Don Jesús Labastida me recibió detrás
del mostrador de su taller de electricidad automotriz de la 7 Norte del centro
de la ciudad de Puebla. Al igual que otros de mis entrevistados para este
ejercicio de historias de vida que he venido publicando, este octogenario sabe
que él no es poblano a pesar de haber llegado a esta ciudad hace más de sesenta
años; de hecho, tiene opiniones bastante críticas sobre los poblanos, que trata
de resolver con sus modos extravagantes de filósofo urbano, una combinación de
sabiduría, de experiencia y de nostalgia por su padre a quien sigue escuchando
en su interior.
DON JESUS
LABASTIDA
Yo me llamo
Jesús Labastida, tengo 82 años y he vivido con la ayuda del Señor, porque así
soy yo, metódico, llevo una vida metódica, mi padre me lo enseñó. La vida
metódica consiste en esto: tomar y no embriagarse, comer a sus horas; otra cosa:
tener exceso sexual es lo peor que puede tener el hombre humano, tiene que ser
controlado. Fumar, sólo uno, después de comer, nunca antes de comer. Y es
controlado. Aprovecha uno todo, estamos tranquilitos, no como ese que dice:
“tengo dos-tres viejas y cuanta madre” y se pone un pinche pedote. Están desde
que Dios amanece con su cigarro y ese no llega ni a los cincuenta años.
Entonces, el control propio de nosotros ¿qué causa tiene? Al tener ese control,
tiene uno la inteligencia abierta y piensa uno las cosas de la mejor forma.
Yo llegué a
Puebla en 39, todas las calles estaban desiertas. La ciudad llegaba hasta el
Carmen. Ya para abajo era terracería para ir a San Baltazar, por donde hacían
peregrinaciones. Me tocó ir a ver la peregrinación el primer 6 de enero. Hasta
ahí llegaba la ciudad, nada más. Y por acá de este lado hasta la 36. La ciudad
se sentía totalmente chiquita, luego se fueron dando todas las colonias que se
fueron haciendo.
Yo era un
chamaco de 19 años, andaba de aventurero por todas partes. Venía de Veracruz,
que es mi patria chica, ahí vivían mis padres y parientes, todos ya murieron.
Nací en la 16 de septiembre número 2325 del mero puerto, a dos calles de Viña
del Mar. Ahí y nací y crecí hasta cierta edad, me largué de la casa como
aventurero, estuve por Tampico, estuve ahí trabajando y de ahí ya me vine para
Puebla, me vine aquí con la constructora Nuevo León, en Valsequillo. Y ya me
quedé acá, hasta la fecha.
Si le digo la
verdad, me casé varias veces. La última que me casé, 43 años de casamiento, el
viernes pasado murió mi esposa, hace tres días. Este viernes murió mi esposa,
43 años de casados. ¿y qué quiere que haga uno? Pero si soy conchudo y soy de
los que aguanta…¿qué hago? Eso de que muchos se van y que no… Yo no. Le voy a
hacer sus nueve misas. Aquí, mire, siempre tengo radio, ahora no hay radio, la
querencia de uno. Ya después Dios dirá.
Una mujer para
mí, una mujer tan grande fue para mí que nunca tuvimos un disgusto. Dio tres
hijos, me cuidó porque tuve una enfermedad, me quitaron un riñón. Ahora se
enfermó ella desgraciadamente, ni modo, murió en el Issstep, ahí estuvo
internada. Igual sí la atendieron bien, nomás que cuando llega la enfermedad
¿qué? A mi mujer le llegó desgraciadamente y la operaron, le descubrieron un tumor
que tenía, era canceroso. El doctor dijo: “no hay cura, quieren ustedes que
viva mucho tiempo pero ni modo, va a ser muy duro”. Y sí fue. Yo espero la
muerte cuando venga. Pienso en mi mujer en vida porque fue la gran compañera
que tuve. Pero no quedé solo, tengo mis tres hijos, mis tres nietos y quieren
que vaya a vivir con ellos pero yo no puedo. Es mejor solo. Se nos casaron los
hijos, “a sus casas, aquí no quiero a nadie”. Yo solito. Y nos quedamos solos.
Y ya. Aquí con mi chambita y ahí voy… “Días de muchos, días de poco, días de
nada”, pero saca uno los gastos de la semana.
Me quedé en
Puebla en el sentido de que aquí encontré ambiente, ambiente en el sentido de
cuidar bien el carácter. Yo no tengo amigos, tengo amistades. Mi padre me dijo:
“¿quieres ser feliz?, no busques amigos, ten amistades y serás feliz toda tu
vida”. Por eso tengo amistades. Aquí soy “el hijo del barrio”. En 1981 me
vaciaron mi taller, lo robaron, no se llevaron la basura porque no había
bolsas, se llevaron todo. Un día último del año. Y resulta de que mis vecinos, cuando salí el
día 3 a barrer, mis vecinos atravesaron la calle y me dijeron: “No, tú no te
vas de acá”. Hicieron listas los vecinos, “aquí está el dinero”. Y viene otro,
amigo mío de Teléfonos, y me dijo: “manito, aquí está la herramienta, a
trabajar”. Y ya me puse a trabajar aquí. ¿Pues qué hago? Agradecer a la gente
que hasta la fecha me quiere. Y no soy nada especial, como todos los léperos
del pueblo, los léperos del barrio mienta madres, pero sin ofensa. En Veracruz
está mi gente, eso no se olvida, está mi corazón. El agradecimiento es una cosa
y el corazón es otra. Yo le agradezco mucho a Puebla porque ha sido muy buena
conmigo, sobre todo a la gente de aquí. Cuando llegué fue un relajo ¡puta,
hombre!, caí gordo, por mi carácter de ser, mi manera de hablar, pero me fui
ambientando y ahora soy amigo. Cuando supieron que estaba enferma mi mujer se
preocuparon todos por ella y todos han ido. Me da gusto que en el entierro,
toda la gente de aquí, sobre todo de este rumbo, fueron; han ido a las misas.
Nunca me he peleado,
en mi vida, no sé ni lo que es eso. Soy cínico, de agarrar las cosas como
vienen, yo no tengo madre, tengo mamá, je je, que no es lo mismo. Y así es
bonita la cosa, yo soy feliz en ese sentido. Quiero mucho a mi Puebla. Mi mujer
poblana, mis hijos poblanos, yo también ya soy poblano. Claro, a la hora de la
hora la sangre manda, allá están mis padres…mis tías y todos, mis primos, pero
soy poblano. Tengo cuatro hijos, tengo seis nietos, ya toda una familia entera
alrededor mía, y ahí vamos.
Qué
es lo que pasa aquí. Aquí la gente, desgraciadamente… ¿usted es poblano? (le
digo que no) Desgraciadamente el poblano tiene la desgracia de hacer esto de:
“adiós, manito” y te saluda y te hace así. Y cuando pasas “es un pinche pendejo
ese…” Costumbre del poblano, lo he visto yo. Y yo los he puesto parejos a
todos, es mi modo de ser. Son buenos en el fondo. Medio hipocritones, je je. Yo
aquí a la gente la amoldé a mi manera, la hice a mi manera, los hice a todos y
ahora me quieren y me aprecian, ya saben que yo nunca he negado un favor cuando
se da.
Don Maximino Ávila
Camacho es otra cosa. Gran hombre. Yo lo admiré bastante. Fue un hombre muy
recto y muy cabrón. Al que le caía gordo le daba en la torre. Recuerdo ahí que
andaba la gente a las dos-tres de la mañana y nunca hubo nada, porque le
importaba poco, yo me llevé con algunos de los policías, había un Martínez
Morales que me platicó cómo a un tipo que había violado a una chamaca, lo metió
en una tina, cable de corriente en la tina y ándale… “Ahora sal a violar
gente”. Andaban las chamacas más seguras, ahora todo es un desmadre. Entonces
estaba uno feliz, había mucha rectitud, porque el hombre era muy enérgico. Era
un asesino y en parte tenía razón, mataba a los que le estorbaban. Y sí dominó,
porque trajo a su gente y lo que le gustaba lo tenía a fuerza, porque así era
él.
De los
gobernadores no recuerdo a otro, a ninguno, todos han sido medianos. Llegan de
políticos cobran sus centavos y listo.
No han trabajado por la patria, han trabajado por sus bolsillos. Cómo es
posible que ahora un diputado gane 40 mil pesos mensuales, libres de polvo y
paja; en cambio, no le pueden aumentar al empleado, al obrero un diez por
ciento porque es un crimen para la empresa ¿cómo está ese relajo? Yo no me
explico. El gobierno les dice “no, no les puedo aumentar porque la vida está
muy cara” ¿pero ellos cuánto están ganando? Es un representante político, pero
¿qué hace en beneficio de México? Todos ganan y no pasa nada.
El señor Fox,
desgraciadamente, sus ideas políticas no tiene una definición, para mí. Yo que
poco conozco de política y eso es leyendo, veo que no tiene una definición
sana. Para mí el error más grande de su vida, admirándolo yo como personalidad,
como persona, como humano, la pendejada que hizo no se la admito yo. Admirada por
el mundo. La señora es casada por la iglesia y tiene tres hijos. Él, hijos o no
hijos, tenía tres hijos con su señora, pues era casado por la iglesia. Y espera
a estar en la presidencia de la república para agarrar a su esposa y se casa
por el civil, eso no existe. Eso no es de humanos, ni de cristianos. Según él
es muy católico, pero yo no veo en dónde está ese catolicismo de él. Es mi modo
de pensarlo; ahora, como lo piensen otros, quién sabe. Si yo lo platico y me
perjudica, pues que me perjudique, pero es la verdad de lo que yo digo. Lo que
yo veo. Entonces con una divorciada y él divorciado, los dos; no, señor
presidente. Estoy muy de acuerdo que lo haga el cargador, yo, cualquier otro,
pero todo un señor presidente, ¿hacer una tontera de esas? Entonces que no
defienda tanto a la iglesia como la quiere defender.
Yo me casé
varias veces, que no se malinterprete. Yo tuve la ventaja, la fortuna de que me
casé cuando vine a Puebla, murió mi esposa, se me han muerto dos esposas,
entonces me casé con otra mujer, por lo civil, pero no quiso tener familia
conmigo, para qué vamos a vivir, no, mejor nos divorciamos. Me divorcié y al
carajo. Tuve otra. Me casé con otra muchacha, nos casamos, tuvo un hijo mío que
está en Acapulco, Federico Labastida, y está allá trabajando en el centro de turismo.
Y con la última me casé por las tres leyes, 43 años dilatamos de casados, me
dio tres hijos, tengo seis nietos y estoy feliz. Estuve feliz. Ahorita ya no,
ya la recogió Dios, ya se la llevó.
La madurez no
se adquiere por la edad, se adquiere por la experiencia propia de la vida.
Puede que sea más maduro un chamaco de 15 años, chamaco que se crió en el
medio, que un viejo de 50. Por que él vivió, vivió el hambre y vivió todo, se
dio cuenta de lo que es la vida. Una cosa que se me quedó muy grabada fue esta:
me acuerdo que a mi padre siempre le hablé de usted hasta que murió, por
respeto del viejo. Un día le dije: papá, me das permiso de fumar. “Sí, hijo,
como no, ya eres grande, tienes 25 años, cómo no hijo, nomás te voy a decir dos
cosas en la vida.” ¿cuáles dos? “Dos cosas vas a hacer. Nunca fumes en la
mañana, te hace daño el cigarro, fuma después de comer”. Está bien, pa. “Y
otra, nunca fumes delante de mí, porque el día que fumes delante de mí te rompo
el hocico”. Y nunca fumé delante de él. En diciembre fui a una fiesta de 15
años, me invitó mi compadre. Después de la cena y todo, lo agarra la chava y le
dice: “oye papá, me das un cigarro”. “Sí, mi hijita”, que se lo prende y se lo da.
Dije, ´uta, si mi padre lo viera los mata, en serio. Esa es la cosa. Vino un relajamiento propio de la educación.
Ahora las niñas andan a las 12 de la noche enseñando el ombligo, pero no es
culpa de ellas, es culpa de sus padres. Pero el respeto al derecho ajeno es la
paz.
Hay varias
religiones, místicas y judías, han cambiado las ideas totalmente, por el cambio
de religiones es que están las cosas así, por las sectas que ha habido, que han
cambiado totalmente el civismo de uno mismo. Al menos así yo lo he observado a
través de los años.
Otra cosa que
mi papá me enseñó, que ojalá todo el mundo la llevara a efecto, se los dije a
mis hijos y a mis nietos, se los di de ejemplo. Dice “mira, hijo, tú te vas a
casar, vas a hacer tres cosas”. Porque mi papá tenía esa idea, era marinero y
había estado en todo el mundo. “Vas a hacer tres cosas”, sí papá, dígame usted.
“Primero que nada, hagas lo que hagas en las noches, amanece en tu cama. Tú
llegas a tu casa y a dormir, no importa qué hagas. La segunda: mi hijito lindo,
haz una cosa muy grande en la maravilla de la vida: nunca dejas de trabajar. La
tercera, sea de diario, semanal o quincenal, si no tienes roba, pero debes de
pasarle el chivo a tu mujer. Hazle como quieras pero debes de pasarle el chivo
a tu mujer. Porque si la obligas a hacer una tontera. A mis hijos los he
enseñado también igual, mis hijos son maestros, pero ahí están, felices.
Profesionistas. Con mis medios les di todo.
Usted puede
querer mucho a México para el “Viva México, viva México”, pero tiene usted a
sus hijos muertos de hambre. ¿Dónde está la patria? Entonces debe ser por acá
para seguir allá. No nomás para allá. Ni
idea. Así lo hice siempre, “primero mis hijos y después lo que venga”. Es que
debe de ser, mi amigo.
Yo veo así la
vida y hasta ahorita gracias a Dios he sido feliz. Respeto de mis hijos,
respeto de mi familia; mis cuñados ya saben que yo sí, el día que regaño, les
pego un grito. Yo he pensado en la vida y me ha ido igual, por lo mismo. No me
desespero ni nada. Ahorita, por ejemplo, mi vieja murió el viernes ¡qué duro,
chingao! pero qué debo hacer para componerme. Conozco a esos que ya se van a
emborrachar sin deseos de vivir ¿qué van a hacer con eso? O buscarse otra mujer
¿para qué? No señor, dame valor para aguantar, no por mí, sino por darle el
ejemplo a mis hijos. Por ellos, por mí no. Ellos sufren mucho por su mamá, su
abuelita. Me dice ayer mi nieta: “Oye, abuelito ¿no sufres?” Le digo,
interiormente sí, pero no es para que lo sepa la gente, porque nomás me va a
tener compasión.
Cae trabajo,
sí, pero yo llevo el lema de mi padre que decía: “días de mucho, días de poco,
días de nada. Nomás organízate para que a fin de mes no debas nada.” Y ahí la
llevo, sereno. Mi trabajo es el sistema eléctrico de los coches, quiere decir
todo lo general, luces, acumulador, marchas, todo el sistema eléctrico. Claro
que el antiguo, porque ahorita viene el nuevo y ahí sí me rajo. El aparato
analizador vale 12 mil pesos. No los tengo y si los tuviera tampoco lo
compraba. Qué me queda de edad, para qué lo quiero. Es fácil usarlo, si yo un
día lo vi trabajar y dije: ¡pero jijos, qué es esta cosa preciosa!, pero 12 mil
pesos no, no los tengo, y si los tuviera tampoco lo compraba, porque piense en
la edad que me queda, a quién le dejo eso. Mi hijo no quiso, él es abogado.
Entonces a quién le dejo eso.
Otra
cosa que decía mi padre fue algo que un día me dijo: “mira hijo, cuando más
jodido estés, mejor vestido debes de andar, para que no demuestres tu
necesidad. Cuando tengas mucha hambre y no tienes nada de comer, cuando andes
en la calle, anda con un palillo en la boca. Si alguien te dice “órale mano,
una tortita”, que te la quiere vender, gracias, mano, acabo de comer. No
demuestres tu hambre aunque te estés muriendo de hambre”. Mi padre, como buen
marinero, me dio buenos consejos en ese sentido.
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