Ir al contenido principal

El curanto

A los pocos minutos de nuestra llegada a Tenaún, el pequeño y antiguo puerto en la costa Este de la isla de Chiloé, al sur de Chile, fuimos advertidos que en algún momento Rosita, la dueña del campamento, prepararía un platillo tradicional llamado curanto, como buena puntarenense que es esta joven ama de casa, administradora y autoridad indiscutible de ese popular campin.

El curanto es un guiso de hoyo que comienza con la recolección de piedras y leña, por lo que debe dedicarse todo un equipo de personas para su elaboración. Hay que recopilar piedras grandes y redondas del tamaño de naranjas, subir al cerro y recopilar unas cincuenta enormes hojas de pangue, de unos sesenta por ochenta centímetros que crecen silvestremente en todo el sur de Chile, una planta de humedad cuyos componentes tienen diferentes nombres y usos: pangue es la gran hoja; nalca es el tallo y depe es el tronco, que llega a medir hasta 5 metros y que sirve para teñir lana de color plomo.
El curanto lleva mariscos como cholgas, locos y almejas; carnes como chorizo, pollo crudo y cerdo ahumado. Mientras Rosita prepara todo eso un hombre ha hecho un hoyo poco profundo en el patio, de un metro de diámetro, en donde ha puesto leña y piedras y le ha prendido fuego con las precauciones pertinentes, pues las piedras suelen reventarse despidiendo fragmentos hacia todos lados como balas ciegas y ardientes. Cuando está la leña prácticamente consumida y las piedras muy calientes se ponen los mariscos y la carne encima, así como caen, acompañados de papas y todo rociado con vino blanco, se tapa muy bien con una o dos capas de hojas de pangue, y sobre ellas se acomoda el chapalel y el milcao, que son tortas de masa de papa y harina y de puré de papa sola, respectivamente, que también son tapadas con otras capas de hoja de pangue, con las que se cubre muy bien toda oquedad. Encima de ese montón se pone una lona y se tapa completamente para evitar que escape el calor. Ahora todos nos retiramos a hacer hambre con alguna cerveza durante 60 minutos, hasta que el guiso esté cocido.
Adicionalmente, Rosita tuvo la amabilidad de hacer un poco de curanto de olla o pulmai, una versión de estufa con todos los mismos ingredientes (excepto chapalel y milcao) que tiene la cualidad de retener el líquido que se convierte en consomé, para que lo probáramos.

El curanto es un platillo chilota tradicional llegado hace muchos siglos de Indonesia, quizás junto con los propios indonesios que algunas versiones indican que llegaron mucho antes que los españoles a estas tierras y cuyos rasgos es posible adivinar en las facciones de algunos agentes locales, como la señora Rosita, que ha hecho del curanto una especialidad, y a la que solo le faltan los tatuajes para parecer de “allá”.
Luego de una hora, la docena de comensales retornamos al curanto y desandamos los últimos pasos de la preparación, es decir, destapamos la lona y las hojas de pangue, ponemos sillas alrededor, y con un tenedor y un plato comenzamos a atacar el curanto con entusiasmo polinesio. Nadie mide ni cuenta lo que comes, pero más te vale no caer en remilgos porque esto se acaba. Delicioso.

Una santiguina solemne le expresaba a una joven alemana que no entendía español que este no era un simple platillo sino el alma misma de Chile. Yo, que sí hablo español, pensaba mientras extirpaba un molusquito de su concha que los chilenos son poetas aunque no lo quieran. Y que el curanto era un extraño privilegio que no merecía, pero que aceptaba con el hambre y la gratitud de un náufrago.
Quiso la suerte de que fuimos a caminar al centro de Tenaún y nos tocó observar cómo en el edificio municipal una docena de hombres y mujeres preparaban un curanto para decenas de personas. El proceso fue el mismo, pero en un hoyo de dos metros, donde echaron seis costales de moluscos, otros tantos de papas, varios kilos de pollo y cerdo ahumado en trozos y taparon aquello en medio de una gran expectación.


Fotos cortesía de Malú Méndez Lavielle.

Comentarios

Entradas populares de este blog

San Miguel Tenextatiloyan y la Historia. PARTE 1

En 2011 tuve la experiencia de trabajar en un proyecto de Sergio Mastretta para hacer un levantamiento testimonial en la población alfarera de Tenextatiloyan en el umbral de la Sierra Norte de Puebla. Durante 10 meses hicimos decenas de entrevistas para entender el proceso de la alfarería de uso doméstico tradicional e hicimos un informe muy parecido a uno libro testimonial que terminó en el escritorio de nuestros empleadores (en una dependencia federal), que entonces estaban   muy interesados pero que súbitamente dejaron de estarlo porque les quitaron el puesto y se olvidaron de su interés, como suele suceder con las “pasiones” oficiales en este país. Me tocó investigar y redactar la parte histórica de la región, algo que me llevó hasta el preclásico tardío, como nos suele suceder a quienes no tenemos intereses tan esporádicos. Aquí la historia antigua de este entrañable rincón en donde los mexicanos, y en particular los poblanos, se han surtido de cazuelas y jarritos a lo largo...

Los trajes femeninos tradicionales de Puebla

Nahuas de Cuetzalan, Puebla Los domingos por la mañana la plaza de Cuetzalan, desierta entre semana se llena de puestos y ruido. Bajo la torre del reloj, a la sombra de las palmeras, en las anchas escalinatas, se sientas las mujeres nahuas, que vienen al mercado a vender verduras, guajolote, fruta y cal para las tortillas. Las mujeres llevan una blusa de escote cuadrado, con bordados al pasado rojos, azules o negros alrededor del cuello y de las mangas. Las mujeres llevan enredo, hecho con dos lienzos, que llega al tobillo; lo pliegan en un solo tablón atrás, del ancho de las caderas y en cuatro tablas más pequeñas que se encuentran enfrente, usan enredos que sujetan en la cintura por medio de un cinturón de lana roja con dibujos geométricos. Usan un huipil de encaje, adornado con una cucarda de listón azul o morado igual al listón que bordea el escote. Las mujeres de Cuetzalan utilizan un enorme tocado que en días de fiesta alcanza 50 cm. de alto, hecho con estambres de l...

Malinowski y el método etnográfico

Llamado padre de la antropología moderna, Bronislaw Malinowski (1884-1942) se tomó su tiempo para crear una metodología del trabajo de campo. Lo que dice puede parecer obvio, pero al salir al campo nunca está de más recurrir a sus sensatas recomendaciones. Este es mi resumen. Debe ser ¿cómo hacer? “Los resultados de una investigación científica, cualquiera sea su rama del saber, deben presentarse de forma absolutamente limpia y sincera. “… una descripción exacta de los aparatos utilizados; la manera en que fueron encausadas las observaciones; su número; el lapso de tiempo que le ha sido dedicado y el grado de aproximación con que se hizo cada medida. “… cada investigador debe poner al lector en conocimiento de las condiciones en que se realizó el experimento o las observaciones.” Los tres principios metodológicos “Los principios metodológicos pueden agruparse bajo tres epígrafes principales: a)          el estudio debe albe...