En mi
trabajo de la revista Elementos fui comisionado para realizar una entrevista
sobre el cultivo de huitlacoche mediante ingeniería genética que se realiza en el Colegio de Postgraduados,
campus Puebla. Me puse en contacto con el director de este proyecto, el doctor
Daniel Martínez Carrera y el resultado ahora lo comparto con los lectores del
blog. Buen provecho.
El Colegio
de Postgraduados de Puebla (COLPOS) luce vacío en esta soleada mañana de enero.
El doctor Daniel Claudio Martínez Carrera comprueba mi puntualidad en su
oficina. Nos sentamos en uno de los pasillos que separan cuatro mesas
atiborradas de libros y papeles.
Biólogo
por la Universidad Veracruzana, con maestría en el Instituto Nacional de
Investigaciones sobre Recursos Bióticos y doctorado en la University of London,
Inglaterra, Martínez Carrera es especialista en ciencia de alimentos e
ingeniería, biotecnología de hongos comestibles, funcionales y medicinales, que
viene bien pues estoy aquí para entrevistarlo sobre la inoculación del hongo
huitlacoche en mazorcas “sanas” que hoy reviste en el COLPOS algo más que un
experimento: recientemente se ha formalizado el lanzamiento comercial del
huitlacoche poblano en busca de certificar su denominación de origen y acarrear
ingentes beneficios económicos, sociales y ecológicos. Las investigaciones del
equipo del doctor Martínez Carrera han documentado 600 formas diferentes de
aprovechar el huitlacoche en tortillas, tamales, atoles, menudos, postres y
elotes, así como han comprobado propiedades antioxidantes, anticancerígenas,
antimicrobianas, antidiabéticas y antihipertensivas en el hongo comestible.
El
conocimiento y las tecnologías se desarrollaron con financiamiento del CONACYT,
a través del Proyecto FORDDECYT 273647, denominado “Estrategia para fortalecer
la competitividad de la cadena agroalimentaria microbiana emergente de los hongos
comestibles, funcionales y medicinales en los estados de Puebla, Veracruz y
Oaxaca” (2016-2019).
Se
trata de una relación huésped (maíz) – parásito (hongo) en la que las semillas
de maíz se deforman por el crecimiento del hongo generando estructuras
denominadas agallas. Desde épocas prehispánicas las diversas culturas
establecidas en México han valorado y consumido estas agallas como un excelente
alimento tradicional.
¿Cuáles son las dificultades del estudio
del huitlacoche?
Es muy
importante entender primero el reino de los hongos comestibles, que hasta el
siglo XX empezó a tomar una dinámica interesante en términos de su estudio, su
investigación; la grandes desventajas es que no es macroscópico, sino que es
microscópico –en realidad son microbios–,
y por esa razón se tardaron en ser abordados por los científicos y
evolucionar en su conocimiento para poderlos manejar y utilizar en beneficio de
la sociedad; además de entenderlos, porque entenderlos ya es en sí mismo importante.
Entonces es un reino componente de la biosfera y una parte de este reino puede
ser utilizado como alimento. Curiosamente en México los hongos son un reino con
una diversidad impresionante.
Un detalle que llama la atención del
estudio donde participa,1 es que hay evidencias de que el
huitlacoche comienza a consumirse durante la colonia española, o sea, no era un alimento predilecto de los habitantes
prehispánicos, como lo expresa el significado de la palabra huitlacoche (“mugre
que crece encima del maíz” o “mierda dormida”; algo “no muy grato o molesto del
maíz”). La gente común creemos que es un alimento milenario en México, le
llaman “alimento de los dioses” y es materia gourmet.
Yo
creo que en Mesoamérica el ambiente era una cuestión importante para la alimentación,
de hecho hay por ahí estudios históricos muy buenos donde demuestran que el
colapso de alguno de los imperios que tuvimos en Mesoamérica se debió a
cuestiones de alimentación; es decir, había cambios en el ambiente que
finalmente impactaron en la producción
de alimentos y eso afectó a las sociedades y se disgregaron. El maíz era
la pieza central de la alimentación y era natural que tuvieran años buenos y
años malos, de modo que al ser atacado en alguno de esos años –porque no había
en ese momento plaguicidas ni herramientas para controlar plagas y enfermedades–,
quizá tuvieron una plaga de huitlacoche, es posible, y que eso redujera la
producción de alimentos. Entonces eso afectaba a las sociedades y la reacción
de esas sociedades fue decir, bueno, pues si no podemos contra la plaga nos la
podemos comer. Seguramente por ensayo y error descubrieron que, aunque no se
veía bien, como lo expresa su raíz etimológica, en la realidad es un manjar y al
comerlo uno lo aprecia así. Es un sabor muy original, no es maíz, no es un
hongo, es algo intermedio que los mexicanos aprendimos a valorar. Tenemos uno
de los paladares más exigentes del mundo, es increíble, y uno lo descubre
cuando sale de México. Somos una sociedad exigente en términos sensoriales, de
alimentación, porque aquí la alimentación no nada más cumple una función
biológica sino también social, familiar, todo un entorno. Y los pueblos
originarios de nuestro país vieron claramente eso en el huitlacoche y lo
aprovecharon como alimento. Pero hay un trabajo reciente que da una versión distinta,
dice que comienza a consumirse en la colonia española. Yo creo que es, en
realidad, una mezcla de las dos: en su momento no lo veían bien, pues es una
plaga y les mete ruido, pues dejan de producir el maíz que necesitaban. Algo
hizo que la sociedad descubriera este alimento, lo probara y ensayara y terminara
creyendo que vale la pena, pero yo creo que el consumo del huitlacoche como
alimento sí es prehispánico. Pudo haberse exacerbado en la colonia, pero
tendría que investigarse. La realidad es que hay pocos estudios. Pero creo que
era valorado desde antes. Mi modo de ver es que se descubrió por la presión
alimentaria que había en la época prehispánica, cuando se descubre que se puede
comer, como sucedió con otros alimentos, por ejemplo los insectos, pues este también
es un país donde se come una cantidad impresionante de insectos.
Una condición de los pueblos antiguos,
como los chinos, que se comen todo.
Exactamente,
con vocación a diversificarse, y dentro de esa diversificación creo que entró
el huitlacoche. Y una vez que fue apreciado por esas sociedades se dio un paso
trascendental. Hasta llegar al siglo XX, cuando la globalización del mundo hizo
que alimentos mexicanos pudieran tener un impacto a nivel global. Y creo yo que
el huitlacoche es uno de esos alimentos que nos distingue, no nada más porque
hay un soporte histórico-cultural, sino porque es un alimento muy rico, que
pocas veces ves. El huitlacoche es una mezcla de dos reinos: del reino vegetal,
de las plantas, que los junta con el reino de los hongos y que, al unirlos, posees
un alimento que tiene de todo: propiedades nutricionales, funcionales,
medicinales; un gran alimento. Claro, hoy lo sabemos con evidencia científicas,
eso no lo sabían hace cien años. Solo tenían el sabor. Por eso te das cuenta
que eso tiene otro trasfondo, el huitlacoche es algo diferente, no es común, es
de los pocos alimentos que junta lo mejor de dos reinos. Eso es algo
interesantísimo y lo que nos motivó a nosotros. Ahora, no es un hongo fácil de
producir de manera controlada.
¿Qué tan abundante es el huitlacoche
natural?
Históricamente
esta especie se producía naturalmente en ciertas épocas del año, en lluvias; a
veces sí, a veces no; a veces muy poquito, a veces más. Un porcentaje de
infección natural que va del 0.2 % hasta un poquito arriba del 1 %. Entonces
era algo no común, relativamente raro; sin embargo, a finales del siglo pasado
y sobre todo con el mejoramiento de la tecnología, cuando tienes herramientas
muy poderosas que te permiten abordar la parte microscópica, microbiana,
metabólica a un nivel de profundidad que antes ni soñabas, pues fue natural
reflexionar que teníamos un alimento único y estábamos en México, su centro de
origen, por lo que teníamos que estudiarlo. Y luego en Puebla, uno de los
centros generadores del maíz.
¿En su parte científica qué es lo que
había que indagar del huitlacoche?
Hasta
recientemente ha sido posible conocer el ciclo, entender cómo empieza esta
especie a diseminarse, cómo crece, cómo se reproduce, cómo se relaciona con la
planta y con el ambiente para sobrevivir como especie. Esto solo recientemente
se ha llegado a conocer de manera profunda y toda esa información ha hecho
posible que tengamos, en un país como este, la posibilidad técnica, cultural y
social de dar ese paso y decir: esto lo vamos a volver un alimento que se pueda
producir de manera controlada.
¿Cuántos años lleva este proceso?
Mira,
ha habido interés de producir huitlacoche de manera controlada desde los años
60, un interés puntual. La factibilidad de producir y consumir hongos
comestibles, que es un grupo muy amplio dentro del reino de los hongos, los
comestibles cultivados, realmente data de la posguerra del siglo pasado;
después de la Segunda Guerra Mundial (1945). Antes de eso, la forma de producir
algunas especies era realmente muy primitiva, muy rústica, tecnológicamente muy
poco avanzada. Sin embargo, a partir de aquella guerra empiezan a surgir
técnicas microbiológicas que permitieron empezar a manejarlos; o sea, producir
hongos comestibles cultivados tiene unos 60 años, cuando mucho. Estamos en un
campo de conocimiento bastante reciente, pero lo que viene con todas las
tecnologías es impresionante.
En su estudio menciona intentos europeos
desde el siglo XIX.
El
cultivo de hongos inicia en varias regiones de Europa, en Francia, en el siglo
XVIII, cuando se empezaron a producir rústicamente los champiñones. Desde ahí
esa tecnología se fue perfeccionando muy lentamente hasta que se tecnificó
después de la Segunda Guerra Mundial. Y en Estados Unidos, con todos los
inmigrantes que llegaron de Europa, es ahora donde más se produce. En México
esa tecnología llegó en 1933, empresas como Monte Blanco, conocida también como
Hongos de México, empezó a producir estos champiñones y lo sorprendente es que
fue increíblemente exitosa, a tal grado que actualmente es una de las empresas
más grandes del mundo.
Entonces
esta empresa, cuando vio que el champiñón era un éxito, concluyó que el
huitlacoche era una especie que tenía que producir, y ellos se interesaron en
hacerlo, pero no tenían todavía el nivel de conocimiento para poderlo inocular.
Lo cierto es que ese interés viene desde los años 70, cincuenta años de interés,
porque es evidente que el huitlacoche tiene un potencial muy grande.
Para
darte una idea, nuestro país es el más avanzado de Latinoamérica en producción
de hongos, producimos más del 80 % de los hongos comestibles de toda la región,
y tecnológicamente somos el país que ha dado más pasos. La técnica ha ido
evolucionando porque obviamente las evidencias muestran que tienes cultura,
tienes un alimento único, tienes técnicos y hay formación de recursos humanos,
hay inversión; pues vemos cómo podemos llevar adelante este alimento
tradicional mexicano. Y eso es lo que estamos haciendo actualmente, con una
idea a largo plazo, pues la evidencia nos indica que este reino de los hongos
comestibles aporta riquezas no nada más nutricionales, no solo proteínas, carbohidratos
y grasas, aporta elementos que ahora se llaman compuestos activos, que son
fundamentales para la salud humana.
¿La tarea no es nada más científica?
Definitivamente.
Cómo hacemos para que la sociedad mexicana valore, reconozca mejor las
aportaciones que hace este reino de los hongos comestibles, particularmente los
hongos cultivados, a la alimentación Es decir, cómo diversificamos e incrementamos
la producción y el consumo de los hongos comestibles para que la sociedad se
vea beneficiada en su dieta y tenga una dieta sana, equilibrada, rica y diversa;
sensorialmente importante, culturalmente apropiada y que todo esto permita que
la sociedad se vea beneficiada en sus recursos y sus avances tanto tecnológicos
como científicos.
Crear una cultura del huitlacoche.
Exactamente,
hay que trabajar mucho. De hecho estamos trabajando en un recetario, donde hemos
integrado no solo recetas tradicionales, también estimulamos la innovación, es
decir, lo que los chefs con su creatividad pueden hacer. El año pasado hicimos
un evento en la Casa de los Muñecos que se llamó precisamente “La cosecha del
huitlacoche” y se trató de dar a conocer a la sociedad poblana que aquí se
puede producir huitlacoche, pensamos obviamente atender la denominación de
origen y todo esto, para que con todas esas herramientas pueda seguir
creciendo. Ahí presentamos por primera vez bebidas de huitlacoche que resultaron
increíblemente deliciosas; otro chef hizo barbacoa de pato con huitlacoche,
solo para darnos una idea de hasta dónde puede llegar esto. Obviamente estamos
arrancando y el camino es largo.
El
punto central de todo esto es de que, como tú sabes, a partir de los años noventa
este país tuvo un modelo de inserción en la economía global impulsado por un
grupo en el poder que se casó con esa idea, gobernantes que estudiaron en el
extranjero, los hijos de los políticos de esa época que trajeron esas ideas,
las implementaron y algunos ganaron, pero hoy vemos que muchos otros perdieron.
Aquí el que perdió, creo, fue el campo del país, la agricultura nacional.
La dilapidaron.
No
nada más nos cambiaron el sistema agrícola, el campo, nos cambiaron también
nuestros patrones alimentarios. Y eso llevó a una sociedad que tenía una dieta
sana y equilibrada, a tener otra dieta, porque nos inundaron de comida rápida,
de productos baratos, importados, que son sabrosos y lo que tú quieras, pero
que finalmente nos movieron de una dieta que traíamos desde la colonia, con
toda la combinación que se dio entre los prehispánico y lo español, y nos la
cambiaron. Eso produjo una sociedad enferma, ahora somos un país de gorditos
con todo lo que eso implica. Una crisis civilizatoria que dicen los expertos
que está ocurriendo globalmente y que yo he retomado para decir lo que nos
corresponde hacer desde el ángulo nuestro. ¿Qué vías tenemos?; lo discutimos y
llegamos a la conclusión de que hay que retomar lo bueno que teníamos para
plantear un nuevo paradigma, porque esto no nos está conduciendo a nada, nos
está conduciendo a una sociedad enferma. Entonces lo primero que tenemos que
hacer es retomar los valores que tenía la dieta original, los vegetales y los animales,
y la propuesta de incorporar a los hongos como un elemento central que puede
ayudar a la alimentación nacional desde muchos ángulos. Los hongos aportan
compuestos reactivos que no tienen ni las plantas ni los animales, a la hora
que los agregas tienes un alimento más sano, una dieta más equilibrada. Y eso lo
tenemos demostradísimo.
El año pasado le dieron el Premio de Nutrición
2017, quiere decir que hubo una atenta atención a su propuesta.
Fuimos
premonitorios, porque esto fue antes de todo el pleito que ha iniciado Trump: “Te
saco del TLC o me salgo yo y a ver qué haces”; ya destruimos todo un sistema
alimentario que teníamos y que estaba funcionando, y ahora dice que siempre no,
te doy una patada y hasta luego. Nos dejó sin salidas. Ese es el contexto
importante.
Hubo necesidad de encontrar nuevas vías.
El
huitlacoche es un elemento de toda esta estrategia: cómo diseñamos un nuevo
paradigma en el sistema alimentario nacional, cómo desde el ángulo de un reino
que apenas estamos descubriendo a profundidad puede ayudarse a que esa
alimentación sea más sana, sea mejor.
Y si es propio, más conveniente aún.
Ahora,
dentro de los hongos cultivados, además del champiñón que es una especie
importada, porque aunque hay champiñones silvestres en México, la realidad es
que toda esa tecnología la trajimos de Estados Unidos y de Europa, entonces
dijimos: oye, bueno, eso está bien, qué bueno que enriquezcamos nuestro sistema
alimentario con esas especies, pero aquí tenemos para dar y prestar. Entonces
agarremos el huitlacoche, estudiémoslo y demostrémosle al mundo que es una
aportación que podemos hacer como las que ya hemos hecho con el aguacate, el
chocolate, todo lo que actualmente es reconocido en el mundo como una
maravilla. En su momento lo vamos a hacer, tenemos toda la tecnología para
hacerlo y para promoverlo. Lo que necesitamos son básicamente ideas que nos permitan
innovar.
Todo está muy bien, pero lo cierto es que
los mexicanos tampoco comemos tanto huitlacoche. Tendrá que hacerse una campaña
muy grande para que lo aceptemos más allá de las quesadillas. ¿Cuáles son los
pasos y los plazos que hay que considerar?
Ante
todo entender que son cosas emergentes. Visto como alimento es algo emergente
en términos de su producción, tenemos que trabajar en varios frentes: primero,
por supuesto, la ciencia, la tecnología y la innovación, que son los ejes que
van a detonar el potencial que tiene este alimento que ha sido poco estudiado
realmente; a pesar de que lo hemos consumido por siglos, la profundidad de la
investigación científica y tecnológica apenas está iniciando. Prevemos, mínimo,
unos cincuenta años por delante para poder llegar a decir que tenemos un nivel
de conocimiento como el que se tiene, por ejemplo, del trigo, del maíz o del
vino. Entonces nos falta mucho, hay que trabajar en la generación de
conocimiento, creo que al ser México centro de origen del maíz tenemos un gran
potencial para producirlo y exportarlo al mundo. Y ahí es donde vienen otros
componentes que hay que trabajar. No me queda duda de que en toda la región
central del país hay una demanda de huitlacoche, sobre todo por las clases
populares y también por las comunidades, ahí lo que tienes que hacer es llevar
el producto y ofrecerlo a un precio razonable para que la gente pueda
adquirirlo y consumirlo. Ahí no le veo tanto problema. En otros sectores sí.
Háblame de las características del
producto en sí.
Una
vez que cosechas la mazorca hay varias maneras de consumirlo, una es que lo
vendas en mazorca o lo desgranes y lo vendas empacado. Te dura aproximadamente,
una vez que cosechas, hasta ocho días fácilmente, sin problema, pero en
refrigeración; si no lo refrigeras, pues máximo tres días, dependiendo del
clima. Lo que pasa es que los hongos son microbios y una vez que los cosechas
siguen creciendo, aunque lo cosechas el hongo sigue metabolizando y sigue
creciendo. Y es importante que tengamos esto en cuenta porque el huitlacoche
sigue creciendo y en consecuencia se va deteriorando. Una fruta que se va
madurando pierde poco a poco la mayor parte de sus propiedades y ya no es agradable.
Entonces es muy importante que se trabaje la parte científica y tecnológica de
generación de conocimiento para su mejor manejo.
La parte científica ya nos permitió el
cultivo del huitlacoche, ahora la propia ciencia debe atender una etapa
posterior.
Una
vez que cosechas puedes procesar el producto, hay toda una variedad de
tecnología por utilizar, desde envasar, cocinar, precocinar para venderlo ya
totalmente elaborado; hay mil cosas, pero eso hay que desarrollarlo. Ya se hace
algo, pero se está empezando, hace falta todavía llegar a un nivel y un
estándar que permita que este producto se pueda incluso exportar, que es –yo
creo– uno de los grandes potenciales que tiene. Confío en que este producto
puede llegar fácilmente a ser como el tequila, ampliamente apreciado en el
mundo, valorado y consumido, y uno de los productos que más exportamos. El
tequila es un ejemplo, ahora están haciendo lo mismo con el mezcal. Entonces
depende mucho de la estrategia que sigamos, pero creo que el huitlacoche tiene
un enorme potencial, pero para ello hay que desarrollar toda la tecnología
postcosecha.
Y luego convencernos de que es delicioso y
sano.
Así
es, tenemos que trabajar muchísimo en el consumo, cómo lo vamos a consumir. Este
año vamos a hacer un recetario, llevamos 40 recetas que ya tenemos probadas, algunos
análisis nos han mostrado que hay potencial y creemos que ese es un primer
paso. Hay que diversificar, estamos planteando una feria gastronómica de hongos
comestibles donde haya una sección de huitlacoche, pues queremos demostrar algo
que no se ha hecho en el país: que la mayor parte de la población mexicana ha
consumido hongos comestibles alguna vez en su vida más bien por el sabor, no por
todas las propiedades que tienen. Lo que queremos demostrar con esa feria es
que los hongos comestibles son algo más que el sabor, te dan algo más, y también
queremos documentar cuál ha sido la aportación, primero histórica, y cuál es el
potencial de la aportación que puede hacer este reino en términos de
alimentación a la sociedad, primero mexicana y después a la gastronomía
internacional. Tú sabes que nuestra gastronomía mexicana ha sido reconocida
como patrimonio inmaterial de la humanidad y vemos que no existe un registro
que haya documentado cómo ha aportado este reino lo poco o lo mucho que haya
hecho a la gastronomía nacional. Y es algo que queremos hacer como parte de
este esfuerzo.
A consumir hongos, pues.
Los
estudios que hemos hecho muestran que no todos los mexicanos consumen hongos,
aproximadamente el 51 %, pero sigue creciendo. Empezamos con el 49 % en el
primer estudio que hicimos en 2004, y lo hemos venido monitoreando y ha ido
creciendo. Y algo que creo que va a hacer que crezca de manera importante es esto
que hemos descubierto de sus propiedades únicas, de su aportación a la salud
una vez que los ingieres, inducir la expresión de genes específicos en el
organismo humano, que está demostrado que tiene un impacto directo en la salud.
Eso es algo que no se ve tan claro en el resto de los alimentos, aquí lo
tenemos y va a ser un impulso muy importante.
Por
ello tenemos que trabajar en la ciencia y en la tecnología, en diversificar
todo lo que es innovación a nivel postcosecha, es decir, desde cómo lo incorporamos
de manera inteligente a la gastronomía nacional, diversificamos la forma de
consumirlo, de prepararlo, generando productos a base de huitlacoche –bebidas, por
ejemplo–, demostrando que los hongos comestibles son importantes en la
gastronomía nacional.
Gracias, doctor.
Nota
1
Castañeda de León, Vladimir, Martínez-Carrera, Daniel, Morales Almora,
Porfirio, Sobal Cruz, Mercedes, Gil Muñoz, Abel y Leal Lara, Hermilo, 2016. El
cuitlacoche, producto de la interacción Ustilago maydis - maíz, una aportación
de México al mundo en el sistema agroalimentario microbiano. Capítulo 31, pp.
641-694. En Ciencia, Tecnología e Innovación en el Sistema Agroalimentario de
México, COLPOS, 2016.
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