Para Abel Aguilar, que me llevó con sus mujeres
En torno a la mesa del comedor seis mujeres me reciben para
hablar de sus experiencias en el magisterio. Cuatro de ellas son maestras
jubiladas: Yolanda, Estela, Juana y Martha Galeana Tabe, su hermana Bertha y su
madre Victoria Tabe, maestra culinaria que me demostró su doctorado al darme a
probar unos deliciosos Yeprajes.
El
origen
VICTORIA TABE, MAMÁ: Ay, señor, pues yo vine aquí a las
edad de seis años, en 1923, llegamos de Siria. Yo nací en Rusia, en un pueblo
de Rusia, estuvimos allí mucho tiempo, luego en Francia. Ya, en 1923, venimos
aquí a Puebla, directamente de Siria, que era nuestra tierra, donde había una
guerra. Hablábamos sirio-caldeo. Aquí crecimos y la ciudad era muy distinta.
Había carretas de caballos y muy pocos coches. Vivíamos en la 5 de Mayo y el
Paseo Bravo estaba lejísimos. Dicen que inventamos el taco árabe, pero en
realidad es de unos… ¿cómo se llaman? unos “harbanos”, pues nosotros no
sabíamos hacer nada cuando llegamos. Entonces estas personas le enseñaron a un
pariente el taco árabe. Empezamos a hacerlos, el primero fue el papá de mis
hijas, era muy trabajador, y pusieron una taquería llamada La Oriental.
Actualmente son mis sobrinos los propietarios. Pero la primera taquería fue la
Bagdad en la 2 Poniente, primero en Catedral y luego en la 2 Poniente. Ahí puso
el papá de mis hijas y su hermano una taquería: Bagdad. Ahí está todavía, con
los sobrinos. Así es que de ahí empezamos a trabajar.
Es una satisfacción muy grande tener a cuatro maestras.
Vivimos mejor, porque cuando estudiaron costó mucho trabajo porque no había
manera, pero gracias a Dios salieron mis hijas adelante porque ellas pusieron mucho
empeño. Gracias a Dios estoy satisfecha.
Nace
una vocación
ESTELA: Nosotros convivimos cuando éramos pequeñas con
maestros. Una familia muy allegada a nosotros. Por cierto, una integrante de
esa familia, fue amiga de una hermana de nosotros que falleció, Olga, que era
la mayor. Entonces nos interesó mucho la carrera de maestras porque vinos el
desenvolvimiento de esa familia y nos interesó.
A mí, en lo particular, una de ellas me dio clases. Antes
de que entrara yo al kínder ella me enseñó prácticamente a leer, de ahí nació
nuestro interés por el magisterio. Y créame que nos agradó tanto ver a esa
familia, que nos invitó a estudiar esta carrera, de la cual nunca nos
arrepentimos. Ahora ya estamos jubiladas, pero de ahí nació el interés por el
magisterio.
YOLANDA: Yo fui la primera que empecé entrando a la
Normal y a mí gustó mucho la carrera. Y
como ellas vieron que a mí me gustó, pues me fueron siguiendo. Fui más o menos
la guía de ellas, porque yo fui la que empecé. Es una carrera muy bonita y no
nos arrepentimos de ella. Lo que más extraña uno como jubilado son las risas,
los niños, los juegos, las caricias y el gusto de estar cerca de los niños. Es
lo más bonito que puede haber en la carrera de magisterio. Yo, cuando me
jubilé, estuve a punto de enfermarme, porque a mí me gustó mucho la carrera.
JUANA: Desde que salí de la Normal, quizás antes, porque ya
lo traía yo de vocación. Sobre todo en los niños, donde se refleja la
maternidad. Los niños son el futuro, el futuro de la nación y están en nuestras
manos, los moldeamos nosotros. Llegan como un papel en blanco, sin saber nada,
entonces los vamos moldeando, como plastilina. Ya, los vamos llevando. Yo
siempre tuve primer año, toda la vida.
MARTHA: La motivación que experimentaron mis hermanas fue
la misma mía, en la práctica el estar
con los alumnos, el convivir con ellos hace más grande ese amor, esa entrega
total. La ilusión más grande era empezar a trabajar, empezar a convivir con los
alumnos. Y así fue, lo hice en mi primer año de trabajo, en Atlixco, en la
escuela Lázaro Cárdenas, con niños de primer año, 78 alumnos en aquel entonces.
En Atlixco, en aquellos años estaban las fábricas en su apogeo. La fábrica de
Metepec, la de la Concha, la Concepción, es decir, que Atlixco se movía por el medio
obrero. Teníamos alumnos de todos los obreros que estaban por ahí. Claro está
que en ese tiempo veíamos muy bonito a Atlixco, todavía lo está, pero hoy ya no
se mueve, ya no existe la influencia de las fábricas de ese tiempo.
JUANA: Estudiamos las cuatro en la Normal del Estado de la
11 Sur, del Paseo Bravo. Al salir yo me fui a un pueblito que se llama San
Lucas el Grande, que pertenece a San Martín Texmelucan. Mi primera impresión es
la de llegar y ver una escuelita chiquita, “qué voy a hacer acá”. Pues ya,
teniendo el material humano se desenvuelve uno y lo primero que uno hace es
entablar con los niños una amistad, para que ellos no le tomen a uno miedo de
ver una persona extraña y mayor. Entonces entablamos una amistad desde el
momento en que nos entregan a los niños. No somos maestra y alumnos, somos
amigos. Siempre fui de amistad, no fui de una tiranía o una autoridad, amistad
de maestro y alumno, con su distancia.
YOLANDA: Cuando salí de la Normal mi mamá me fue a dejar a
San Martín. A mí se me hizo que era un lugar lejísimos a donde me habían
mandado. Como estaba joven y un poquito tonta, pues nunca había salido de
Puebla, mi mamá me recomendó con unos maestros que conocía allá. “Que se vaya
con ustedes, que la acompañen, que la lleven”. Y así fue como empecé a tener
amistad con los maestros, con los niños, con los padres de familia. Así fue
como estuvimos. Llevé yo un portafolio y
ahí empezaron a decirnos qué material
era para trabajar. Muchas veces uno se arrima a los maestros mayores para que
la vayan ayudando a uno, porque no sale uno con la experiencia de un maestro.
Uno sale con lo que le enseñan en la Normal, pero ya el maestro se va haciendo
en el trabajo, en la práctica.
No
todo es miel sobre hojuelas…
ESTELA: Lo mío fue diferente, porque yo para que me dieran
mi plaza dilaté dos años, entonces, cuando a mí me mandan a Cholula, junto a un
grupo de jovencitas maestras, nos dicen que vamos a ir a fundar una escuela. Yo
fundé una escuela, no crea que un edificio nuevo, no, era un edificio antiguo.
Antes estábamos separados el sistema federal y el sistema estatal. Mi hermana
Juana y yo respondemos al sistema federal. Y mis otras dos hermanas al sistema
estatal. Llegamos a fundar una escuela, que era la antigua Bonilla, pero ahí no
teníamos alumnos, sino que nosotras fuimos al mercado a sentarnos a captar
alumnos, porque no teníamos ni uno. Ahí estábamos sentados en el mercado, unas
nos poníamos a escribir, y las otras a hacer proselitismo. Llegábamos y les
decíamos: “Somos maestras, venimos a fundar una escuela. Ustedes la conocen
como la antigua Bonilla que ahora se va a llamar Celerino Cano, nosotras
venimos con la finalidad de que vayan, que nos tengan confianza, que manden a
sus hijos, no los vamos a defraudar”. Pues la mayor propaganda fue en el
mercado, dos semanas y captamos muchos. El primer año que yo tuve fue primer
grado, tuve alumnos hasta de 14, 15 años. Y nos lo permitieron. Ahora no, no
permiten eso. Pero nos lo permitieron porque apenas estábamos nosotras fundando
esa escuela. Así pudimos captar la población escolar, doce o trece alumnos por
cada grupo. Luego fuimos incrementando los grupos a través del tiempo. Mi
situación fue un poco diferente que la de mis hermanas, porque yo no tenía
alumnos que correspondieran en edad cronológica a la edad escolar, pero fue
bonito, porque ahí tuve diferentes experiencias. Una vez fui a la gasolinera y
un señor de bigote que me dice: “Usted fue mi maestra de primer año”. ¿Dónde?
“En Cholula, cuando empezaron. Se acuerda usted, andaban en el mercado…” Esas experiencias son muy bonitas:
el llegar y fundar una escuela, el que los padres de familia le tengan a uno la
confianza de poner en manos de unas jovencitas que andan en el mercado
consiguiendo alumnos para su escuela. Ahí estuve cinco años, después a toda la
escuela nos pasaron a la Chicalotera, que es actualmente por Salubridad. Eso
eran sembradíos, ahora está Salubridad, antes nada más exclusivamente la
escuela rodeada de milpas. Pero ahí ya nos fuimos a un edificio nuevo. Y como
siempre, uno estudió por el cariño, el acercamiento hacia los alumnos, que yo
le voy a decir, no sé si esto lo edite o no, pero en ciertas ocasiones no
siempre es uno bien correspondido, ni con los padres de familia ni con los
alumnos. Es mucha la entrega, el apostolado del maestro con los alumnos, y en
algunas ocasiones, aunque no trabaja uno con la finalidad de que sea recíproco
el pago, hay situaciones que le duelen a uno, ciertas actitudes a veces de los
alumnos y a veces de los padres de familia. Así como habemos maestros que
muchas veces no sabemos corresponder a la confianza que los padres de familia
nos dan. Pero sí, en ciertas ocasiones, duelen las actitudes. Por ejemplo, una vez, y ya aquí en Puebla, a
mí me tocó, porque casi siempre tenía sexto año, una vez me tocó el vestuario
de los alumnos, ya ve que es lo que se estila. Y llega una señora que no fue a
la junta general. Ese siempre fue el error de los padres de familia, no asistir
a las asambleas y discutir sin bases. Llega una vez una madre de familia y me
dice: “maestra, vengo a ver por qué razón le van a poner este vestido a mi
hija”. Le digo: señora, ese vestido se le va a poner porque fue el que se
acordó en junta de padres y maestros. “Pues no estoy de acuerdo”. Bueno, si no
está usted de acuerdo, hubiera asistido a la junta. “No tengo tiempo”. Pero
agresiva, agresiva. “No tengo tiempo de venir”. Entonces le digo: si no tiene
usted tiempo, ni modo, tiene usted que unirse a la decisión de los demás padres
de familia. “Pues no, y sabe lo que le voy a hacer, la voy a ir a acusar a la
SEP”. Por qué esa es la amenaza. “La voy a ir a acusar a la SEP”. Vaya usted a
donde guste y acúseme con quien quiera, hay un acta firmada por los demás
padres de familia que sí aceptan el vestuario. Me aventó la puerta y me dijo
hasta de lo que me iba yo a morir. Es nada más una probadita de los tragos
amargos que pasamos en el magisterio. Es bonito, es muy bonito, pero es una
carrera con muchas amarguras, con muchos sinsabores. Es bonito cuando ve uno
que el alumno aprende, es bonito cuando ve uno que el alumno se porta bien, que
el alumno sigue los consejos que le damos. Pero los padres de familia creen que
nosotros vamos a educar a los hijos y ese es un error muy grande. La educación
la llevan del hogar, nosotros vamos a colaborar con los padres de familia, si
se puede, si ellos permiten, la educación de sus hijos, más no es la obligación
del maestro. Muchas veces, también, yo le soy sincera, no es la obligación de
los padres enseñarles a los alumnos sus tareas. Ahí andan las mamás
investigando la tarea. No, no, no. Tampoco. Yo nunca fui partidaria de eso.
Siempre les dije a los padres de familia: “estoy aquí para enseñarle a sus
hijos, ustedes no tienen la obligación de hacerlo, ustedes tienen la obligación
de vigilar que el alumno cumpla, que el alumno venga bien presentado a la
escuela, que venga con sus tareas, que usted firme de que revisó la tarea de su
hijo ¿no es cierto? Pero hay medios en que no, hay medios en que el padre de
familia llega sin saber a lo que va, se le manda un citatorio y se le dice:
junta de padres de familia para tal, tal y tal asunto. Pues ni lee el
citatorio. Yo creo que el niño le insiste y llega sin saber a lo que va. Llega
a hablar lo que no debe hablar, llega a agredir porque quiere agredir al
maestro. Llega con la espada desenvainada. Así como hay maestros que se lo
ganan, hay veces que no. Es como en todo. Hay maestros, la mayoría, que somos
maestros muy competentes, muy buenos, pero hay veces en que, vamos ser
realistas, de que hay maestros malos.
Pero
sí hay miel…
YOLANDA: Recuerdo… aquí en la Juan C. Bonilla, recuerdo a
la maestra Rosario Rodríguez Zayas, que se portó muy bien conmigo y a todos los
maestros nos quería mucho. Me ayudó. Junto a ella fue cuando empecé a saber
trabajar. En San Martín estuve como año y medio, pero aquí en la Juan C.
Bonilla estuve 28 años, y aquí fue donde ella me enseñó a trabajar y me enseñó
a llevar a los niños por el buen camino. Cada año uno inicia el mismo ciclo, se
acostumbra uno a cierta rutina, pero sí se tiene uno que ir renovando conforme
a los planes, los programas, todo lo que nos van pidiendo, porque antes de
entrar al trabajo tenemos junta, tenemos cursos, y con eso nos vamos renovando.
ESTELA: Cada ciclo escolar que inicia es diferente al anterior.
Los alumnos que ingresan son diferentes a los anteriores, los padres de familia
también. Cada ciclo escolar que inicia es un cambio y son experiencias que
tenemos los maestros, lógicamente uno emplea diferentes técnicas para impartir
los conocimientos. No siempre es lo mismo. La técnica que emplee en este ciclo
escolar me va a servir para el siguiente, conforme se presente el grupo, en el
sentido de cómo vienen los alumnos, que es muy importante. Cómo recibe uno a un
grupo, qué adelanto tiene, qué costumbres van teniendo de los grados
anteriores, qué hábitos traen de esos grados, con eso uno va adaptando el
proceso de enseñanza-aprendizaje.
JUANA: Siempre en el primer año, 31 veces contados desde el
primero al último. La distinción entre ellos es que la edad de los niños no
siempre es la misma. En los pueblos los meten antes de la edad reglamentaria,
que es a los seis, bueno, pues los meten a los cinco años y medio, entonces
cuesta más trabajo, no llevan kínder y cuesta más trabajo para enseñarles. Se
tiene uno que adaptar a ello, a su nivel en todos los aspectos. El primer año
es muy valioso, porque llega el niño sin saber nada, entonces uno lo tiene que
ir llevándolos por el camino. Yo tuve una alumna que le decía: a ver léeme,
vamos a leer tal o cual página. Empezaba a ver los dibujos y me empezaba a
decir lo que veía, no lo que leía: “el niño está caminando, el niño corre, el
niño se está bañando”, tal como lo veía en los dibujos lo describía. No leía,
desde luego que no, sólo por las imágenes.
Me acuerdo de cuando llegué, una niña se acercó a decirme, con sus manos
todas cochinas: “Maestra ¿comemos esta torta de frijoles? Me la comí, porque yo
quería que la niña viera que soy igual a ella, que no hay distinción entre
maestros y alumnos. La comí porque tenía que comerla y porque me dio gusto
comerla con ella. No le podía hacer a un niño un feo, ni de mí salía. Primero
enseñaba el método fonético, hace muchos años, por sonido. Cuando vine a Puebla
empezaron los proyectos. La diferencia es que en el primero se visualiza la
palabra, entonces se separa por sílabas, hasta llegar a la letra. Ese es el
fonético. Y el de Proyectos, se presenta la letra y se va por sílabas, ya no
por sonidos.
MARTHA: Para completar lo que mis hermanas han dicho, sobre
la experiencias de tener un contacto directo con el niño. Por ejemplo, tuve una
experiencia muy grande, de un chiquito de primero. A la hermana la llevaron al
kínder y él llegó tarde. Le digo: sabes qué, que ahora no te vas. “Ay, nomás
déjeme usted ir por mi hermanita al kínder y regreso a quedarme acá”. Muy listo
el chiquillo, hoy ya es un hombre, ya lo he visto de grande. Muchas veces, ya
las caritas no las recordamos, pero por algo que nos dicen recordamos que son
ellos. No lo dejé ir. “Sabes qué, te vas a ir con la empleada de servicio, ella
nos trae a tu hermanita y aquí esperamos a tu mamá”. “No, dice, porque mi mamá
no viene, yo soy el hombre de la casa, tengo que ir a traerla”. A tres calles de la escuela que estaba el kínder.
No era posible, teníamos que ver a los niños. En otra ocasión iban a llegar de
Salubridad a hacer un programa, entonces dice el director: “Sabe qué maestra, deme
a tres de los niños, nos van a leer la lección que usted les ponga”. Bien, tú
vas a leer de aquí a acá, y así tú y tú... Así, veo que pasa el chiquito, luego
pasa el otro y luego el otro, los tres muy bien. “¿Maestra, pues qué usted ya
terminó el programa? El niño está leyendo perfectamente bien”. Sabe qué
maestro, le digo, es que nosotros, después de haber terminado con las letras,
principiamos ya con la lectura completa, por eso es que el niño lee en esa
forma.
Experiencias hermosas, muchas amargas, pero muchas más las
buenas. Un niño debe aprender a leer a
los tres meses, pero hay niños que tardan más. Se tiene uno que ir más lento y
tiene que volver a empezar, para que todo el grupo se empareje. Es idéntico a
comenzar a hablar, el proceso mental es el mismo.
YOLANDA: El aprendizaje depende de la alimentación y del
medio donde se desenvuelvan los niños. Porque hay unos que tienen mejor medio
de vida y aprenden más rápido, porque están mejor alimentados o porque sus
padres están más al pendientes de ellos. Porque a otros de les deja por el
trabajo o por problemas familiares, tienen
a los niños un poco abandonados y eso no les ayuda lo suficiente en el
aprendizaje.
ESTELA: El magisterio es precioso, pero no todo es color de
rosa. Mire usted, en la Normal, donde estudiamos, nos pintaban todo perfecto,
nos pintaban todo bonito, que no íbamos a tener problemas, y la realidad, ya en
el trabajo, en la práctica, es muy diferente. En la práctica nos encontramos
con muchos tropiezos, yo creo que como todo profesionista ¿verdad? Con muchas
situaciones difíciles de resolver, que las resolvimos, pues. Gracias al grupo
de maestros del que formé parte, puras jovencitas con ganas de trabajar, con
ganas de conocer a los niños, con ganas de conocer un nuevo mundo, que era lo
que íbamos a conocer, orientamos adecuadamente nuestro trabajo. En primer lugar
describir y en segundo lugar ejecutar. Pero, realmente, cuando llega uno con
los alumnos, la situación es muy diferente. Cuando yo llegué a Cholula, de ir a
conseguir alumnos que no tenían escuela, alumnos expulsados, alumnos de hogares
desintegrados ¡imagínese lo difícil que es! No es lo mismo que cuando llega a
uno a una escuela y sale un director muy amable que dice: “buenos días maestra,
la voy a presentar su grupo. Niños, está va a ser su maestra”, a lo que yo
viví. Yo, por los 28 años que trabajé le doy gracias a Dios de que fui maestra,
de que no elegí otra carrera más que esa, porque es muy bonita. Pero no todo es
color de rosa. No todo es llego, imparto mi clase con la participación de los
alumnos, y todo queda claro. No, no, no. El niño que trabaja llega a la escuela
a dormir. El niño ya fue al Seguro Social, el niño ya hizo el quehacer de la
casa, el niño ya cuidó a sus hermanitos. Yo les decía a las mamás: la
obligación es de ustedes, a ellos déjenlos vivir su edad, no los
responsabilicen como padres de familia, porque había niños que lavaban,
planchaban, iban al mercado, resolvían el problema de los padres. Esas son
situaciones difíciles.
Sindicatos
y anexas
YOLANDA: El sindicato fue de apoyo, claro que nosotros
nunca lo necesitamos mucho, más bien las maestras que son problemáticas, pero
como nosotros en realidad nunca tuvimos problemas, nunca tuvimos a qué
acercarnos. Es o era para apoyo del magisterio, pero que yo le diga “sabe que
me apoyaron en esto o en lo otro”, no. Cuando murió mi esposo me dijeron que me
iban a dar otra plaza, pero no me la dieron. En ese sentido no hubo apoyo.
Fuimos muy cumplidas y no tuvimos problemas.
MARTHA: Nunca hubo apoyo para uno, en particular para mí,
pero maestros con problemas son los que están ahí, Y maestros que se quieren
acomodar dentro del sindicato, son los que están recurriendo a él. Yo pienso
que todos los sindicatos son iguales, buscan el medio para acercarse al
trabajador, pero ya cuando no les parece, lo jubilan porque ya no les conviene.
Lo han hecho con varios compañeros. Pero que esté pendiente el sindicato del
maestro o de cualquier trabajador, no.
JUANA: Yo, como nunca tuve problemas, nunca me presenté al
sindicato. Cuando cumplimos treinta años nos dieron nuestro reconocimiento de
30 años. La delegación. Porque nosotras nunca faltamos.
ESTELA: El sindicato es una organización para unos cuantos
maestros, para unos cuantos nada más. Para los que están allegados al
secretario general, para el que le maneja el coche al sectario general, para el
que le sirve a la esposa del secretario general. Eso es el sindicato. Los
estímulos porque ya vienen establecidos desde el gobierno, eso ya está de
acuerdo a los estatutos, ya no se pueden quitar, pero de que el sindicato apoye
a la base, no. Definitivamente, nunca apoyó el sindicato a la base. Los logros
que tuvimos fueron por nosotros, hay hasta cierto punto obstáculos del propio
sindicato y de la parte oficial tampoco. Es de que padecimos mucho en algunas
cuestiones, cuando no tiene lo que se llama la “palanquita”, sufre uno mucho.
Pisotean los derechos de los maestros, pasan sobre los derechos de los
maestros, la persona que es la amiguita del secretario general, usted me
entiende, trabaja en tres niveles, pero… (sí, mamá, no hay problema, estamos
hablando en confianza, es la verdad. Es de que, si vamos a disfrazar esto no
tiene caso, sería una mentira si usted escribe que el sindicato es lo máximo,
es una mentira). Ya no estamos nosotras sindicalizadas, y es una realidad que
tiene sus preferencias, por eso le digo que el sindicato es nada más de unos cuantos,
no es de todos los maestros, y los logros que obtenemos unos cuántos han sido
con mucho esfuerzo, la doble plaza la conseguí a base de mucho esfuerzo, de
mucho sufrir y de mucho tocar puertas, porque no me la querían dar. ¿Por qué?
porque yo soy una maestra que me dediqué a estar en la escuela, a estar en mi
grupo, a no tener palancas, entonces es muy difícil, a base de escalafón, ir
subiendo. Solamente así crece uno. Y por el lado oficial, pues a veces los
supervisores lo obstaculizan a uno. ¿Te puedes cambiar? “No, porque ahorita
está Fulana De tal”. No maestro, usted está pisoteando mis derechos, porque yo
metí mis documentos en tal fecha, esta maestra llegó después de mí y no es
correcto que ella la cambie primero. ¿por qué razón?. Yo siempre defendí mucho
mis derechos, siempre estuve en contra de la injusticia. Siempre estuve en
contra de que a los maestros se les pidiera dinero para cooperaciones, que a
los alumnos se les pidiera dinero para cooperaciones ¿por qué? si no están
justificadas. Es de que, cuando uno es honesto se lo toman a mal como rebelde.
Y yo fui una persona honesta, no fui rebelde, pero siempre estuve en contra de
las injusticias. Por qué pedir cooperaciones a los padres si tienen menos que
usted, que yo y que todos. Hay padres de familia que no tienen un sueldo. Yo siempre fui una maestra
incómoda en contra de las in justicias. Y siempre fui una maestra incómoda para
el sindicato y la parte oficial, cuando no estaba de acuerdo en lo que yo
pensaba. Es imposible que piense uno igual que los demás, que si el inspector
está pidiendo grandes cantidades de dinero, yo voy a dar la cara por el
inspector y decir: “Niños, den la cooperación”. Yo que sé qué manejos haya. Y
si el sindicato pide dinero, yo ¿cómo voy a estar dando la cara por el
sindicato? Va de por medio mi prestigio. Yo siempre fui una maestra incómoda en
ese sentido. Siempre defendí a mis alumnos, yo siempre defendí el dinero de mis
padres de familia, siempre. ¿Por qué? porque son gentes que no tienen,
solamente Dios sabe con qué sacrificios mandan a la escuela a sus hijos, con
qué sacrificios les compran una libreta, un lápiz ¿verdad?
JUANA: Aquí siempre nosotras tuvimos esa bandera, la de la
honestidad. Principalmente mi madre nos lo ha enseñado, la honestidad ante todo.
Pueden preguntar por las maestras Galeana Tabe, quiénes fuimos y qué honestas
hemos sido en todos los aspectos. Y es lo que nos gusta defender eso. La
honestidad en la educación es ser honesta con los padres de familia, con los
alumnos, con uno mismo, con los compañeros, porque de eso depende la buena
marcha. Ante el robo decir: voy a revisarlos, revisar las mochilas, en primer
lugar. Como eran chiquitos, les decía: les voy a poner una marquita, al que se
le ponga negra, será el culpable. Y así los engañaba. Todos empezaban a buscar
en las mochilas y generalmente aparecía el objetito robado. Luego, hacerle
conciencia del robo, por qué es malo, que perjudica a sus compañeros, a los
papás también los desfalca porque van a tener que comprar otros útiles. Así habla
uno con ellos.
ESTELA: La honestidad es hablar con la verdad aunque muchas
veces lastime uno a ciertas personas, pero lo honesto es decir, por ejemplo, a
mí no me parece tal o cual situación de la escuela. Yo tuve experiencias
difíciles por ser honesta, por hablar con la verdad. No me parece eso, por eso
y esto. No es muy político pero es honesto. Lo político no va conmigo porque no
sé disfrazar las cosas, a mí me gusta hablar las cosas tal y como son, se
moleste quien se moleste. El político es el diplomático, que le da a las gentes
por su lado y yo no soy así.
Las
palabras y las cosas
ESTELA: Yo tuve sexto año y ahí se presentan algunos
problemas de sexualidad. Lo primero que hacía era reunir a los padres de
familia y explicarles, desde principios de año, que se iba a tratar un tema en
ciencias naturales respecto a la sexualidad. Se iba a tocar en la forma más
decente y más científica que puede haber, para no agredir la moral de los
niños, porque también eso es básico ¿eh? Yo inicié eso desde que estaba en
Cholula, después en la Miguel Negrete. Lo inicié porque empezaron los
problemas. Le dije a la directora: lo importante es hacer la reunión con los
padres de familia, explicarles de qué se
va a tratar eso, dependiendo de eso ellos van a tener un antecedente y ya no
nos van a tomar a mal. Se reunía a los padres de familia, se les explicaba de
lo que se iba a tratar y yo les decía: si ustedes tienen la capacidad, apóyenos
en su casa, si no, déjenlo en nuestras manos. Lo que yo hacía es que, después,
cuando me tocaba dar el tema, nada que separar a niños y niñas, todos, el grupo
tal y como es, lo sentaba, y les decía: niños, yo ya platiqué con sus papás,
ahora voy a platicar con ustedes. Porque les reparte uno el libro de Ciencias
Naturales y lo primero que hace el niño es buscar la página donde está lo de
sexualidad y empiezan: “mira, mira…” Yo les decía: eso lo vamos a ver en su
momento. Ya cuando tocaba el tema, lo platicábamos con tanta naturalidad que
los niños se paraban y empezaban a preguntar: “¿por qué esto?; oiga, ¿por qué
mi hermana menstruó?”. Con una naturalidad que lo trataban los niños, nunca
hubo nada de morbo, ni de padres ni de alumnos, son temas muy bonitos, son
temas muy naturales y que se ven perfecto. Todo depende de la forma en que el maestro
lo trate. Si el maestro lo trata con morbosidad, los niños lo tratan con
morbididad y las familias se le vienen encima a uno. Y con razón.
JUANA: Si el problema de la sexualidad en México sigue en
tan mala forma, con tantos embarazos y abortos, se debe a la falta de comunicación, de orientación,
tanto al adulto como al joven o a la pequeña en muchos casos. Yo pienso que es
eso. Falta de comunicación.
ESTELA: Afortunada o desafortunadamente todo proviene del
hogar. Entonces, si en el hogar no hay base, mal. Los padres de familia en el
hogar deben de tener comunicación con los hijos y hablarles ampliamente lo que
es la sexualidad, hablarle cuando la niña va a menstruar y decirle “te va a
pasar esto y eso”. Que no sea un tabú, pues se maneja como tal. Todavía no se
hace nada. Los medios de comunicación ya lo externan, pero en la casa, donde
debe de iniciarse esto, no lo hay. Deben de hablarle a los niños, a los
muchachos hay que decirles que deben usar condón, así como se debe hablar de la
drogadicción, los peligros que hay en una disco, donde se les puede poner
substancias a las bebidas de las chicas, el peligro que hay de que embaracen a
una niña. Todo eso debe partir del hogar, porque de ahí parte todo, es la base
de la sociedad. Si en el núcleo familiar se ve todo esto, si hay comunicación,
le garantizo que tendríamos un México mejor. Pero si en el hogar no hay el
fundamento no se hace nada. Y es lo que falta: cultura en los hogares.
YOLANDA: Hay hogares donde viven todos en la misma pieza.
Muchas veces yo digo que sí ven a los padres de familia, entonces quién sabe si
la mente como que se les va trastornando o adelantando, de que no tienen los
padres de familia cuidado en lo que hacen. Así es como viven.
Hermanas
maestras
YOLANDA: Aquí en casa hicimos un equipo coordinado, un
equipo muy bonito, porque cuando una no sabía alguna cosa, le preguntaba a
otra. “A mí me lo enseñaron así, enséñalo de ese modo”. “Te ayudo en otra
cosa”. Entonces entre las cuatro nos ayudábamos. A fin de año era un desbarajuste
porque teníamos lleno de papeles. “Yo te dicto, tú me ayudas en las
calificaciones”. Una cosa muy bonita.
JUANA: Intercambiamos opiniones y experiencias a través de
los años.
ESTELA: Mi hermana Juanita y yo estuvimos como catorce años
juntas, en la misma escuela. Se apoya uno mucho, es algo positivo. Hay
matrimonios que dicen que no les gusta, pero en cuestión de hermanas sí se
apoya uno mucho. Es bonito.
La
misión
ESTELA: Mi mensaje: a todas las personas que quieran
estudiar para maestras, que lo hagan. Es una carrera muy bonita, muy noble, una
carrera que a través del tiempo le deja a uno experiencias, en general, buenas,
Yo ya hablé de las amargas, pero las experiencias son buenas. Formar gente que
no sabe nada y que salen con conocimientos, con hábitos, con habilidades. Es
muy bonito. Pero los que van a estudiar para maestras que lo sientan. No porque
“cuánto me van a pagar, cuanto voy a ganar, voy a quedar cerca o voy a quedar
aquí en la ciudad”. No, que sean maestros natos, que tengan la convicción de
estudiar esa carrera. Para mí el magisterio ha sido lo mejor, ya no volví a
trabajar en otra cosa. Yo me dediqué al magisterio, yo soy maestra, yo siempre
fui maestra y creo que voy a morir siendo maestra.
YOLANDA: Para mí fue algo hermosísimo haber tenido a los
niños que llegaban con los padres de familia, se los dejaban a uno sin saber
nada. Después llega uno a grande y ve uno doctores, licenciados y dice uno,
bueno, la base se las di yo. Y es muy bonito todo eso. Eso es lo máximo.
JUANA: Para mí fue un peldaño para formar nuevas
generaciones. Es lo más bonito que pude tener en la vida, el ser maestra.
Formar nuevos ciudadanos y nuevos individuos para ser buenos a la patria.
Hombres y mujeres de bien. Nada más.
MARTHA: ¿Qué podemos decir? una gran felicidad, un gran
sentido de responsabilidad para haber tratado a tantas generaciones y … qué
más, doy gracias a Dios de haber
cumplido. Nada más. Ahorita ya estamos jubiladas.
Muchas gracias, maestras; doña Victoria, están deliciosos
sus yeprajes.