Tercera entrega del trabajo de campo realizado en las
sierras de Puebla, Veracruz y Oaxaca, a propósito de la educación indígena.
8 de junio de 2011
Comunidad
totonaca de La Escalera, Municipio de Mecatlán, Veracruz
De Papantla se llega a
Entabladero, de ahí se sube una sierra por Arenal, Las Lomas, Coyutla y se
llega hasta las alturas, donde está Mecatlán, la cabecera municipal. Del otro
lado del cañón nos fueron señaladas algunas poblaciones del estado de Puebla.
De ahí hay que bajar hasta el
fondo, al valle, donde se encuentra la escuela bilingüe. En la larga comunidad
de La Cruz termina el pavimento, se toma una brecha rodeada de vegetación hasta
las cercanías de La Escalera. En esa ocasión hubo que caminar un kilómetro a
pie, pues el camino estaba cerrado. A la vera de la terracería los maestros
guías señalaron ruinas prehispánicas cubiertas de vegetación, también diversas
plantas medicinales como la baquetilla o el chotomitillo, que son dos poderosos
antibióticos.
Mecatlán está ubicada en la
zona norte del Estado de Veracruz, dentro de la Región Totonaca, a 860 metros sobre el
nivel del mar. Domina las alturas con Filomeno Mata, municipio vecino que
comparte las estribaciones de la sierra de Papantla. Su territorio es cruzado
por el río Laxaxapan, tributario del río Espinal o Tecolutla. Sobresalen las
maderas preciosas, pero sobre todo abundan árboles con nombres locales como
choncarro, jonote, guanacaxtle y sangregado, bajo cuyas sombras corretea fauna
silvestre como un conejito miniatura que se atravesó en el camino, o invisibles
armadillos, ardillas, mapaches y
reptiles. La siembra municipal es dominada por el maíz y el café.
En la escuela primaria entrevisté a los maestros Juan
Domínguez Pérez, director, y al profesor Austreberto Álvarez López sobre la
educación bilingüe que imparten.
Prof.
Juan Domínguez Pérez
Escuela
primaria “Juan Sarabia” de la comunidad La Escalera, Municipio de Mecatlán,
Veracruz
Soy director comisionado de
esta escuela que se llama “Juan Sarabia”, de la comunidad de La Escalera,
Mecatlán, Veracruz. Aquí llegué en 1996, voy a cumplir quince años. Venía de
otra comunidad que se llama Las Flores, de esta misma zona de Mecatlán. Ahí
también fui maestro bilingüe, estuve dos años y medio y de ahí me pasaron a
este centro de trabajo.
Yo estudié en escuela estatal,
en español nada más. La lengua simplemente no la hablábamos. En lo personal no
fue traumático. Mi mamá habla la lengua materna, que es el totonaco, mi papá
también, así que yo aprendí en español. Soy de una comunidad que se llama
Rodolfo Curtín, allá por El Remolino, yendo a San Andrés, donde algunas
personas hablan totonaco, otras español. No se me dificultó.
Fui a la primaria en mi
comunidad, hasta tercer grado, hasta ahí llegaba; fui a otra comunidad, ahí terminé la primaria.
Fui después a Santa Rosa, ahí estudié telesecundaria, luego fui a estudiar la prepa, que era de dos años
todavía. Una vez que terminé, no entré luego a trabajar porque no se podía.
Posteriormente empecé a estudiar pedagogía, en Poza Rica, en la Universidad
Veracruzana, llegué al tercer semestre, entonces entré al examen del tema
indígena, me fui a Jalapa y pasé el examen; me fui a un curso en Tlaxcala, ahí
estuve ocho meses tomando el curso. Cuando terminé, pues no estaba fácil entrar
a trabajar, porque no me conocían. Estuve un año descansando sin nada,
esperando que me hablaran, y volví a ir a Jalapa, estuve un mes, otra vez tomé
un curso propedéutico ahí, y ya posteriormente me dieron la plaza. Ya, empecé a
trabajar. Ya estando aquí, pues hice la licenciatura en educación primaria, en
la UPN, con sede en Poza Rica, entonces ya me titulé como licenciado en
educación primaria en el medio indígena.
Cuando llegué a la primera
comunidad, a Las Flores, al igual que aquí, pues los niños eran cien por ciento
totonacos, el problema para mí fue la variante dialectal, porque no es lo mismo
como se habla el totonaco allá en mi región a como se habla aquí o en Filomeno
Mata. Yo hablo totonaco, pero había palabras que no entendía, ¿qué será?
Conforme pasó el tiempo me fui adaptando, fui escuchando y también, fui
pronunciando las palabras y entendiendo a la vez. De esa manera fui
comunicándome con las personas de esta comunidad, con los niños. Y la ventaja
de ser maestro de educación indígena bilingüe, es de que te comunicas con la
comunidad, hay una comunicación más abierta con la gente del pueblo, con los
niños. Los maestros bilingües les
enseñamos a escribir y a leer en la lengua materna del niño, y así hay más
comprensión, porque entienden más. Porque si nosotros le habláramos nada más en
español, el niño no te entiende. Y lo he comprobado, a veces hay un texto y no
saben qué dice ahí. Pero si yo lo explico en totonaco entonces sí entienden.
Esa es la ventaja.
Trabajamos el libro cartonero,
la coordinación escolar nos convocó a empastar los libros. En ese libro vienen
las normas actualizadas de la lengua tutunakú, cómo se debe escribir, cuáles
son las reglas. Ahí se ven oraciones, textos en totonaco. Las variantes
dialectales están englobadas, porque hay palabras que cambian. Aquí en la zona
se reúnen cada año, van a un congreso. Se reúnen todos los que hablamos la
lengua tutunakú y ven qué problemas hay, que hay que rescatar palabras porque
algunas se han ido perdiendo, hay que incorporarlas para darlas a conocer a los
alumnos, a escribirlas porque si no se pierden. Así se está trabajando, nomás
que a esta escuela se le eligió como una escuela piloto. Le tocó a nuestra
comunidad, allá en el municipio de Filomeno también se está ejercitando, en
todas las demás escuelas también, solo que esta fue seleccionada.
Describir una lengua como que se
complica un poco, pero yo le diría que la lenguas maternas, sobre todo la
lengua tutunakú. En esta región de Totonacapan, los que vivieron anteriormente
se comunicaban en esta lengua, todos hablaban totonaco, como otras lengua que
existen, pero como que son por regiones; entonces ellos hablaron, tenían su
lengua tutunakú, se comunicaban, tenían sus propias normas, su propio gobierno,
lo que es el grupo totonaco. Y posteriormente, con la llegada de la conquista,
empezaron a imponer la lengua española.
Me gusta cuando veo que los
niños saben escribir en tutunakú, hay nombres, personas, lugares, que elaboren
textos y los escriban. Para mí eso es muy grande. Yo, en lo personal, estoy a
gusto, estoy contento, con mis quince años aquí. Me gusta el pueblito, yo soy
de Papantla, llego los lunes y me quedo toda la semana. Aquí vivo, vivía en
aquella casita, pero ahorita me cambie acá, donde hay menos moscos. Sí, estoy a
gusto, toda la gente me conoce, me llevo con ellos. A veces hay problemas o
necesitan una orientación y yo los apoyo. Por ejemplo, ahorita el compañero
presidente municipal llegó con que: “hazme un oficio”, a ver cómo se ve.
Adelante, les echo la mano. Soy amigo del pueblo, pues. El camino está
suspendido momentáneamente porque están haciendo un puentecito, pero lo van a
abrir pronto. Antes no había camino y había que venir caminando. Hoy ya hay
carros de transporte, llegan, pero anteriormente no había por la brecha, no
había, eran veredas empedradas y tenías que caminar de Mecatlán para acá y de
aquí a Mecatlán. De aquí al municipio se hacía una hora, porque se tiene que
subir. Tarda uno mucho. Por eso se llama La Escalera, porque es pura subida,
hay que escalar. Eso se encuentra por este lado, no por donde bajaron ustedes.
Hay otras subidas más accesibles; en cambio, de aquel lado, si está más alto.
Por eso le pusieron el nombre de La Escalera.
Prof.
Austreberto Álvarez López, Supervisor
escolar de zona
Escuela
Juan Sarabia” de La Escalera, Municipio de Mecatlán, Veracruz
El maestro que yo tuve en
primer año era un maestro federal, en español, en la década de los sesenta,
tenía yo diez años cuando entré a la primaria y me llevaron a la fuerza. Mi
idioma materno es el español, por mis padres, y ya el aditivo fue el tutunakú,
que aprendí jugando con los niños, primero a través de señas.
El tutunakú es un poco
difícil, la pronunciación y la escritura, es más fácil el náhuatl. El tutunakú
se parece al japonés y a la gente mestiza que quiere aprender el idioma nuestro
se le dificulta la guturación, la pronunciación. Es muy difícil. La “kg” se les
dificulta, pues es gutural.
La bondad que yo veo en el
idioma tutunakú es que si el maestro que va a enseñar a los niños lo hace en su
idioma tiene una gran ventaja, inspira confianza, les da seguridad y les
levanta la autoestima a los niños; los eleva, los niños se sienten bien. Se
sienten ambientados y aprenden mejor. Cuando la enseñanza es en un idioma ajeno
al contexto de los niños hay problemas, eso es lo que hemos visto en la zona.
Cuando vienen maestros que no tienen la vocación de servicio, aparte de que no
hablan nuestro idioma, que es el tutunakú, hay muchas dificultades en el
aprovechamiento. Hay mucha incomprensión. Esos son los problemas con los que
hemos tropezado. Y los maestros que se desempeñan en la lengua materna del niño
tienen grandes ventajas, como es el caso de La Escalera, donde los maestros son
bilingües. Pero todo termina en sexto año.
Al haber solo primaria en
lengua tutunakú hay una interrupción brusca dentro de la lingüística de los
estudiantes, porque no hay una articulación de esa lengua en otros niveles.
Estuvimos hace veinte años pidiendo que se instituyera una escuela
teleseceundaria en tutunakú, estaba el proyecto, pero hasta ahorita no hemos tenido resultados.
Sería lo máximo porque se continuaría con el idioma, se continuaría con el
mundo del niño, pero ampliando más el panorama del aprendizaje. Sería una gran
ventaja. Como ahora le están dando mucha importancia a la educación indígena,
pienso que sí será una realidad; sería magnífico, lo mejor.
Porque lo que me he dado
cuenta en la región del Totonacapan, el niño termina la primaria o la
secundaria y se va, se van al otro lado, porque los padres traen la idea de que
aprender el totonaco es malo. “¿De qué les va a servir si van al otro lado?,
allá se habla el inglés.” Hasta los propios maestros tienen esa idea, de que el
totonaco no les sirve, pero para mí es una ventaja para quien lo aprende muy
bien, pues al viajar al otro lado se les facilita más aprender otro idioma. Hay
dos grupos de gente en Estados Unidos que demuestra eso, tienen sus tres modos
de hablar con el español, el totonaco y el inglés. Una gran ventaja, ese
ejemplo lo he dado a conocer en las comunidades. Que no nos avergoncemos. Hay
en Canadá, en Carolina del Norte, por ahí han ido a trabajar. De esa manera,
dicen que es una ventaja, se les facilita aprender más el inglés, y allá son
representantes del grupo de trabajadores.
Mi mensaje es invitar a todos
los maestros que están en la educación –no importa que sean federales, que no
sean bilíngües–, para que tengan un efecto positivo en la enseñanza, en el
proceso de enseñanza aprendizaje, deben de aprovechar de aprender el idioma que
se habla en el contexto escolar donde están trabajando. Y el avance va a ser
más provechoso. Eso es lo que yo recomiendo. Te enseña a valorar lo nuestro, te
enseña a levantar la autoestima, la equidad de género, porque aquí tienen
todavía la idea de que la mujer vale menos que el hombre, y los maestros de
educación indígena estamos pugnando por buscar la equidad de género, de que
todos somos iguales, pero tenemos diferencias en la forma.