad y cree una infraestructura cultural.

Moisés Sáenz observó atinadamente la ignorancia del mestizo acerca de los valores indígenas, que no eran otros que los suyos propios. Narciso Basols, por su parte, tal vez imaginando más a caballos que a seres humanos,  dice que lo deseable es  “una síntesis de los valores positivos de las dos razas”, es decir, tomar lo bueno de cada raza y hacer con ello “una auténtica raza mexicana” (GMH:34)

Lombardo Toledano, siempre suspicaz, dijo que en el Porfiriato se forma un “complejo de inferioridad” que consiste en suponer “que lo mejor que puede ocurrirle a México es un mestizaje rápido”, y de ser posible con blancos europeos. Los mestizos y los blancos de México, ironiza el fundador del sindicalismo corporativo, “no podrán  ser felices jamás, mientras haya en el territorio de México grupos de hombres explotados por los mestizos y los blancos”.  Mientras los indios sigan como hasta ahora, “los mestizos y los blancos no podrán tampoco resolver sus propios problemas”. Es paradójico, afirma el primer político de izquierda, cuántas veces nosotros mismos procuramos que nuestros rostros no parezcan indígenas, “cuando somos tan indígenas como ellos mismos”, expresó el teziuteca.

La cereza del pastel la pone Leopoldo Zea en una entrevista de 1987 sobre su especialidad, el tema de la nacionalidad. “Estamos aprendiendo que somos ricos, que el mestizaje no es negativo; antes queríamos ser rubios o europeos, hoy sabemos que no hay un modelo de identidad sino de multiplicidad. Tenemos una identidad como tenemos una sombra, antes no queríamos ser indio o mestizo, pero eso somos y de eso hay que partir”. (Proceso 558, 13-Jul-1987)

Bibliografía
GOYTISOLO, José Agustín (1999). "Catalunya, crisol de culturas o elogio del mestizaje humano y cultural", La Factoría, Nº 9, junio-septiembre de 1999.
MARGULIS, Mario; URRESTI, Marcelo (1998). La segregación negada: cultura y discriminación social. Buenos Aires: Biblos.
OSPINA, William: 'Por la sangre o la cultura, casi todos somos mestizos'». Ñ Revista de Cultura (03-08-2009). Consultado el 11-01-2010.
Diccionario de la Real Academia Española, RAE.  Mestizaje: "Mezcla de culturas distintas, que da origen a una nueva".

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