Rodolfo Velasco es un poblano que vivió
en la ciudad de México, allá se casó y, como se dice, se reprodujo. Un día se
trajo a la familia completa para vivir en Puebla. Era el retorno del hijo
pródigo que encontró la ciudad un poco insípida, aburridona. Aquí ha
envejecido. Y como tantos viejos no se conforma con la vida que se les da a los
viejos en este país; o mejor, con la cantidad de cosas que no se les dan, que
se les niegan como si sus vidas ya hubieran claudicado y solo tienen la
obligación de esperar a su muerte. No hay una vida nocturna para viejos, no hay
clubes para personas humildes que no pueden pagar los grandes restaurantes. Por
eso afirma que el corazón les late todavía, pero es algo que a nadie le
preocupa. Este es su testimonio.
Me fui a la
ciudad de México como a la edad de once años, por problemas con mi padre. Me
voy de mi casa, pero mis hermanos ya habían emigrado con anterioridad a la
ciudad de México y llegué deslumbrado ante la grandeza de la ciudad. Ahí empecé
a trabajar, hice mucho de lo que ahora tengo, y regreso cuando mi hija tenía un
año de nacida, regreso otra vez a la ciudad de Puebla, a mi casa que está –...
que estaba, ahora ya no me pertenece–, en la 8 poniente y la 21 norte.
Encontré la
ciudad muy cambiada pero todavía muy provinciana, todavía provinciana, y no me
acostumbraba al principio porque, pues, estar acostumbrado a la algarabía, a
todo eso que es la ciudad de México, muy movida, y llegar a la provincia, pues
yo me moría de tristeza, como que veía yo que le gente se encerraba muy
temprano, como que ya no había ambiente, como que todo se apagaba, y me fue
difícil. Claro, como jefe de familia que trajo a sus hijos y esposa de la
ciudad de México tenía que ser fuerte, porque no le iba a imponer ese miedo a
mi gente, de por sí que mi esposa venía un poco contrariada por habérmela
traído acá, siendo que su familia está allá y ella estaba más acostumbrada a estar con su familia y de
repente tener que seguirme acá.
Pero iniciamos
una nueva vida muy bonita, con mucha tranquilidad, y ahora no me arrepiento
porque fue un cambio oportuno, porque gracias a eso, viendo la inseguridad que
hay en la ciudad de México, nuestra ciudad tiene mucha más tranquilidad que
allá, acá tenemos un poco más de seguridad. Claro, no digo que no haya actos
delictivos, pero en comparación con la ciudad de México, no. Entonces fue el
momento oportuno en el que yo me traje a mi familia y gracias a eso mis hijos
son unas personas estables, muy dedicadas a su casa, a sus actividades, de
buenas costumbres, y no me arrepiento, soy feliz de haber regresado a la ciudad
de Puebla.
Recobré a mi
ciudad en mucho, porque ahora me siento muy arraigado, me siento muy contento,
me quiero integrar a muchas actividades
futuras a esta edad, sobre todo ahora que ya soy de los setenta, hacer
una nueva vida y seguir activo en este sentido; me encanta mucho el baile, me
encanta mucho el danzón, soy feliz. Entonces ahora quiero integrar un grupo de
la tercera edad y pido apoyos para lograrlo, son metas que a veces me propongo
y que no son difíciles, las voy a lograr porque a veces soy muy tenaz y la
gente me sigue y me tiene confianza. Y, pues, quiero hacer mucho por la ciudad
de Puebla.
Yo apenas
estuve en la casa de la tercera edad del DIF Municipal, había un señor que
estaba ahí al mando, pero el señor, pues como todo funcionario público que
tiene un sueldo seguro, pues estaba en su escritorio y no hacía nada por
nosotros, entonces yo deseaba que él tuviera la voluntad de decir: “bueno, pues
voy a ir a Agua Azul y les voy a conseguir un descuento del cincuenta por
ciento”, que es lo que nosotros necesitamos. Que en muchas partes, en el cine,
se nos dé un descuento del cincuenta por ciento, porque mucha gente está con
una pensión realmente crítica, realmente baja, mil pesos al mes, que no son
nada, entonces no podemos tener acceso a muchas partes por falta de dinero. Yo
conozco mucha gente que tiene una pensión y que tiene que estar viviendo de su
pensión, entonces pues que haya descuentos para que las pensiones raquíticas
sean de más alcance ¿no? Y que se haga más por la tercera edad, porque nos
relegan en los trabajos a nuestra edad. En ningún lado nos aceptan, siendo que
tenemos experiencia, tenemos facilidad para muchas cosas, pero no, nos relegan
automáticamente a los de la tercera edad, no nos ofrecen oportunidades de
trabajo, no tenemos sitios para divertirnos. Entonces yo quisiera crear fuentes
de trabajo, en el aspecto de que una persona se le enseña a hacer manualidades,
y que haga esas manualidades y que las venda en tiendas de regalos y que tenga
un modo de vida un poco más decoroso. Los viejos podemos trabajar. Solo hay que
enseñarlos.
Yo sé hacer el
estampado, y es lo que quiero hacer, una clase de estampado para que se hagan
cojines de colores y muchas otras cosas, tarjetas de albanene que se puedan
vender, vaya, hacer algo para que los viejos tengan oportunidades de hacer un
centavo extra, sinceramente ¿no? Porque sí, nos relegan mucho a los de la
tercera edad, que se nos dé, suponiendo, una casa muy grande en la cual
nosotros hagamos grandes bailes y que si es posible hasta una “discotec” para
gente de la tercera edad, que sería muy buena. Aquí la gente es muy animada. Es
más, nosotros nos actualizamos en los bailes, nos gusta chachachá, el mambo,
pero si nos tocan una tropical, también nos animamos, porque nuestro corazón
todavía late y tenemos mucha alegría, sinceramente, y nos acostumbramos a una
tropical y lo hacemos como podemos, pero sí lo hacemos bien.
Foto 1 del Archivo Histórico Municipal de Puebla, 1960.
Foto 2, Anciana en el centro de Malú Méndez Lavielle
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