La palabra mestizo proviene del latín mixticius (mezcla o mixto), fue utilizada por los españoles en el siglo XVI para referirse a los hijos de padre español y madre indígena y no era una simple identificación, puesto que su pertenencia impedía el acceso a cierta educación, propiedades, responsabilidades civiles y prestigio social.
Después
de la Independencia de España, cuando se abolieron las "prerrogativas de sangre y
nacimiento", la expresión de mestizo se mantuvo para denominar a las
personas descendientes de indígenas
americanos, afroamericanos y españoles. (Margulis/Urresti, 1998)
Mestizo
también se utiliza para identificar a seres humanos que tienen antecesores
pertenecientes a distintas etnias o culturas, dando origen a una nueva cultura.
(REA, 2001), en tanto que prácticamente
toda la población hispanoamericana es mestiza. (Ospina, 2009)
En
última instancia, afirma el escritor español José Agustín Goytisolo, “todos los
seres humanos son mestizos.” (Goytisolo, 1999)
Para
efectos prácticos la palabra mestizo es la principal promesa de futuro nacional
en el escenario posterior a la Independencia de España. El mestizo se
vislumbra en el Siglo XIX prácticamente como la única esperanza de que México
pueda llegar a ser un país “civilizado” en concordancia con modelos europeos y estadounidense sobrevalorados por las capas cultas de la población, que habrían viajado a
esos países. Y un solo obstáculo: el indio mexicano, cuya conversión en mestizo
sería en adelante la meta principal de las políticas educativas e
indigenistas: la asimilación, que no era otra cosa que volverlos mestizos, ya
que volverlos blancos era imposible. Se expresaron entonces toda la gama de
posibilidades para “salvar” a México de la barbarie.
El
mestizaje es la unidad de costumbres y deseos, expresó Francisco Pimetel a
mediados de siglo XIX. Una comunidad de sentimientos, actos e ideas que hacen una
gran familia. Pimentel muestra confianza en las capacidades del mestizo: es
valiente, de mirar firme y seguro; es audaz. “Son los que hicieron la
Independencia –recuerda- … y los actuales salteadores”, pero sus defectos son
de naturaleza distinta de los indios, pueden corregirse por medio de una
saludable disciplina.
La
disciplina no era otra que la educación, la adaptación, la asimilación.
Francisco Bulnes afirmó que el mestizo era “susceptible de gran civilización”,
aunque no estaba seguro de que eso ocurriera en los trópicos, donde “cargan con
la maldición y hacen frágiles a las razas que los habitan”.
Otro
que se ocupó de opinar sobre el mestizo a finales del XIX fue Andrés Molina
Enríquez, para quien ”era y es de raza inferior”, pues carece de bienestar
largamente sostenido. El mestizo es plebeyo, dijo el llamado ideólogo de la
Revolución Mexicana, se apellida Pérez, Hernández, Flores. Es moreno –menos que
el indígena- y en las costas pinto. Y aunque el pobre “es vulgar, rudo,
desconfiado, inquieto e impetuoso”, también es terco, fiel, generoso y sufrido.
Es fuerte y dulce. Y claramente ejerce en México un predominio sobre el
europeo, en un proceso biológicamente determinado: entre más evolución más
acción y entre más selección más resistencia. Y el indio-mestizo es una raza de
resistencia que no podrá ser vencida. Cierto, no son hermosos, ni cultos, ni
refinados; se distinguen por su “poderosa fuerza animal”, pero tienen espíritu
revolucionario por su situación de clase desplazada, por lo que es preciso
tenerlo como “aliado”, bajo órdenes estrictas. Es necesario que se “refunda el
mestizo en toda la población” para llegar a ser verdadera población nacional.
Que el mestizo mantenga el poder –concluye Molina Enríquez- es indispensable
para la creación de una nacionalidad.
La
idea del mestizo como elemento nacional arriba al siglo XX más que discutida.
Manuel Gamio pensó que el mestizo era el medio seguro de transformación.
Entraña en sí mismo la mejoría económica y cultural de la población, por lo que
el mestizaje debe fomentarse para la mejoría económica y social. Y como si se
tratara de la paleta de un pintor, el padre de la antropología mexicana
recomienda importar sectas religiosas y logias masónicas del Norte como
factores de progreso. No eran ideas descarriadas ni peregrinas, en esos años
(1924) se permite la entrada de miles de colonos menonitas en el norte de
México que para decepción de los mestizadores rehuyeron al mestizaje con los
mexicanos hasta el día de hoy.
José
Vasconcelos soñó con una idílica raza de bronce que reuniera a los hombres en
un crisol humano superior. Para México recomendó continuar “la tradición
mexicana del mestizaje iniciada siglos atrás”, consolidar una burguesía
nacional que vigorice una nacionalidad y cree una infraestructura cultural.
Moisés
Sáenz observó atinadamente la ignorancia del mestizo acerca de los valores
indígenas, que no eran otros que los suyos propios. Narciso Basols, por su
parte, tal vez imaginando más a caballos que a seres humanos, dice que lo deseable es “una síntesis de los valores positivos de las
dos razas”, es decir, tomar lo bueno de cada raza y hacer con ello “una
auténtica raza mexicana” (GMH:34)
Lombardo
Toledano, siempre suspicaz, dijo que en el Porfiriato se forma un “complejo de
inferioridad” que consiste en suponer “que lo mejor que puede ocurrirle a
México es un mestizaje rápido”, y de ser posible con blancos europeos. Los
mestizos y los blancos de México, ironiza el fundador del sindicalismo
corporativo, “no podrán ser felices
jamás, mientras haya en el territorio de México grupos de hombres explotados
por los mestizos y los blancos”.
Mientras los indios sigan como hasta ahora, “los mestizos y los blancos
no podrán tampoco resolver sus propios problemas”. Es paradójico, afirma el
primer político de izquierda, cuántas veces nosotros mismos procuramos que
nuestros rostros no parezcan indígenas, “cuando somos tan indígenas como ellos
mismos”, expresó el teziuteca.
La
cereza del pastel la pone Leopoldo Zea en una entrevista de 1987 sobre su
especialidad, el tema de la nacionalidad. “Estamos aprendiendo que somos ricos,
que el mestizaje no es negativo; antes queríamos ser rubios o europeos, hoy
sabemos que no hay un modelo de identidad sino de multiplicidad. Tenemos una
identidad como tenemos una sombra, antes no queríamos ser indio o mestizo, pero
eso somos y de eso hay que partir”. (Proceso 558, 13-Jul-1987)
Bibliografía
GOYTISOLO,
José Agustín (1999). "Catalunya, crisol de culturas o elogio del mestizaje
humano y cultural", La Factoría, Nº 9, junio-septiembre de 1999.
MARGULIS,
Mario; URRESTI, Marcelo (1998). La segregación negada: cultura y discriminación
social. Buenos Aires: Biblos.
OSPINA,
William: 'Por la sangre o la cultura, casi todos somos mestizos'». Ñ Revista de
Cultura (03-08-2009). Consultado el 11-01-2010.
Diccionario
de la Real Academia Española, RAE. Mestizaje:
"Mezcla de culturas distintas, que da origen a una nueva".
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