viernes, 8 de diciembre de 2017

La presunta militancia comunista de MOM


La supuesta militancia comunista de Miguel Othón de Mendizábal (MOM) fue algo que se debatió ruidosamente en los años setenta, ocupó a algunas generaciones de la Escuela Nacional y la idea sobrevive en el criterio de muchos que supieron de él en aquellos años; a mi juicio ha contribuido a interpretar erróneamente las escasas lecturas de su obra, distorsionando el mensaje humanista y aun positivista del autor, no comunista.

Mendizábal habla del socialismo de forma desarticulada y esporádica, lo que no impide apreciar sus puntos de vista respecto al caso mexicano, que son bastante claros. No obstante, a propósito de una imagen largamente difundida, donde aparece el profesor Mendizábal como militante del Partido Comunista Mexicano y activista incansable de la revolución socialista en México, bastante discutible, ofrezco esta opinión que, entre otras cosas, contradice esa perspectiva.

Una razón más para esta nota aclaratoria, fue la lectura de la tesis de Dora Kanoussi, cuya principal importancia, más que su contenido, que es pobre e indocumentado, consiste en ser la única tesis de licenciatura dedicada a la obra de Mendizábal a 42 años de su muerte y que, por lo demás, contribuye animosamente a esa versión.
La relación que hay entre el indigenismo mexicano y el marxismo de los años sesenta y setenta es estrecha en términos antropológicos, pues ambos tratan, por diferentes medios, de rescatar al indio de la miseria, lo que resta importancia a la discusión de si Mendizábal era o no marxista, puesto que buscaba de cualquier forma idéntico fin a la tendencia social de los sesenta-setenta.

La condición sui generis de la antropología mexicana, frente a las corrientes extranjeras, que busca “redimir” a los “hermanos” indígenas  de la miseria, reaparece internacionalmente, dotada de una poderosa teoría económica, en la década de los sesenta, exactamente con idéntico fin: la redención del indígena oprimido por la explotación, ahora imperialista. En esos términos, la llamada antropología marxista, además de ser solo una continuación del antiguo anhelo del indigenismo mexicano, no aporta nada nuevo a una acción que el indigenismo moderno mexicano había desarrollado desde que el doctor Gamio lo fundó, y aún antes, cuando los educadores positivistas y liberales coincidieron que el indio era “educable”.

Volviendo a Mendizábal, deseaba sobre todas las cosas que el indígena dejara de ser objeto de la más burda explotación y saqueo amparado, más que en una corriente teórica de matices revolucionarios, en un conocimiento profundo de la historia de México, que respecto al indígena –lo tenía claro-, es una historia de opresión; sus deseos de que el indígena accediera a una mejor condición social fue interpretado por los marxistas de los años sesenta como la militancia propia que los impulsaba en su acción.

Dora Kanoussi dice en su tesis que “no se puede afirmar con seguridad que Mendizábal leyó a Marx”, pero una lectura más cuidadosa de su obra le hubiera permitido ver que MOM habla de marxismo en las páginas 381, 392, dos veces en la 394 y en la 393 cita a Lenin, todas en el tomo IV de sus Obras Completas; pero es también irrelevante; como se verá, es muy clara la posición de Mendizábal frente al socialismo y la dictadura del proletariado para el caso mexicano.

Faltó meditar en esa tesis la ideología en que se funda el partido nacido de la Revolución Mexicana, la de sus principales organismos y de sus líderes. Mendizábal tuvo una educación positivista que ve en la ciencia el motor histórico del progreso, basado en una evolución paulatina que culminaría, en palabras de Augusto Comte, en un estado positivo del hombre, o mejor, en un socialismo positivo. Sus ideas se mezclan con las modas, incrementándose su interés por el socialismo debido a las grandes noticias recibidas en los años treinta sobre el “socialismo real” implantado en Rusia. Ignorante, como todos en su momento, de los crímenes de Stalin, pero conocedor de la historia, no tiene duda de que la violencia en que ha sido encaminada “la evolución cultural” desde la prehistoria hasta la implacable acción del capitalismo, solo podrá ser modificada “en el futuro, por una organización de vida que permita realizar el progreso material, intelectual e incluso moral, sin castas irredentas y sin clases explotadas”. (MOM II, 1947:440)

El socialismo “es la meta –afirma-, la estación terminal a la que tendrán que arribar todas las sociedades de estructura capitalista, impulsadas por el motor universal del desarrollo dialéctico de la historia: la lucha de clases”. No tiene dudas que todos recorren la inevitable ruta.

A diferencia de lo que afirma Kanoussi, sobre que Mendizábal era un estalinista admirador de Rusia “por razones de obediencias revolucionaria y no por razones emotivas” (Kanoussi, 1972: 67), Mendizábal, al hablar de dos clases de socialismo: el científico y el de la tercera Internacional, vislumbra genialmente un futuro aún desconocido pero previsible de ese “socialismo real”, como ya le llama, puesto que si ejerce una explotación de la fuerza de trabajo del tipo de las clases burguesas capitalistas, “constituirá una economía fascista o hitlerista que, a la postre, es más desfavorable para el proletariado que el libre juego de la lucha de clases dentro de un régimen liberal del más poderoso e implacable capitalismo”. (MOM IV, 1947: 381-382)

Sobre si la lucha de Mendizábal estaba encaminada a la creación de un socialismo soviético para los mexicanos, como sugiere Kanoussi al incluirlo entre los militantes del Partido Comunista, éste tuvo mucha claridad y cuidado al referirse a ello: país semicolonial, basado en una agriculturas raquítica, insuficiente siquiera para sus necesidades internas; con una industria incipiente, mal equipada, a la merced de la protección arancelaria y a los bajos jornales; país de economía centrífuga, minero y productor de materias primas, además de una deficiente organización proletaria, “no está en condiciones de lanzarse, hoy por hoy, a la revolución social”. (MOM IV: 382) El proletariado tendrá que conformarse, afirma, con seguir luchando “por reivindicaciones inmediatas, por el mejoramiento de la legislación del trabajo, por la imposición de sus contratos colectivos, la implantación de un seguro social efectivo y suficiente y, en particular, por la elevación sistemática del estándar de vida del proletariado de la ciudad y de los campos”. (MOM IV: 383)

Entusiasmado por las pláticas de su amigo Vicente Lombardo Toledano, quien viajó por esos años a la naciente URSS, Mendizábal se dejó seducir por el sueño socialista brillantemente expuesto por Lombardo, razón por la que expresó la infortunada frase que aparece en su tomo IV: hablando de los intelectuales privilegiados por el capitalismo, afirma que “podrán contribuir a prolongar unos años más –cinco, diez, tal vez veinte- la agonía del capitalismo”. (MOM IV, 1947:382)

Mi conclusión sobre la tesis de Dora Kanouissi, y en general sobre las versiones del Mendizábal militante comunista es que, practicando el marxismo no se practicó la historia; tal vez una cosa explique la otra.

Bibliografía:
Kanoussi, Dora: Tesis Miguel Othón de Mendizábal y la Revolución Mexicana de 1910, sustentada en la ENAH en 1974 y consultada en la biblioteca central de la institución.
Mendizábal, Miguel Othón, Obras completas, Tomo IV, edición de autor, 1947.


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