Estoy
en la secundaria Nueva Creación del Campo Guadalupe en el municipio de Guaymas,
Sonora, es 5
de septiembre de 2012, me
acompaña la maestra Ilse Aidé Magaña Castillo, ella es licenciada en educación
de la Universidad Pedagógica Nacional y también tiene estudios de educación
técnica, en desarrollo infantil. Es su segundo ciclo escolar completo en Pronim,
este programa de la Dirección General de Educación Indígena de la SEP, donde la
profesora imparte los tres grados de la secundaria, en la modalidad multigrado
como un solo grado.
“El
reto es que los alumnos aprendan que es importante que estén preparados –afirma
la maestra–, que cuando vienen de ese viaje que ellos realizan conozcan el
lugar donde van a vivir y debo enseñarles aquí mismo, que no tienen que ir a la
ciudad o buscar otros recursos, sino que aquí se les están brindando sus
estudios. Y ya cuando están en el aula, el reto es enseñar todo lo que requiere
el perfil de egreso de secundaria.”
¿Qué es lo que traen consigo
esos niños, maestra Ilse?
La
mayoría de mis niños vienen de la primaria Pronim de aquí mismo, y también la
mayoría de los migrantes asentados llegan con muy buenas calificaciones, llegan
con una actitud que el maestro trabajó los años anteriores, lo que es un
beneficio. Pero los que vienen de nuevo ingreso o que llegan ya en octubre,
noviembre, sí vienen un poquito rezagados. Vienen temerosos, vienen con cierta
frustración porque el clima no les favorece, son situaciones más psicológicas y
emocionales que ellos traen; pero de enseñanza aprendizaje sí logran mantener
este estándar, que es lo que busca un docente.
¿Todo en ellos es una
desventaja o tienen algún rasgo con ventaja?
Ellos
desarrollan, en base a sus experiencias, un aprendizaje. A veces en el aula, en
la materia de matemáticas, logran ver un tema o alguna actividad de forma
avanzada porque cuentan mucho o van al campo y hacen otras actividades
cotidianas, el docente se da cuenta que ya las domina o las reconoce por lo
menos sin tener una enseñanza o una clase previa, pero sí vinculan mucho sus
vivencias y su aprendizaje. Yo los noto más sobresalientes en los aprendizajes,
ellos traen una ventaja. Y esas situaciones sí se observan mucho en el aula,
porque ellos vienen y se inscriben a principios de agosto, y a veces el padre
de familia es el que no los envía con regularidad, porque tienen que cuidar a
sus hermanos, porque tienen que hacer comida, sus lonches, como les llaman
aquí, para irse a trabajar. Todos esos obstáculos los hace que lleguen a
integrarse al aula ya un poquito motivados, buscando otras manera de aprender;
preguntan o van con el campero, se involucran aunque no puedan trabajar. De mis
alumnos la mayoría no trabaja. Lo que aquí se ve es que hay becas, entonces los
alumnos procuran asistir a la escuela para apoyar a sus padres y desarrollar
sus expectativas, ya sea en la primaria o en la secundaria.
¿Cómo se organiza lo de las
madres cuidadoras?, ¿viven los niños aquí?
Ellos
vienen a diario, se organizan los padres de familia junto con otras madres, que
son las madres cuidadoras, dejan a los menores, sus otros hijos, con las madres
cuidadoras y así mis estudiantes puedan asistir al aula diariamente.
¿Cuánto cambia la vida de
esas familias al llegar aquí, maestra Ilse, llegan para estar mejor que en su
lugar de origen?
Lo
que yo observo desde el ciclo escolar pasado es que los alumnos ya vienen con
sueños y anhelos, pero también vienen con lo contrario a eso: frustraciones;
algunos vienen extrañando cosas de su hogar y tardan en adaptarse. Asisten a
clases y se inscriben, se muestran muy emocionados al conocer a los demás
compañeros, se tratan bien entre ellos, pero sí se nota cierta desmotivación;
por ejemplo, en las navidades, cuando no están cerca de sus compañeros, de sus
familiares, sobre todo los que dejan lejos, eso puede ser un obstáculo que a
veces los absorbe. Por su parte, el clima en el verano sí les hace mucho,
podría decirse que se quejan de que el calor es muy alto, o que “allá tenía mi
propia recámara, allá tenía mi espacio, aquí no”.
Sin embargo, se ven bastante
bien los muchachos de la secundaria, se ven contentos.
Ellos
son familias jornaleras agrícolas que viajan a lo largo de la república para
trabajar; viajan al noroeste del país para superar económicamente sus necesidades y todo lo que conlleva a una
familia tener esta habilidad emocional, también darles una mejor oportunidad a
sus hijos. Luego están los alumnos, ellos son hijos de padres que trabajan por
sus sueños y que luchan por tener un bienestar. Independientemente de una beca
o que si el campo agrícola les ofrece un lugar o un trabajo seguro, ellos
llegan para estar mejor a este estado, sabiendo que este es uno de los campos
que cuenta con los tres niveles educativos y también que el campero les brinda
la oportunidad a los padres que sus hijos estén en educación inicial o con las
madres cuidadoras.
¿De qué tamaño es el
compromiso que asumió aquí, maestra?
De
hecho, desde que pedí oportunidad para entrar al programa, una oportunidad de
empleo, ya más personal, al conocer el programa el Pronim y saber que me había
tocado en una secundaria, fue una gran sorpresa. Yo no sabía que existía, sabía
que se piloteaba, pero no sabía que estaba tan cerca de mí, a cuarenta minutos
de mi casa. Me dije: pues está muy bien. Y trabajar con adolescentes que, igual
que los que viven en la ciudad, tienen
dudas, temores, ilusiones, lo tomé como un gran reto venir aquí, conocer este
campo, conocer a quienes trabajan en él y a estas familias que desde el primer
día te brindan una sonrisa, te invitan un café, te invitan lo que tengan para
conocerte; te convidan, te dan de su tiempo, están dispuestos a venir a la
escuela a quitar el polvo y conocer a los chavos que siempre están a las 6:50,
ya están. Si la clase es a las siete a las 6:50 ya están. Si nos tenemos que
quedar: maestra, nos vamos a quedar; si hay que participar en actividades en
las que no hay suficiente recurso, ellos hacen cosas con su imaginación para
trabajar y para sacar adelante las actividades.
¿Quiénes son ellos, cómo los
llega a conocer, maestra Ilse?
Su
sensibilidad sí es un asunto muy notorio, a veces ellos se comportan de cierta
manera para llamar la atención del docente o de los demás niños, en este caso
porque compartimos el aula con la primaria; pero sí, yo noto eso. El ciclo
escolar pasado, de hecho, convivimos muchísimo, ya para el mes de octubre yo
estaba sorprendida de la empatía que teníamos, pensaba que iba a ser más
difícil, pero ellos brindan todo su tiempo, su ser, su entendimiento para
llevarse bien con los demás. Y buscan una amistad, buscan un respaldo, están
solos hasta las cuatro, cinco de la tarde –ellos salen a la una–, y ahí están
completamente solos con sus hermanos, entonces en lugar de irse a sus galeras,
regresan a la escuela, platican con la maestra de primaria, de preescolar, de
secundaria; si hay algo que hacer lo hacemos, nos quedamos platicando, vienen y
me enseñan algo que compraron el fin de
semana, traemos un balón de futbol y nos ponemos a jugar un ratito bajo la
sombra, o simplemente compartimos un jugo, unas papitas, por el mero gusto de
compartir. Y ya en la tarde, cuando hay reunión de padres de familia, pues los
padres son los que expresan gratitud y agradecimiento porque pasamos tiempo con
sus hijos y platicamos con ellos, y somos sus amigos y estamos al pendiente. No
les criticamos, estamos para apoyarlos, tratamos temas a veces que con sus
papás no se atreven, situaciones que ellos se enfrentan en estas horas que
están solos. Los alumnos se apegan también a los deportes, así que mi tarea es
ver los deportes porque es el tema que ellos quieren platicar y conocer, sus
equipos de futbol favoritos, para tener acercamiento, no solo en el aula y con
los aprendizajes y la enseñanza que se tiene que dar, sino con todos esos
aspectos emocionales que ellos cargan.
¿Siempre es así de tranquilo
el ambiente, no tienen muchos conflictos entre ellos?
No
existen casos de bullying, al menos
en la secundaria; lo hemos platicado con los alumnos iniciando el ciclo
escolar, ellos lo ven más allá, en primaria, con sus compañeritos de primaria.
“No maestra, nosotros no nos llevamos de esa manera, observe a los niños de la
maestra de cuarto, de tercero, mire, en el receso no comparten, pelean”. Ellos
como que controlan más las situaciones, porque ellos como adolescentes toman el
papel de padres de familia durante la tarde, hasta que llegan sus papás,
entonces se procura estar platicando con ellos, que den el ejemplo, que se
comporten de una manera aceptable para que no queden mal con sus papás a la
hora que llegan.
Muchas gracias, maestra.
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